No perder la presa
Para la camarilla, esta golilla que no les costó esfuerzo alguno, no la quieren perder. Hay crisis económica grave, escasez, hambre y miseria, pero eso no preocupa a los dueños del poder
La presa es Venezuela, su petroleo, sus petrodólares. No la quieren perder la cofradía de desalmados que se apoderó de la República sin mayor esfuerzo. Sin historia política ni personal ni colectiva; sin un partido político –construyeron uno sobre la marcha con empleados públicos al cual Domingo Alberto Rangel llamó ¨"un partido del siglo XIX "–. Para la camarilla, esta golilla que no les costó esfuerzo alguno, no la quieren perder. Hay crisis económica grave, escasez, hambre y miseria, pero eso no preocupa a los dueños del poder.
La nomenclatura cubana tampoco quiere perder este regalo que les cayó no del cielo, si de un demagogo venezolano obnubilado por Fidel Castro. Durante años intentaron apoderarse o por lo menos influir en Venezuela; organizaron y armaron expediciones a nuestras costas, intentaron golpes armados y guerrillas con venezolanos y oficiales cubanos. No pudieron. Con Chávez les llegó gratis el inesperado regalo, la entrega de un país. La envejecida élite cubana no quiere soltar la presa.
No la quieren perder los uniformados de la cúpula militar que la recibieron como regalo inesperado. El militarismo venezolano fue resucitado por Chávez, los sacó de los cuarteles y les dio el poder sobre el país. Ellos saben que el mundo occidental no es favorable a dictaduras abiertamente militares, pero les hicieron este regalo los que no tenían pueblo organizado, ni partidos con tradición revolucionaria. Necesitaban la estructura militar para ejercer su dominación. Ellos estaban allí, dispuestos a llenar el vacío mientras aparece gobernando un compullón ignaro formalmente dirigente del estado. Por supuesto, no son las Fuerzas Armadas, parte sustancial del pueblo venezolano, sino una cúpula muy vinculada al chavismo dirigente.
Estos tres sectores se aferran al poder que no les costó esfuerzo alguna conquistarlo. Las revoluciones son un trabajo de años, divulgar nuevas ideas, construir un partido revolucionario. A Chávez le tocó una crisis de los partidos tradicionales, que fue aprovechada por Miquilena y los "notables", apoyan a Chávez, joven ambicioso y demagogo que estaba allí para recoger el poder. Levantó una falsa ¨"revolución", se vincula a un enemigo de Venezuela, Fidel Castro, quien inteligente como es, vio en el Comandante un regalo que a su edad ya no esperaba. A falta de un partido de cuadros experimentados, con tradición política, Chávez buscó sus equipos en oficiales venezolanos sacándolos de las funciones para los cuales fueron formados.
El chavismo fue eso, llevó al país a una grave crisis económica social y política. Es el resultado de 18 años de ejercicio del poder, mientras la oposición ha sido víctima de represiones, prisiones, suspensión de derechos ciudadanos, prohibición de salidas del país, prohibición de manifestar en el centro de Caracas.
El poder no les costó ningún esfuerzo.. Es verdad que la culpa de esto la tiene la dirección de los partidos tradicionales ya agónicos, dirigentes del sector económico y algunos de la sociedad civil que creían en las bondades de quien se había alzado una medianoche con resultados de muertos y heridos. Se niegan a hacer elecciones y en relación a la figura presidencial, que Maduro conquistó sin esfuerzo alguno, se aferra a ésta a como dé lugar.
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