La turba grita, aparecen unos policías que miran impávidos la escena, dejan que lo golpeen un poco más. El hombre cae y la policía finalmente interviene. La gente se dispersa satisfecha, como si hubiesen realizado un acto heroico
– El barco me bambolea suavemente por encima de las olas. El paisaje es lánguido, los marineros se mueren de aburrimiento. Tratan de mantenerse ocupados haciendo labores cotidianas a la espera de que el viento regrese. De rato en rato levantan la vista, las velas caen sin tensión sobre los mástiles. En medio de la calma chica se concentran los malos olores y la mala sangre, ya casi no se soportan. Han decidido levantar los diálogos, justo un 6 de diciembre. Acá nadie se dirige la palabra, crecen las acusaciones. Uno no sabe bien quien tiene la culpa. El Capitán ha encerrado a algunos en los calabozos, otros han caminado por la borda. Sabe que hay problemas pero trata de mantener el control. Lo acusan de ser un hombre injusto, seguramente lo es, pero entre triquiñuelas y maldades ha logrado mantener el control y tensionar a sus adversarios hasta un punto de quiebre. Nadie sabe cuánto puede resistir la cuerda. Le han dejado ganar tiempo. Solo se deja el poder cuando no queda otra alternativa. Me persigno con descuido. A veces ni siquiera el Vaticano salva.
– Tres mujeres encadenadas en Roma de manera voluntaria. Las cámaras las siguen como si se tratase de un espectáculo. Quizás lo sea. Nunca sabremos a quien se le ocurrió la idea y preparó la logística. Las luces son intensas, se ven sus caras llenas de desesperación y angustia, uno casi llega a sentir conmiseración por el dolor que manifiestan. Este país siempre ha tenido una sensibilidad particular por las mujeres que han tenido a sus esposos e hijos presos. Yo lo sé muy bien, mi tía abuela estuvo casada con un Guasinero. La cosa empieza a cambiar cuando el discurso adquiere un tono político, uno se estremece ante lo que escucha. Nunca me imaginé que aprovecharían para hacer un mitin. Era mejor mantenerse en silencio. El dolor siempre deja una marca reconocible más allá de las palabras.
–Los Tres Comisarios de Héctor Poleo, es sin duda una obra de arte genial. Se trata de tres hombres de espalda, su identidad queda protegida por los ponchos y los sombreros que los cubren. Parecen conversar quedamente entre ellos, quizás ‘vendiendo` la suerte de algún cristiano por unas pocas prebendas (¿30 monedas?) Cuando la justicia no es imparcial los Comisarios no tienen rostro, se cuidan. Las viejas dictaduras llevaban a la gente a la cárcel sin que mediaran procesos, ajustando la Ley a los requerimientos del poder, sin que hubiese la posibilidad de defenderse. Hace ya rato que no lo veo colgado en ningún lado es como si, de alguna manera, se hubiese materializado. Sería interesante que alguien preparase una exposición y lo colocase en el centro de la misma. Pudiera ser del agrado de muchos de nuestros patriotas cooperantes. Siempre es útil tener a la mano algún espejo.
–Oigo un tumulto en las afueras. Me asomo para curiosear. La gente corre de un lado a otro. Hay un tono violento en el ambiente: increpaciones, insultos, alguien se queja. Se escuchan golpes, el tono es de persecución. De pronto la escena se abre, transita como si de una lente se tratase, mucho más cerca de mi campo de visión. El hombre protege su cabeza levantando los brazos, grita adolorido, se queja. Alguien empieza a golpearlo con un casco, la sangre empieza a fluir mientras la gente llega a una forma de paroxismo de la violencia que me hace pensar en la lógica de un Circo Romano del subdesarrollo que parecía inimaginable hasta hace unos pocos años. La turba grita, aparecen unos policías que miran impávidos la escena, dejan que lo golpeen un poco más. El hombre cae y la policía finalmente interviene. La gente se dispersa satisfecha, como si hubiesen realizado un acto heroico.
–Un hombre relativamente bastante limpio se aproxima a las bolsas de basura. Las abre lentamente con cierta elegancia. Yo diría que se trata de un jubilado. Llegó a esa conclusión porque no parece un pordiosero cotidiano, su cabeza está llena de canas y su rostro esta cruzado de arrugas. Me trasmite cierta dignidad. Aun queda algún rastro de vergüenza en su mirada. No debe ser fácil dar ese paso que lleva a alguien de proveerse por sus propios medios a hurgar en busca de unos mendrugos perdidos entre los desperdicios.
– Peter Pan se niega a crecer, quiere ser Presidente pero también un muchacho. Se niega a que pasen los años y ahora se la pasa arrecho porque le han salido canas y ha perdido frescura. Ya no es el mismo de antes. No se ha curtido aun, nunca fue a un burdel. Ya se aproximan los monstruos que intentaran devorarlo.
– Tierra arrasada. Uno puede ver por todos lados los restos de una batalla que nunca luchamos. Vivimos bajo la lógica de una postguerra imaginaria con consecuencias bastante tangibles. El Realismo Mágico tiene formas maravillosas, extrañas, terribles de mostrarse entre nosotros.
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