¡Cuándo se pierde la esperanza!
Una onda de desesperanza cae sobre la población. Atrapados por el desabastecimiento generalizado, las inmensas colas y la hiperinflación que devora sin piedad el valor del bolívar. No se ve salida factible y ni el Gobierno ni la oposición presentan claros y creíbles planes de contingencia. Enfrascados en una pelea política de características polarizada. Solo piensan en sus intereses partidistas y dejan a un lado los principales problemas de la gente. Concentrados en sus particulares asuntos no se ocupan de las penurias de los habitantes de esta marchita nación. Donde impera la falta de optimismo y la desconfianza ocupa cada vez más espacio entre el pueblo. No hay camino trazado para la sociedad y el pesimismo le quita fuerza al trabajo y a la creatividad general de los venezolanos. El ánimo ausente y el denuedo desaparecido hacen de esta tierra sin esperanza una realidad frustrante y estresada.
Cambios en los partidos
El diálogo ha sido bombardeado inclemente y los acuerdos llegados dividen a las fuerzas sin haber sido cumplidos. Un proyecto que pudiera ser una esperanza y a pesar del Vaticano la alta jerarquía de la Iglesia local lo ataca y trata de destruir, haciendo causa común con los sectores más radicales. Echan por tierra que el diálogo es una oportunidad para la paz y es la vía de la conciliación, en una Venezuela desesperada. Ávida de un proyecto de país que una a los nacionales y contribuya a estimular la iniciativa y el emprendimiento. Mientras estemos fracturados en la forma en que estamos no habrá paz y la desesperanza se intensificara en la población. Este es el futuro que nos espera si no hay cambios en la conducta exclusivista de los partidos políticos. Si no modifican su enfoque de hacer política y se comportan en el sentido de colocar como prioridad los grandes problemas de la sociedad. Ese es el reto de los partidos tanto del Gobierno como de la oposición. Transformarse para adecuarse a la situación. No pueden seguir actuando como si vivieran en otro país.
El diálogo ha sido bombardeado inclemente y los acuerdos llegados dividen a las fuerzas sin haber sido cumplidos. Un proyecto que pudiera ser una esperanza y a pesar del Vaticano la alta jerarquía de la Iglesia local lo ataca y trata de destruir, haciendo causa común con los sectores más radicales. Echan por tierra que el diálogo es una oportunidad para la paz y es la vía de la conciliación, en una Venezuela desesperada. Ávida de un proyecto de país que una a los nacionales y contribuya a estimular la iniciativa y el emprendimiento. Mientras estemos fracturados en la forma en que estamos no habrá paz y la desesperanza se intensificara en la población. Este es el futuro que nos espera si no hay cambios en la conducta exclusivista de los partidos políticos. Si no modifican su enfoque de hacer política y se comportan en el sentido de colocar como prioridad los grandes problemas de la sociedad. Ese es el reto de los partidos tanto del Gobierno como de la oposición. Transformarse para adecuarse a la situación. No pueden seguir actuando como si vivieran en otro país.
Dinamitan el diálogo
Sobre el proceso del diálogo se dirigen todas las miradas y por supuesto también los intereses. Es compleja su situación porque está en el ojo del huracán. En el centro del debate. Respaldado por unos y cuestionado por otros. Divide tanto a la oposición como al gobierno. Al Vaticano con la jerarquía de la iglesia Católica. A quienes impulsan “Nuevo gobierno ya” con aquellos que prefieren esperar las próximas elecciones de gobernadores y del Referendo Revocatorio. Es cuestión de tiempo y de oportunidad. Unos lo ven fácil otros difícil. Pero en fin es una guerra de cuarta generación por el poder. Por lo cual se entrega todo y se lucha con todo. Aquí no hay dobleces hay posiciones firmes y decididas. No hay respeto y no se reconocen aun cuando se han sentado en la mesa del diálogo. Cada uno trata de engañar al otro. Y la mesa del diálogo pareciera una pantomima. Una mímica de algo tan serio como el diálogo. Terrible la situación. Dramática su evolución. Aparentan una cosa y por debajo de la mesa la dinamitan.
Sobre el proceso del diálogo se dirigen todas las miradas y por supuesto también los intereses. Es compleja su situación porque está en el ojo del huracán. En el centro del debate. Respaldado por unos y cuestionado por otros. Divide tanto a la oposición como al gobierno. Al Vaticano con la jerarquía de la iglesia Católica. A quienes impulsan “Nuevo gobierno ya” con aquellos que prefieren esperar las próximas elecciones de gobernadores y del Referendo Revocatorio. Es cuestión de tiempo y de oportunidad. Unos lo ven fácil otros difícil. Pero en fin es una guerra de cuarta generación por el poder. Por lo cual se entrega todo y se lucha con todo. Aquí no hay dobleces hay posiciones firmes y decididas. No hay respeto y no se reconocen aun cuando se han sentado en la mesa del diálogo. Cada uno trata de engañar al otro. Y la mesa del diálogo pareciera una pantomima. Una mímica de algo tan serio como el diálogo. Terrible la situación. Dramática su evolución. Aparentan una cosa y por debajo de la mesa la dinamitan.
Mientras, el Vaticano sigue apostando por el diálogo en el país. Promovido por el propio papa Francisco. Quien ha girado instrucciones precisas al respecto. Y ha demandado a las partes cumplir los compromisos contraídos en el primer acuerdo de la mesa. Parece que no van jugar pelota con el Vaticano. Su carta dada a conocer es categórica en relación al cumplimiento de los acuerdos. En verdad, la autoridad moral y espiritual del Vaticano es garante de que con marchas y contramarchas el diálogo seguirá su delgado y serpenteado camino. Una ruta difícil por el grado de polarización existente. La agresión verbal de la vocería política y la estrategia de exterminio implícita en ambos campos de acción.
No hay proyecto
La población no disfruta de lo que no tiene porque carece de la seguridad de obtenerlo más adelante. Y aquí le embarga la desesperanza y el desanimo. Dedicada al día día. A resolver como puede sus problemas de alimentación y medicinas. Sin tener la esperanza de resolver sus problemas. No hay proyecto que le imprima la ilusión de resolver a corto plazo sus carencias y dificultades. O que le defina lo que quiere y desilusionada por una temática política separada de los más importantes problemas de las personas. Aislada de sus aspiraciones y restricciones. Por eso, se pierde la esperanza y el mundo se hace pequeño y nostálgico.
efecepe2010@gmail.com
fcordero@eluniversal.com
@efecepe2010
La población no disfruta de lo que no tiene porque carece de la seguridad de obtenerlo más adelante. Y aquí le embarga la desesperanza y el desanimo. Dedicada al día día. A resolver como puede sus problemas de alimentación y medicinas. Sin tener la esperanza de resolver sus problemas. No hay proyecto que le imprima la ilusión de resolver a corto plazo sus carencias y dificultades. O que le defina lo que quiere y desilusionada por una temática política separada de los más importantes problemas de las personas. Aislada de sus aspiraciones y restricciones. Por eso, se pierde la esperanza y el mundo se hace pequeño y nostálgico.
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