Desquicio constituyente
La propuesta de una nueva constituyente la hace Maduro y su gavilla de insensatos en el mayor momento de su impopularidad, ya transformada en abierto repudio
A contracorriente de todas las advertencias, todos los razonamientos jurídicos y, lo que es peor, a espaldas del sentimiento mayoritario del pueblo, ese que según el 347 de la Constitución “es el depositario del poder constituyente originario”, el grupito en el poder ha comenzado a armar su demencial juguete, el cepo de campaña con el cual piensan sojuzgar mientras vivan la voluntad soberana del pueblo venezolano.
Hace años el desaparecido teniente coronel propuso en una de sus maratónicas alocuciones que cada ejemplar de las miles de toneladas de pollo que estaba importando desde el sur del continente recibiera el nombre de “El Soberano”. Nos preguntábamos si hablaba en serio o era una de sus tantas burlas macabras, pero al margen de ello ya para nosotros no cabía duda que de acuerdo a las ejecutorias del hoy difunto caudillo el pueblo, el soberano no representaba más que eso: un pollo desplumado y despescuezado.
Si quedaba alguna duda aquí lo están demostrando sus herederos. Aquí estoy yo, parece decir el camarada Jaua, al frente de la comisión que será forjadora de la paz, la estabilidad y el progreso eternos para Venezuela, lo que equivale a decir que las casi dos décadas que han pasado en el poder manejando casi todo el poder político e institucional y la más ingente suma de dinero que hayan ingresado a las arcas nacionales no han servido absolutamente para nada y muchísimo menos para traerle paz y prosperidad al pueblo venezolano. Así ha quedado registrado para la posteridad esa ignominiosa historia.
Cuando en el año 99 fue aprobada la vigente carta magna, la propuesta de una asamblea nacional constituyente venía siendo objeto de discusión desde siete años antes cuando se produjo la intentona golpista de quienes hoy desgobiernan Venezuela. Fue además oferta de campaña del candidato ganador, quien a raíz de su victoria vio potenciada su popularidad y sus posibilidades de llevar a cabo la iniciativa constitucional que, no obstante, al ser consultada al pueblo dejó un alto índice de abstención.
La propuesta de una nueva constituyente la hace Maduro y su gavilla de insensatos en el mayor momento de su impopularidad, ya transformada en abierto repudio, cuando es evidente que vienen rehuyendo toda medición electoral, como quedó demostrado en los casos del referéndum revocatorio y las elecciones de gobernadores y alcaldes, con las cuales siguen en deuda. Por ello, la única manera de que estén hablando de una consulta popular es que lo que verdaderamente traman sea una marramucia electoral, de lo cual la primera evidencia es el anuncio de que no habrá referéndum para preguntarle al depositario del poder constituyente originario si está de acuerdo con que su activación es lo que procede en la dramática hora que vive Venezuela.
Los rasgos que asoman de la nueva propuesta constituyente es un aviso claro de que la cúpula gobernante no intentará darle nuevos derechos a los venezolanos. Todo lo contario, menguará, desfigurará, arrebatará mucho de los consagrados en la Constitución vigente y que ellos mismo se encargan de vulnerar y arrebatarle a los venezolanos.
Con el cinismo de siempre, han dicho que esta es una fórmula para la paz cuando saben perfectamente que están cerrando las salidas pacíficas. Si el soberano no se puede expresar en las urnas de votación, lo seguirá haciendo en las calles. Toda conducta distinta será suicida.
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