¡Solución!: ¡elecciones; elecciones!
Una plétora de “cronistas de izquierda” persiste en lavar sus culpas por el fracaso socialista con argumentos que van desde el declive generacional reflejado en “la cuarta” hasta la perturbación instituida por el malvado capitalismo. Los aturdidos rebeldes, resteados con su cuota de poder, no saben ahora a qué concepción pertenecen ni cómo vencer la perplejidad que a diario los apesadumbra ante el reclamo del pueblo. La mayoría de ellos, al igual que los demás, padecen, aunque en silencio, la dura realidad reducida por una brutal insuficiencia que envuelve el mismo hábitat en que se mueven.
No es un milagro pues que más del 90% del país visualice el presente como una trama oscura que no logra dilucidar y un futuro expectante muy confuso. El ciudadano se rebela con justificado temor contra un “teatro revolucionario" que lo aísla del progreso. El gobierno, por su parte, se escandaliza por el cariz bullicioso de las protestas siendo que “el bravo pueblo” disfruta del socialismo igualitario y justo.
Consciente de su impericia, el régimen no escruta los conflictos con rigor por falta de aptitud cívica. No sabe hacerlo. Bajo ese escenario, la masa, carente de conectores estatales que lo protejan, no advierte un juicio oportuno de orden y seguridad. Pero como la multitud no se esfuma por acto de magia, opta por la cotidianidad defectuosa. Aprendió a soportar la adversidad política de modo cívico pero por períodos finitos tal como ocurre en toda democracia. Pero el hambre, ciertamente, no puede ser postergada.
Mientras la mayoría de países latinoamericanos, para no citar “los grandes”, crecen con consecuente bienestar para sus pueblos, nuestra acción se perpetúa en la pasividad. Por su parte el gobierno carente de metas y atiborrado de corrupción prosigue con el “desorden conveniente”. Substituye la discusión por cadenas banales y hasta ofensivas. Los jóvenes, y los no tanto, emigran del tremedal buscando los espacios de desarrollo que le han confiscado. El gobierno ha ungido una especie de desarreglo con categoría institucional sin importarle que sea la vía segura hacia la ruina.
¿Y el pueblo?: ¡Pues ya se adaptará! El establecimiento de una cultura de adaptación, coherente con sistemas de corte marxista, pretende ser instituido en Venezuela país sin importar la ignominia ni los vicios que ocasiona. Estamos presenciando “a la fuerza” un proceso de depravación de los sistemas judicial, monetario y educativo, entre otros. Tópicos de soltura imperialista que molestan a la revolución. Todo debe supeditarse a un estatus de felicidad superior como el que pernocta en el feliz mundo de Cuba. ¡Bien por los hermanos Castro!
La reacción del pueblo debe dejarse ver con más fuerza sobre todo cuando la libertad se hace precaria. Hay que unificar esfuerzos para construir esquemas futuros de desarrollo viables para desmontar la enredada maraña montada por el régimen. El chavismo persiste no en instituir el progreso sino en sembrar el culto a la personalidad de héroes revolucionarios inmortales aunque apenas estemos al inicio del siglo XXI. ¡Si no existen esos titanes, pues los parimos!
La transculturización consumada sobre todo de los últimos 60 años, esconde la leyenda del llano y sus centauros; así como el joropo, la alpargata y el jefe civil de franela blanca y ancha con dos tallas más. En consecuencia la modernidad como intrusa que impide el progreso en atención a nuestras formas naturales, debe ser erradicada. Así el sufragio se hace irrelevante pues los asuntos del socialismo se deben a un estamento de Estado superior”.
El país sale de este atraso sólo mediante el voto de sus ciudadanos. Cualquier otra fórmula como la expuesta por algunos “afiebrados/as twiteros” es tan jactanciosa que hasta se parece a las del oficialismo. La lucha unificada de la MUD debe concentrarse en lograr fechas para las elecciones regionales como primer paso para recuperar el poder en las presidenciales del 2018. Todo lo demás es utopía.
miguelbmer@gmal.com
@MiguelBM29
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