Nuestra esperpéntica realidad
Ramón del Valle-Inclán, escritor español, perteneciente a la llamada Generación del 98, fue el creador del género literario del esperpento. Este consiste en deformar la realidad extremando sus aspectos extravagantes. Aparece por primera vez en la obra Luces de Bohemia, donde Valle-Inclán, por boca de uno de sus personajes, define el género. Max Estrella, caracterizado por el autor como un hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales dirá: “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada [...] Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas”.
En los años veinte del siglo XX, en la madrileña calle de Álvarez Gato había una ferretería que usaba en su fachada, con fines propagandísticos, un espejo cóncavo y otro convexo que tenían como característica la deformación de la imagen de quien se posase frente a ellos. Este pasatiempo de la época fue tomado como inspiración por Valle-Inclán para llevar a los escenarios del teatro y a su prosa narrativa su visión sobre la realidad de la sociedad española de esos años.
La acción se desarrolla en el Madrid de los cafés donde se llevaban a cabo las famosas tertulias literarias. Valle-Inclán sitúa Luces de Bohemia precisamente en este Madrid bohemio, literario que se encuentra, a su vez, inmerso en el contexto turbulento de su tiempo. Valle-Inclán hace uso de locuciones populares para denotar aquello que considera grotesco, feo y ridículo.
Una de las características primordiales del esperpento es el permanente desequilibrio de la realidad plasmado mediante un estilo exagerado, ampuloso, como también es una constante de este género la fusión de la historia real con la ficción. Podría añadir más características, pero tomé estas dos que de por sí resumen la intencionalidad del autor al usar el esperpento.
Hablar de Valle-Inclán y su creación del género literario del esperpento obliga a mencionar la novela Tirano Banderas; obra que ha sido catalogada como la producción cúspide de dicho género. Narra el fin de una dictadura que sitúa en América del Sur, en un lugar ficcional, Santa Fe de Tierra Firme; el dictador es Santos Banderas (ficticio), quien dirige de manera despótica y cruel a su país. La novela detalla la conducta de Santos Banderas, así como describe el inicio de un movimiento popular que lo derrocará. Se ha considerado como un antecedente de lo que en Latinoamérica se ha conocido como la “novela del dictador”.
Esta novela posee varias de las características del esperpento como lo es el enfoque deformador de la realidad, el sentido trágico de los protagonistas, encarados a esa realidad caricaturesca que dibuja Valle-Inclán.
Hace pocas semanas se ha vivido en nuestro país momentos que son dignos de enriquecer el esperpento. El triunfo de la mayoría de un país en unas elecciones y la reacción de los perdedores con gritos de rechazo a la voluntad del pueblo irrumpen en la vida cotidiana al punto de semejar un episodio de Tirano Banderas o Yo, el Supremo de Roa Bastos; porque ese tirano de Valle-Inclán, tan bien ambientado, es similar a Rodríguez Francia, sin su cultura, o la réplica del Patriarca de García Márquez o el Chivo de Vargas Llosa.
El inicio es esperpéntico. Un orador que balbucea, cuya fonética es indescriptible por lo tosca, unas figuras que se levantan, corren, vociferan y otros que demuestran un autocontrol digno de encomio. Rostros destemplados que niegan la legitimidad de los ganadores, aduladores que pululan en pasillos, y un torrente de palabras sin sentido alguno que impregna el acto con un tinte de sainete. De pronto, se oyen gritos, arengas y un lenguaje lleno de improperios que complementa la escena. Salen del recinto los agitadores y hay unos momentos de cierta actividad provechosa. La ciudad estuvo completamente paralizada, la gente se encontraba atónita frente a los televisores viendo en pleno desarrollo el episodio inaugural. Creo que si Valle-Inclán viviera, le hubiese sorprendido que sus esperpentos hubiesen encarnado en cierta parte de la política venezolana.
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