El gobierno de Venezuela falla en asegurar que las elecciones del 6 de diciembre serán libres y justas, escribió este mes el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, en una carta dirigida al jefe de la junta electoral del país. El gobierno no admitirá observadores electorales de la OEA en el país y solo permitirá que la Unión de Naciones Suramericanas observe el proceso. El presidente Nicolás Maduro ha descalificado a la OEA acusándola de ser un títere de Estados Unidos. ¿Hay alguna esperanza de que la elección sea justa con la sola presencia de observadores de Unasur? ¿Cuál será el impacto de la carta de Almagro? ¿Hay posibilidad de que Maduro permita que otras organizaciones envíen observadores? Si no lo permite, ¿se aceptarán internacionalmente los resultados electorales? ¿Qué podrá pasar con la posición geopolítica de Venezuela si las elecciones son vistas como antidemocráticas?
El presidente Maduro no ha permitido ni permitirá observadores de la OEA ni de ninguna otra organización confiable en las elecciones del 6 de diciembre. No hay razón para que Maduro cambie ahora su determinación inicial. Se permitirá la presencia de observadores de Unasur, porque su secretario general, el ex presidente de Colombia Ernesto Samper, ya comprometió su apoyo incondicional al régimen de Maduro. Que los resultados sean aceptados internacionalmente nunca ha sido un factor determinante frente a las elecciones en Venezuela. El gobierno de Venezuela ha estado en minoría aun desde cuando Chávez se postulaba. Pero el aparato oficial ha impuesto en cada caso las medidas necesarias para componer los números finales. Ya el gobierno modificó el mapa de las circunscripciones electorales para aumentar el número de diputados elegidos en zonas donde hay una mayoría oficial. En esta ocasión, sin embargo, todas esas estrategias pueden resultar menos efectivas porque ahora toda la población venezolana sufre por el fracaso del gobierno. El impacto de la empinada devaluación, la alta inflación y la escasez, exacerbadas por las medidas del gobierno, están afectando severamente a quienes se deberían beneficiar de la revolución, en primer lugar. La pregunta es hasta dónde el gobierno de Maduro podrá controlar los resultados electorales y si, por otra parte, la oposición puede obtener una mayoría sustancial en la Asamblea Legislativa que signifique una diferencia al futuro. Pero, además de controlar los resultados de la votación, el régimen venezolano ha impuesto en el pasado medidas políticas y administrativas que han contrarrestado los efectos prácticos de las derrotas electorales.
(*Traducción del tema y el comentario de Jorge Lara aparecidos en el
Latin America Advisor del 20 de noviembre de 2015)
Jorge Lara-Urbaneja, partner at Arciniegas, Lara, Briceño & Plana in Bogotá
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