Sin joropo
Y lo que era evidente para los menos cómplices se volvió claro para todos...
GUSTAVO LINARES BENZO | EL UNIVERSAL
sábado 6 de febrero de 2016 12:00 AM
El peor gobierno de país alguno es el que tenemos los venezolanos. Venezuela tiene el peor gobierno del mundo. Este gobierno es el peor que existe en el planeta. Estas frases las ha venido oyendo este lugar desde que nació; las ha oído de los presidentes Leoni, Caldera y Pérez, pasando por Lusinchi y Luis Herrera. Hasta llegar de nuevo a Pérez y Caldera. Pero sabía que no eran ciertas, que como quiera que pudiesen ser esos gobiernos, había futuro más o menos pronto y que comeríamos mañana.
Con Chávez en el poder estas frases empezaron a sonar más realistas, más posibles. El del supremo era malo, muy malo; no sólo peor, se trataba de una cosa nueva, de un totalitarismo a la criolla, de una soberbia desconocida entre nosotros, del inicio de un culto a la personalidad que daba miedo. Luego del revocatorio del 2004 y sobre todo con su reelección del 2006, ya todo el que quisiera ver se daba cuenta que el país se desintegraría. Sólo una bonanza como ninguna otra hacía creer que los discursos eran realidad, mientras el trabajo y la honradez pasaban de moda y llegaba el socialismo del siglo XXI.
Que teníamos el peor gobierno del mundo se volvía una tristísima realidad. Y en el cénit del boom petrole- ro, el peor gobernante se enferma y el país vive su enfermedad, o mejor dicho es obligado a vivirla, de un modo que lo envileció, lo zarandeó, en un juego perverso y maldito dirigido desde La Habana y su procónsul en Venezuela, sin el más mínimo respeto por el enfermo ni por su pueblo. Y lo que era evidente para los menos cómplices se volvió claro para todos: tenemos el peor gobierno del mundo, el de Chávez pero no lo sabíamos, y ahora el de Maduro, pero sin los dólares ni los joropitos.
El país no puede seguir en las peores manos del mundo, frase que en cualquier otra época venezolana fuese exageración y hoy es verdad científica. Las peores manos que además no han cesado de agredir a los representantes del pueblo, usando hasta el propio TSJ. Habría que ser de una ingenuidad superlativa para esperar nada de quien el 30 de diciembre pretendió rasparse, de un plumazo, la super mayoría que el pueblo había construido días antes.
La Constitución ofrece varias vías para cambiar de gobierno, todas por las buenas precisamente porque están ahí. Toca encontrar la mejor.
@glinaresbenzo
Con Chávez en el poder estas frases empezaron a sonar más realistas, más posibles. El del supremo era malo, muy malo; no sólo peor, se trataba de una cosa nueva, de un totalitarismo a la criolla, de una soberbia desconocida entre nosotros, del inicio de un culto a la personalidad que daba miedo. Luego del revocatorio del 2004 y sobre todo con su reelección del 2006, ya todo el que quisiera ver se daba cuenta que el país se desintegraría. Sólo una bonanza como ninguna otra hacía creer que los discursos eran realidad, mientras el trabajo y la honradez pasaban de moda y llegaba el socialismo del siglo XXI.
Que teníamos el peor gobierno del mundo se volvía una tristísima realidad. Y en el cénit del boom petrole- ro, el peor gobernante se enferma y el país vive su enfermedad, o mejor dicho es obligado a vivirla, de un modo que lo envileció, lo zarandeó, en un juego perverso y maldito dirigido desde La Habana y su procónsul en Venezuela, sin el más mínimo respeto por el enfermo ni por su pueblo. Y lo que era evidente para los menos cómplices se volvió claro para todos: tenemos el peor gobierno del mundo, el de Chávez pero no lo sabíamos, y ahora el de Maduro, pero sin los dólares ni los joropitos.
El país no puede seguir en las peores manos del mundo, frase que en cualquier otra época venezolana fuese exageración y hoy es verdad científica. Las peores manos que además no han cesado de agredir a los representantes del pueblo, usando hasta el propio TSJ. Habría que ser de una ingenuidad superlativa para esperar nada de quien el 30 de diciembre pretendió rasparse, de un plumazo, la super mayoría que el pueblo había construido días antes.
La Constitución ofrece varias vías para cambiar de gobierno, todas por las buenas precisamente porque están ahí. Toca encontrar la mejor.
@glinaresbenzo
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