¡Sí se puede!
Trillada, sin duda, pero cuán inspiradora ha resultado esa frase coreada junto a su pueblo por el ahora presidente Mauricio Macri tras haber logrado la nada fácil hazaña de poner fin a una nociva hegemonía cuyo legado, luego de 12 años de un burdo populismo, una rampante corrupción y una interminable sucesión de bochornosos abusos, es una Argentina con sus capacidades productivas disminuidas y sumida en los padecimientos ocasionados por un cuestionable manejo de su economía.
De hecho, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, solo en 2014 sus exportaciones cayeron 10% y su producto interno bruto, de acuerdo con datos del Banco Mundial, se ubicó en niveles inferiores a los de 2011. Y no solo eso, ya que en un amplio trabajo publicado el pasado mes de octubre por BBC Mundo se recogen datos de expertos y prestigiosas instituciones como la Universidad Católica Argentina cuyos estudios arrojaron, en su momento, porcentajes de inflación y pobreza de alrededor de 40% y 29%, respectivamente.
Esto no sorprende si se toma en consideración la situación a la que han llegado los 2 sectores emblemáticos de la economía de esa importante nación sureña, el ganadero y el agrícola, que después de más de un decenio de erróneas políticas intervencionistas y restrictivas exhiben, según el mismo trabajo, una pérdida de su producción equivalente a 3,4 millones de cabezas de ganado, 48% de la cosecha de centeno, 34% de la de girasol y 20% de la de trigo; esta última particularmente sensible dado que ha conducido, a su vez, al incremento de los precios de productos como las pastas y los panes.
Motivos, por tanto, sobran para celebrar tras lo que sí se pudo el domingo en ese país clave dentro de la región; algo que debe llenar de renovadas energías a quienes en Venezuela albergan serias dudas sobre la real posibilidad de derrotar en las urnas electorales a un régimen ante el que el hoy saliente de Argentina luce como un venturoso episodio de la reciente historia regional, por cuanto los males que ha ocasionado superan con creces los desaciertos kirchneristas.
Sí, porque si allá agobia una inflación de 40%, acá son indescriptibles los sufrimientos producidos por una que al cierre de 2015 podría llegar, según cálculos del Fondo Monetario Internacional, a 159,1% –y eso en el mejor de los escenarios, porque economistas y consultores nacionales hablan incluso de 200%–. Y si en aquella tierra es fuente de pesar 29% de pobreza, en esta lo es mucho más una que ya afecta a 73% de sus hogares y a 76% de sus habitantes.
Tal estado de cosas obliga a los venezolanos a seguir el ejemplo de Argentina y a asumir con decisión el reto del cambio, lo que implica no sucumbir ante el escepticismo y la desesperanza, y creer que sí se puede… Y tiene que poderse, ya que de ello depende la propia supervivencia de muchos venezolanos.
@MiguelCardozoM
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