viernes, 26 de mayo de 2017

Anotaciones sobre el Decreto de Guerra a Muerte

Anotaciones sobre el Decreto de Guerra a Muerte; por Federico Vegas

Por Federico Vegas | 25 de mayo, 2017
Fotografía de AVN
Fotografía de AVN
I
“La crueldad, como cualquier otro vicio, no requiere de ningún motivo, solo de una oportunidad”, escribió la novelista inglesa George Eliot.
Venezuela se ha convertido en un arquetipo de este axioma al entrar de lleno en una crueldad tan desatada como un vicio sobrealimentado por traficantes.
Otro escritor inglés, poeta y también de apellido Eliot, nos advertía:
Abril es el mes más cruel: engendra
lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias primaverales.
Le hemos dado la razón, quizás demasiada, porque mayo también está siendo el mes más cruel y junio continuará despertando raíces y anhelos que algunos creyeron inertes.
El motivo y la oportunidad de tanta crueldad se está centrando en un conflicto entre civiles y militares, una relación que siempre ha sido movediza, como esas arenas que pueden tragarnos al no ofrecer un apoyo firme y duradero. Si revisamos nuestra historia ha habido un predominio del poder militar frente el poder de los civiles. Sobre el presente estado de esta errática evolución, debemos precisar dos puntos de los cuales se puede discutir su proporción pero no su esencia:
1. Quienes sostienen a Maduro son sus más decididos opositores, me refiero a la inmensa mayoría de civiles que con su rica y compleja profusión de profesiones y oficios todavía mantienen al país funcionando.
2. Quienes defienden a Maduro son los militares, manejados por la pequeña camarilla de civiles que dicen dirigirlos.
Con estos dos puntos quiero señalar que no hay proporción entre las partes en conflicto. Una es mucho mayor en número y en aportes a la vida del país, la otra es menor en número y oferta de producción y servicios.
Para explorar qué significa ser un militar nos conviene empezar con Simón Bolívar. Él es el paradigma, la referencia más amplia y aleccionadora, y considero que el más civil de los militares. En su vida se dieron todos los infortunios y todas las glorias con la intensidad de los héroes trágicos.
II
Cuando mi padre se afeitaba en las mañanas solía recitar frente al espejo un poema de Tomás Ignacio Potentini sobre Bolívar. Papá era algo lampiño y no solía pasar de las primeras estrofas:
Cuentan que tuvo en su Faz
lo que salva y lo que aterra
rayo de muerte en la guerra
y arco iris en la paz.
¿Cuál era ese rostro que aterraba y esa luminosidad que buscaba la paz?
Se ha escrito mucho sobre el pensamiento de Bolívar, pero nadie con la elocuencia y profundidad de su pluma, un recurso que nos permite conocerlo tanto desde afuera como desde adentro.
En 1797, a los catorce años, Bolívar ingresa en el batallón de milicias de los valles de Aragua. Año y medio después se gradúa de subteniente. Hasta donde sé, allí termina su educación estrictamente militar. En 1812 es nombrado jefe civil y militar de Puerto Cabello, ciudad que pierde a manos de los Realistas y lo obliga a huir de Venezuela. Al año siguiente ya ha realizado la llamada “Campaña Admirable”. En muy poco tiempo ha pasado de su primera derrota y un episodio oscuro que lo involucra en la traición a Miranda, a recibir el título de “El Libertador” cuando entra triunfalmente a Caracas. Tiene solo treinta años. Aún le faltan más de diez años de batallas.
Es evidente en sus cartas y manifiestos que poseía una cultura profunda y extensa. Podemos decir que su formación en una escuela militar fue breve y superficial. Será en el fragor de la guerra y en su amplia visión de humanista donde va a encontrar la sabiduría para lograr sus metas. Leyó las obras de Tito Livio, Polibio, Julio César y Maquiavelo. En estos libros no solo va a encontrar enseñanzas de estrategia militar, también se adentrará en un amplio concepto de la historia de la humanidad fundado en su pasión por Locke, Rousseau, Voltaire, Montesquieu. Esta visión global, que cubre siglos y continentes, va a perfilar su idea de qué significa una verdadera independencia y cuál debía ser el destino de América del Sur.
Logró lo que parecía imposible, pero no tuvo tiempo ni salud para cumplir uno de sus mayores deseos: retirarse a leer y escribir. ¡Qué ofrenda hubiese sido que él mismo nos hubiera contado su vida entera, incluyendo sus amores y sus lecturas! Ese anhelo lo presenta como su gloria y su venganza:
¡Caraqueños! Nacido ciudadano de Caracas, mi mayor ambición será conservar ese precioso título. Una vida privada entre vosotros será mi delicia, mi gloria y la venganza que espero tomar de mis enemigos.
III
Cuando empezaron a formarse en Caracas clubes de lectura, Luis Yslas nos comentaba que el club ideal sería el ejército. Es interesante la idea de un batallón leyendo el Infierno de Dante, o una compañía de blindados comparando la Ilíada con la Odisea. Entrenados para ser obedientes, todos los soldados entregarán su reporte sin falta y grandes contingentes de futuros oficiales se irán haciendo más cultos. Aquí radica el dilema que preocuparía al Alto Mando: la cultura nos hace fuertes y al mismo tiempo frágiles, sensibles, y son tantas las órdenes que requieren actuar más que pensar. No me refiero a que los marinos le teman al mar después de leer Robinson Crusoe, o que los francotiradores, que ahora nos tienen en su mira, se hagan más francos y menos tiradores. Es algo más profundo y provechoso para una nación. Polibio, uno de los autores cuyos escritos frecuentó Bolívar, lo asoma: “No hay testigo tan terrible ni acusador tan potente como la conciencia que mora en el seno de cada hombre”.
Y no existe un oficio que exija más humanidad y conciencia que ser un militar. Está implícito en su formación los extremos de asesinar y ser asesinado, y no hay decisión más definitiva que generar la muerte o la mutilación del prójimo. Manejarse en los escenarios de la violencia con cordura requiere una clara noción del valor de la vida propia y ajena. Quienes son entrenados para salvaguardar o eliminar, proteger o arrasar, se encuentran permanentemente al borde de la barbarie y de las más graves faltas a los mandamientos. Un militar armado y rodeado de civiles desarmados, que está obligado a obedecer ciegamente las órdenes de sus superiores, puede estar sometido a una decisión cercana al martirio. Si decide que la orden recibida no es justa seguramente pasará de ser victimario a ser víctima.
El actual gobierno no es solo corrupto (como han sido todos en mayor o en menor grado), es además corruptor, uno de sus principales medios para estructurar y mantener su poder. Genera “corrompimientos”, sistemas de corrupción que se le imponen al funcionario y al ciudadano al no darle otra opción. Si este mecanismo, que genera graves conflictos con los principios morales, ha dominado a jueces y hombres como Dudamel o Alberto Vollmer, qué podemos esperar del alma de un joven soldado aislado y vigilado en su regimiento.
Estas situaciones críticas que pueden convertirse en abismos sin retorno, nos señalan que las enseñanzas más importantes de Bolívar no son sus estrategias militares, sino sus consideraciones sobre los límites y los extremos que enfrentamos mientras se logran los ideales que están más allá de las metas.
IV
En este sentido, el episodio más extremista y controversial en la vida de Bolívar es su “Decreto de Guerra a Muerte”, redactado en Trujillo durante esa Campaña Admirable a través de nuestros Andes. Está dirigido a sus “conciudadanos venezolanos”.
Leamos con calma una parte:
Tocados de vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experimentar los bárbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte; que han violado los derechos sagrados de las gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes; y en fin han cometido todos los crímenes, reduciendo la República de Venezuela a la más espantosa desolación. Así, pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia y mostrar a las naciones del universo que no se ofende impunemente a los hijos de América.
Este dramático texto puede leerse desde muchos ángulos e inclinarse a favor de tendencias opuestas. La camarilla del gobierno puede calificar de “bárbaros españoles” a la oposición, a la burguesía y al imperialismo yanqui, expandiendo la referencia a la Cuarta República. Otros dirán que los invasores son los cubanos. Pero hay un presente que ya lleva andado demasiado tiempo con tan desaforada intensidad y efectos tan evidentes que es imposible no ver los hechos que arrojan a nuestros ojos. Se trata de un presente cuyo único futuro es aceptar su condición de oprobioso pasado, pues ya el mundo entero sabe quiénes han dirigido la rapiña y la aniquilación, quiénes han violado los derechos sagrados del pueblo, quiénes han infringido tratados solemnes, quiénes han traído la desolación a nuestros campos e industrias, quiénes han infectado con su monstruosidad hasta los tuétanos de nuestra vida y deben ser escarmentados en justa proporción a su perfidia.
La mayor enseñanza de Bolívar está en su argumento de cierre, donde se unen la faz que aterra y la paz que avizora. Aquí nos presenta rigurosamente la mayor de las crueldades y la más amorosa de las promesas:
Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.
Es discutible si era válida una oferta de muerte que incluía a los prisioneros. Algunos la defienden argumentado que la guerra a muerte ya era un hecho. La verdadera novedad es la oferta de vida a los americanos aun siendo culpables, al ofrecerles:
… una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades; el solo título de Americanos será vuestra garantía y salvaguardia. Nuestras armas han venido a protegeros, y no se emplearán jamás contra uno solo de vuestros hermanos.
Esta garantía no necesita defensores y es digna de mantenerla como símbolo y designio del espíritu de nuestra nación.
El discurso del actual gobierno constituye un decreto de Guerra a Muerte, unas veces velado y otras cada vez más manifiesto, contra los venezolanos que lo adversan. El desarrollo de los hechos avanza en esta dirección. Diosdado nos advierte con su mazo que no imaginamos de lo que son capaces de hacer. Otras amenazas ya son viejas, como Vielma Mora jurando que le quitara las tierras a los ganaderos opositores. He visto a un militar con un chaleco antibalas tan grueso que no puede manejar la varita mágica con que señala la maqueta de una Caracas pastoral, detallando con emoción cómo la defenderá de los invasores. Nunca hablará de los miles de cubanos, y tampoco de un gobierno que ha dividido y empobrecido nuestro país al borde de la mendicidad, hasta convertirlo en presa fácil de invasores dispuestos a echar mano a las riquezas que guardamos bajo nuestra tierra. El verdadero propiciador de invasiones es el propio gobierno que nos ha debilitado a los bordes de la agonía.
Y luego están los hechos. Asesinatos de estudiantes programados para que sean proporcionales, es decir, una calculada ración diaria suficiente para amedrentarnos. Y las armas cada vez más letales, y la incorporación de grupos cada vez más apartados de nuestras Fuerzas Armadas en un proceso creciente dispuesto al exterminio y la aniquilación. La nueva proclama establece:
Venezolanos, cuenten con la muerte a menos que permanezcan indiferentes. Gobernantes, contemos con la vida mientras continuamos siendo culpables.
V
Espero en una próxima entrega hablar de Eleazar López Contreras, un militar que encontró la calma y la cordura, y la cultura política, para encontrar un camino hacia la democracia transitando entre extremos. Era el Padrino López de la época, ministro de Defensa de Juan Vicente Gómez, el hombre que durante más años ha dominado el país. A la muerte de Gómez, logró sofocar un conato de rebelión propiciado por la camarilla más cercana a Gómez, decretó la libertad de los presos políticos, invitó a los exilados a regresar al país y restableció la libertad de prensa. Reformó la Constitución en julio de 1936, rebajando el periodo presidencial de 7 a 5 años, cláusula que se aplicó a sí mismo. Trajo progreso y paz. Fue justo, y será siempre un ejemplo de que nuestros militares deben estar al servicio del futuro de nuestros hijos.
Federico Vegas 

Comentarios (8)

Arichuna Silva
25 de mayo, 2017
Excelente. Volvamos a Bolívar.
Estelio Mario Pedreáñez
25 de mayo, 2017
Siempre es un placer leer al brillante escritor Federico Vegas y comparto gran parte de sus opiniones, no todas. 4 NOTAS: 1) Simón de Bolívar nunca traicionó a Francisco de Miranda. En 1812 participó en su arresto, ya que en unión de otros oficiales patriotas indignados por la apresurada y cuestionada Capitulación ante el realista Monteverde, quiso enjuiciarlo y fusilarlo, pero el Comandante Militar de La Guaira (el Coronel De Las Casas, nombrado por Miranda) los traicionó y lo entregó a Monteverde y se pasó al bando realista. Bolívar trató a Miranda de “traidor” y “cobarde” y en su época nadie le reclamó a Bolívar por esto. Hasta los hijos de Miranda, ya hombres, viajaron desde Inglaterra y buscaron el apoyo de Bolívar. Se dijo que Miranda capituló porque estaba decepcionado, viejo y cansado, lo cierto es que nunca antes comandó en jefe un ejército y como Generalísimo fracasó. Le faltó el temple y la tenacidad de Simón de Bolívar, quien en 1818 ante noticias europeas de un gran…
Estelio Mario Pedreáñez
25 de mayo, 2017
…esfuerzo del Rey de España y sus aliados extranjeros para expedicionar contra Tierra Firme, formalmente declaró ante el mundo que combatirían contra Europa y el mundo entero sí fuera necesario y solo vendrían a enseñorearse sobre ruinas y desiertos, sobre puros cadáveres, porque primero todos los patriotas morirían en los campos de batalla, con las armas en las manos, en una proclama histórica (ESTOY ESCRIBIENDO DE MEMORIA) que pudo inspirar al británico Winston Churchill cuando Gan Bretaña, sola ante la aparentemente invencible Alemania Nazi a inicios de la II Guerra Mundial, no aceptó la oferta de paz negociada de Hitler y dijo que si al Imperio Británico le llegaba su hora final, la hora de su derrota, ésta llegaría combatiendo en los campos de batalla, nunca en la claudicación. En 1812 Miranda logró embarcar su gran archivo en una fragata de guerra británica. 2) “La Guerra a Muerte” la inició el gobierno español contra los patriotas, tratados como criminales insurgentes,…
Pasante
25 de mayo, 2017
Le agradezco tanto que aparezca Ud. en estas horas con estas palabras que alivian. También estremecen pero quiera Dios desciendan y se eleven al nivel en que estamos cada uno de los que continuamos “viviendo” en este país y afuera. Vuelen! Amén.
douglas
25 de mayo, 2017
Un historiador faccioso e incendiario llamado Tácito (los calificativos pudieran provenir de Camille Desmoulins o del historiador Henri Wallon) afirmaba: “Sólo los déspotas torpes se sirven de las bayonetas; el arte de la tiranía está en hacer las mismas cosas, pero con los jueces”. Ojalá que la pudibundez no me censure esto que digo. Soy un viejo y no acepto que me ronde la imbecilidad.
Alfonzo Burgos
25 de mayo, 2017
Birth of a World: Bolivar in Terms of his Peoples (1951).LIbro escrito x Waldo Frank en el cual hace un interesante analisisdel decreto de guerra a muerte. Sr Federico Vegas me ha gustado su articulo.
Eddy
25 de mayo, 2017
” Era el Padrino López de esa época…pero, qué mas? El de hoy, el actual, es su antítesis…aquel pudo obedecer ciegamente al dictador,pero este se arrodilló al dictador mas longevo del planeta; aquel abrió la puerta de los derechos humanos, el ministro de defensa de ahora los ahoga en gases lacrimógenos, balas, represión en general, juicios militares, y asesinatos.Hasta su familia se siente manchada por su actuación. En cuanto a la reseña …excelente…Y la frase que sigue del poema de Tomás Ignacio Potentini: Y cuándo creyeron quizás, que se cansaba su brazo, hizo en América un trazo y volando casi loco, con aguas del Orinoco fue a regar el Chimborazo”. Genio extraordinario nuestro Simón Bolívar
Jesus Salcedo
25 de mayo, 2017
Texto magistral.
Una respuesta simple a este nuevo y aun mas terrible decreto según nos ilustra Federico Vegas, es la elección de nuevos gobernantes. Proceso truncado al no permitir el revocatorio. Para que le demos una oportunidad a la bondad, a la humanidad venezolana.

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