La lógica revolucionaria
En este país, los hechos y acontecimientos que suceden a diario, no siguen un orden lógico, son interpretados de tal manera, para dar una explicación acorde a los intereses del gobierno de turno y claro está, no asumir la culpa de sus desmanes. Es mantenerse ciegos ante su única verdad.
En Venezuela, según la percepción de los revolucionarios, no pasa nada, más bien nos embarga una excesiva calma. Por lo tanto, no hay violencia como tal, es una sensación de inseguridad, fomentada por el imperio y sus lacayos, a través de los medios de comunicación, expresada a través de las series de televisión y claro, de Spiderman, Superman y Batman, sin olvidar a Iron-Man y al Doctor Extraño.
Por ende, la televisión se ha convertido en un medio de la derecha para manipular las conciencias de los malandros. Eso explica, que los delincuentes y criminales son víctimas de la sociedad capitalista. La situación crítica de la nación, es culpa de ese 2% de medios privados amarillistas que tienen la hegemonía. Por eso, hay que crear una nueva forma de producir telenovelas, donde los protagonistas nacen libres, emprendedores y ricos, para terminar abrazando las bondades del socialismo, transformándose en pobres y miserables, para reivindicar las virtudes de la revolución.
La escasez de productos, es culpa de los comerciantes que acaparan y en algunos casos, la falta de alimentos es porque el venezolano, gracias a las políticas de protección del pueblo, come tres veces al día. O en caso extremo, la caída en la producción agrícola, es culpa de los yanquis que quieren colonizarnos.
La falta del papel moneda, es debido a los colombianos y a la burguesía rancia, que se llevan los billetes de 100 bolívares, para alterar la paridad de nuestro signo monetario con respecto al dólar, por ende, retirarlo de la circulación, es golpear las mafias que atentan contra el bolívar fuerte, por eso nuestro pueblo, de forma alegre, con su espíritu navideño, realiza largas colas, para depositarlo y quedarse sin efectivo para comprar, todo para conservar los privilegios que brinda el bolivarianismo.
El problema de la inflación, por un lado, es culpa de los empresarios, que imprimen dinero, porque siguiendo los lineamientos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, le han declarado la guerra económica a la patria de Bolívar. Y por el otro, los negociantes son usureros y juegan con el hambre de nuestros compatriotas.
La corrupción en el gobierno no es tal, es debido a los infiltrados que vienen de la cuarta república, que aprovechando las políticas de inclusión de nuestro comandante eterno, forman parte de la administración pública, pero traicionando los lineamientos del plan de la patria, aprovechan las cuotas de poder para negociar y hacerse ricos, porque ser rico es malo.
En el país, la falta de dólares es culpa de los raspa-tarjetas, del cadivismo que surgió por la mala intención de los apátridas, que aprovecharon las bondades de la fortaleza de nuestro signo monetario, para negociar con él. Sumado, que nunca se devalúa nuestra moneda, es un sistema cambiario diferente, para que siga siendo fuerte.
Los problemas de los servicios públicos, tales como la electricidad, el agua, la vialidad, la salud, el transporte, la basura, etc., es culpa de los saboteadores pitiyankis que atentan contra la estabilidad y la paz.
En fin, el doble lenguaje en estos últimos 18 años, para seguir mintiendo y manipulando a la opinión pública, utilizando todo el poder hegemónico comunicacional rojo, no se siembra la paz que se pregona.
Somos un estado rico en recursos naturales, pero estamos navegando en la indigencia. Donde lo que importa es arropar a la sociedad con injurias, injusticias y dolor, dejando como único camino, la añoranza del pasado.
Sin embargo, han tratado de silenciar a un pueblo hambriento de democracia y sediento de libertad. Pero sin despeinarse, siguen en la senda de mentir sin rubor, cambiando la realidad sin vergüenza. Los revolucionarios adulteran y falsifican la verdad, porque lo que desean con todas sus fuerzas, es que el venezolano esté siempre un paso detrás de la esperanza.
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