Mercaderes rojos
Lo único bueno que saldrá de este supuesto diálogo es que dejará al total desnudo la condición sanguinaria del régimen chavista. Nació de la mentira y eso quedó a la vista cuando Hugo Chávez ya presidente regresó al uniforme militar, solo que ahora el de paracaidista subversivo y golpista dispuesto al asesinato del presidente Carlos Andrés Pérez pasó al de Supremo Comandante de las Fuerzas Armadas Venezolanas, luego Fuerza Armada Nacional, en verdad, FACH, pues se convirtió en chavista venecubana. Su cartilla de procedimiento criminal quedó consagrada en el Plan Ávila que produjo inocente sangre criolla desde Puente Llaguno cuyos estrategas y ejecutantes honorarios están libres, han ocupado cargos oficiales de alto y mediante rango durante 18 años.
El milicivilato chavista del Partido Socialista Unido de Venecuba es rojo no solo por su antiguo sello colorado del PCV mundial y local, sino muy especialmente por su vocación de engañar y comerciar al adversario para luego liquidarlo por cualquier método. Todo vale por su trono. Como lo hacen hoy el neosovietismo de Putin en Crimea y su camarada Castrocuba en la isla de la felicidad para su familia dinástica, esos Fidel y Raúl revolucionarios que en su momento sacrificaron a la juventud cubana en Angola, tal como lo describe desde su diplomacia literaria el magnífico novelista Leonardo Padura. Ya se disponen a negociar a sus esclavos con Irán o, si falla, con cualquier otro mejor postor. El chulismo escarlata desconoce límites en cuanto a normas elementales de convivencia decente, de allí que en este momento pretenden mercadear nada más y nada menos que los medicamentos evaluados por Cáritas para medio aliviar a los enfermos venezolanos, mercancía para ellos, remedios quizá de fecha ya vencida en los barcos que aguardan permiso del Miraflores, a su vez esperando las humanitarias órdenes castristas.
El costo de ese vicio mantenido, que comercia la vida misma derramando sangre, ha sido por ahora más de 200.000 víctimas del hamponato bautizado por el sistema pesuvista, más decenas de presos políticos que ahora les sirven de rehenes, corotos, macundales, mercancía para un chantaje, ante el propio vaticanismo populista que se muestra perplejo. Demasiado tarde.
Por fin, el chavismo ya derrotado y miedoso, admite su desvergüenza. Sentimiento, perdón, ética, diálogo verdadero, caridad, respeto a la vida, son ridiculeces para esta mentalidad que solo aspira al poder criminal. Lo comprendieron desde el principio dos partidos recién paridos, Voluntad Popular y Vente. Junto a lo que resta de la gran pionera y constructora Acción Democrática, representada en el veterano Henry Ramos Allup, tienen como reto urgente y su oportunidad final terminar con este culto por la sangre ajena, religión histórica del militarismo totalitario en todas sus versiones.
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