Mario Valdez: El maestro Juan Vicente Torrealba: “Un viejo roble”

Mirtha

Me comenta el músico venezolano Luis Guillermo Rangel, que en diciembre pasado fue a visitar al maestro Torrealba, a su casa en Montalban, le recordó la letra de la canción “Mirtha”, que éste se la compuso hace 58 años, a la que sería su esposa para toda la vida. “Tus besos y caricias, son hogueras de mi pasión, recordaré la noche en la laguna, cuando la luna reflejo tu cuerpo cerca de mí, y yo sentí, la suave brisa del palmar, acariciar nuestro amor”.  Una canción fuerte, agresiva, insinuante, de letra picosa “son tus besos y caricias”, que le creo serios problemas al maestro Torrealba con la familia de ella, quien era muy joven,  y en esa época, apenas se tocaban los dedos. El maestro le contestó: “como te acuerdas de eso muchacho, si ha pasado tanto tiempo”. Luis Guillermo, le recuerda que con esa canción él y Cherry Navarro ganaron un concurso en 1963.

Sus orígenes

El 20 de febrero de 1917, en un martes de carnaval, en la ciudad de los árboles y techos rojos, rodeada de hatos, entre las esquinas de El Tejar y Rosario, cerca del Nuevo Circo de Caracas, nació un niño que según su partida de nacimiento fue bautizado con el nombre de Juan Vicente Torrealba Pérez, quien ha dicho: “por accidente, mi padre estaba por aquí vacacionando y, como mi mamá estaba ya para dar a luz, nací en Caracas”. Hijo de Santana Torrealba Silva y María Esperanza Pérez, quienes a los meses de nacido se lo llevan al hato “Banco Largo” (fue fundado por los Torrealba, venidos de España antes de la independencia, los Torrealba Pérez, a la que pertenece Juan Vicente, son la octava generación), está ubicado en las inmediaciones del pueblito de Camaguán, en el corazón del llano del estado Guárico.

Su vida y el amor al llano

Su infancia casi completa la paso en el hato, como solía decir “en mi Camaguán”, ahí aprendió las labores del campo y la ganadería, fue becerrero, ordeñador, domador de potros salvajes, buen nadador de ríos y caños, hábil con el cuchillo, liniero. En el hato dormían con música de arpa, cuatro y maracas. A los ocho años su tío, lo llevó a una fiesta en la orilla del río, con cantantes e intérpretes llaneros. Recuerda que se sentó al lado de la pista y se quedo “extasiado oyendo y empapándome de buenos artistas”.

Ya en la adolescencia viene a Caracas y pasa unos años, estudia hasta quinto grado, al respecto ha dicho “no aprendí nada”. Todas las vacaciones las pasó en el llano, aquí aprendió a tocar cuatro, guitarra y el arpa. Ya a los 16 años el maestro Juan Vicente participaba en las parrandas llaneras, los cantos en el Caney, en esas noches de vaquerías. Es justo reconocer que sus maestros fueron la sabanas, el compartir con los peones del hato y los campesinos, la soledad del llano, por eso creo que fue tanta su compenetración e identificación con la llanura y los esteros,  que hizo del llano su vida.

Un día le preguntaron qué diversiones había en tu época, en esa tierra que tanto amas y contesto: “La única distracción que había eran los bailes de arpa, cuatro y maracas que se hacían en los pueblos cercanos, ahí conocí bastante el sonido de la música llanera”.

Caracas la cuna del éxito

En 1948, Juan Vicente suelta las amarras, decide dejar el hato porque lo que producía lo compartían entre varios hermanos. Volvió a Caracas, pero esta vez, a lograr su sueño, a triunfar, a hacerse de una economía propia y a convertirse  en un icono, la mayor referencia del llano venezolano y latino. Lo logró. Lo demás es historia conocida.

Juan Vicente Torrealba se casó hace 58 años con Mirtha Pantoja de Torrealba (su padre era dueño de la hacienda “Cochecito”, que iba desde Cumbres de de Curumo hasta Fuerte Tiuna por el lado de Coche), tienen cinco hijos. El maestro tiene en total 10 hijos, 2 cuando era soltero, 3 de su primer matrimonio y 5 con Mirtha.

La música como oficio

En 1935, Juan Vicente tiene los 18 años, se inicia en la profesión de músico, su primera actuación y debut fue como guitarrista en la “Casa de Comercio”, propiedad de Don Castor Vicente Torres, en el pueblo “La Unión” del estado Barinas, la melodía que impacto esa noche fue Cuidaito Compay Gallo, cuidaito del cantante y compositor cubano Ñico Saquito. Desde ese momento, el hombre no ha parado, lleva 81 años en el oficio, ha pasado por todos los escenarios, las ha vivido todas.

Homenajes y reconocimientos

El maestro Juan Vicente Torrealba, ha sido galardonado con todos los premios, condecoraciones y reconocimientos que se merece un músico y talento de su género, que van desde Profesor Honorario hasta el Latín Grammy. Vaya un saludo con el mayor de los afectos al maestro Torrealba, a quien en varias ocasiones he visto en escena, quien recientemente cumplió 99 años, dijera mi señor padre, “ese es un viejo roble”.

Fuente: 11-03-2016 El Joropo