Recalculando
Hay frases que quedan grabadas en la memoria de la gente y que pueden ser utilizadas en innumerables ocasiones, por ejemplo, la expresión “recalculando”. Esa observación que te hace el GPS cuando buscas una dirección y no obedeces las instrucciones que te está diciendo y escoges deliberada o inconscientemente una trayectoria o camino equivocado. Cuando eso sucede inmediatamente escuchas R E C A L C U L A N D O.
Pues bien, amigos, creo que estamos en ese momento de la trayectoria. El sentido común nos advirtió muchas veces cuál era la ruta, pero por terquedad o por no haber interpretado correctamente sus indicaciones, hemos equivocado la ruta; o por dejarnos guiar por sabiondos, tal cual cuando vamos en el mismo auto y alguien se impone diciéndonos que por ahí no es, aunque el GPS te diga lo contrario, por eso hoy en el medio de lo desconocido nos corresponde recalcular para continuar.
¿Hacia dónde vamos?
Esa es la pregunta primordial para programar el GPS, quizá por esa razón muchas veces hemos tenido que recalcular. Pareciera que los que vamos en el mismo carro tenemos diferentes destinos o los cambiamos de acuerdo con una llamada telefónica o dependiendo de nuestro estado de ánimo, y por esa causa no le hemos hecho caso al GPS. O, peor aún, programamos la dirección para transitar ese camino sin entender que estará lleno de obstáculos que no podrá detectar el aparato que nos guía. Es allí la importancia de la estrategia elaborada por expertos, que no tengan intereses individuales que puedan desviarlos del camino para que podamos cumplir el recorrido sin tantos contratiempos.
Conductores con diferentes destinos.
En Venezuela quienes han diseñado la bitácora para el recorrido no tienen el mismo interés que los pasajeros. Eso es lo que pienso, y si lo tienen han carecido de profesionalismo o de la pericia necesaria para llegar a puerto seguro.
Los ciudadanos desean llegar a un país diferente al que vivimos. A la misma Venezuela pero no en estas circunstancias. Me explico. Una Venezuela donde se viva en armonía y sin peligro. Que no te amargue la vida la búsqueda de alimentos o medicamentos, donde la preocupación sobre el futuro de tus hijos no sea algo diferente a lo natural. Es decir, que constituyan una buena familia y que tengan estabilidad. Eso es lo que la mayoría debe querer. Y es hacia allá donde deberíamos haber programado el GPS. Pero algo ha fallado que hemos tenido que recalcular muchas veces.
En este momento de la trayectoria se impone una larga parada para reflexionar, y dialogar, no con quienes han puesto los obstáculos, sino con quienes vamos en el camino hacia esa Venezuela distinta. Primero debemos dialogar los pasajeros antes que dialogar con los asaltantes o piratas de la travesía. Replantearnos la pregunta: ¿hacia dónde queremos ir?, para pensar en reestablecer un nuevo destino o no. Una vez definido o ratificado el destino, comprometer o cambiar al conductor por sordo o por lo que sea. Impedir por muy bonito que hable que cambie la ruta.
Es doloroso saberlo, pero mientras no tengamos conductores con iguales propósitos, seguiremos cayendo en emboscadas. Así como lo leen. No todos los pasajeros queremos lo mismo que los conductores. En efecto, algunos que hoy son los que manejan el vehículo, antes de pensar en el destino final probablemente están pensando en la satisfacción individual. Por ejemplo, lograr la conquista de algún lugar del recorrido. Nos distraemos en el camino y eso lo aprovecha el adversario para impedir que avancemos: si vamos hacia un país diferente no podemos buscar una alcaldía o una gobernación, porque esos espacios aunque se “ganen” seguirán bajo la tutela tiránica del modelo opresor que es al que debemos cambiar. Tampoco podemos pensar en eventuales candidatos presidenciales, porque eso también nos distrae en el recorrido.
Hay quienes dicen que hay que quemar etapas, o pasar por estaciones, simulando un recorrido. Las etapas hay que cumplirlas pero siguiendo la misma ruta. Pensábamos que la mejor estación era haber llegado a la Asamblea Nacional pero creo que allí se le acabó la batería al GPS, y se comenzó de nuevo el dibujo libre y peor aún cada quien guiándose por su trayectoria mental. No hablo de la confusa por lo mutante hoja de ruta que han fijado públicamente los voceros de moda, sino a la que cada uno de ellos lleva in pectore, esa que no dice pero la gestiona.
Negociando con los asaltantes.
No les diré que nos bajemos o cambiemos de vehículo, tampoco procuraré un amotinamiento, solo seguiré expresando lo que pienso. Hoy, a pesar de ver al enemigo muy debilitado, no creo que quienes conducen la embarcación en la que viajamos estén muy fortalecidos. Pues, en este momento ellos están sentados en una mesa de negociación con los asaltantes de camino, mientras los viajeros nos encontramos en una suerte de desesperada incertidumbre. No podemos dejar de recordar que estas paradas ya las hemos hecho, con otros actores pero en similares situaciones. Lo que si no cabe duda es que los piratas de la trayectoria han sido los mismos aunque los negociadores han sido distintos. Por eso, amigos míos, por lo que a mí respecta estoy RECALCULANDO. Basta de seguir las recomendaciones de voceros que desvían la ruta porque se niegan a atender las indicaciones del GPS. Si ellos no escuchan los invito a no dejarnos guiar por gente que no oye o tiene un interés diferente al nuestro que no es otro distinto al de cambiar al régimen y llegar a una Venezuela libre. Mientras que el interés de ellos probablemente es el de conformarse con las migajas regionales o municipales, bajo el entendido de que siempre estarán sometidos a los designios del tirano, por lo tanto amigos, la ruta que ellos en este momento están definiendo no es la nuestra.
¡Apretado abrazo!
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