El paquete chileno
Señora Fiscal, usted misma ha develado el delito en su carta al cómplice de Elías Jaua. Usted ejerce la acción penal, proceda entonces
El famoso “paquete chileno” fue una truhanería popular que consistía en una caja tirada en la calle que era encontrada por cualquier pendejo que abriría su parte superior y vería algunos billetes verdaderos. Cuando el pendejo abriera el paquete de manera completa, se encontraría con periódicos a granel en el fondo. Bueno, con ese mismo cariz se puede apreciar la propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente de Nicolás Maduro, un planteamiento que tiene todas las características de un “paquete chileno”, presentado en mala hora a la sociedad venezolana.
La estafa se aclara, pero en la voz de varios de los, paradójicamente, encargados de ofertar el fraude, porque comienzan diciendo que esa Asamblea Nacional Constituyente “no es una Asamblea Nacional Constituyente”; me explico: según el artículo 347 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, “todavía vigente”, una Asamblea Nacional Constituyente tiene la finalidad primordial de redactar una nueva constitución que contendría el diseño de un nuevo modelo de Estado y de un nuevo ordenamiento jurídico. No obstante, ¡Dios mío!, la desfachatez es tal que, de manera desvergonzada, varios de los más connotados voceros pregonan que no, no es así; esa Asamblea es…; bueno, mejor cito para compartir la risa o la arrechera:
Dijo el exconstituyentista Isaías Rodríguez, nuestro flamante embajador en Roma, donde hace un par de días un grupo de venezolanos le gritó asesino, que “la Asamblea Nacional Constituyente no plantea hacer una nueva constitución”. Dijo también ese caradura llamado Aristóbulo Istúriz, que “no está planteada hacer una nueva constitución”; y dijo el sin par esperpento de la jurisprudencia acartonada, llamado Herman Escarrá (un personaje que se me parece a ese intelectual gordo seboso llamado Juan Vicente González, cuyas líricas a favor de la oligarquía conservadora más bien estimularon un levantamiento popular dirigido por Ezequiel Zamora), que "la Constituyente no se trata de una nueva Constitución, solo modificará la Carta Magna".
La otra manera de apreciar la estafa es con los propósitos que persigue el propio Maduro de instalar ese aquelarre; son nueve en total, y es fácil entender que los mismos no obligan a hacer una nueva constitución, sino que en su mayoría son materias relacionadas con el cumplimiento fehaciente de la actual constitución por parte de los actores públicos, gubernamentales y privados que liderizan la sociedad, o simplemente que se cumplan las leyes ya establecidas, o en todo caso, si se quiere llevar todo eso a una competencia de modificación constitucional, lo expresado como objetivos se corresponden con la enmienda o la reforma, figuras bien claras en la Constitución actual. Hay dos propósitos de Maduro que rayan en lo irónico y hasta en lo ridículo: el primero, referido “a garantizar la paz”, y el último, concerniente “a preservar la vida en el planeta”.
En fin, viendo todas esas expresiones, se descubre el hecho punible y fraudulento. Una Asamblea Nacional Constituyente es para redactar una nueva constitución, y punto; lo demás que se invente en relación a agregados o sustituciones es enmienda o reforma, tal como lo plantea la misma carta magna en sus artículos 340 y 342; de tal manera que lo que dice Escarrá y los demás es una “confesión de parte, relevo de pruebas”.
Estamos entonces ante un intento de estafa; es un hecho punible; es un delito lo que hace Maduro y sus acólitos; cárcel con él y con Tibisay, quien debió negarse a recibir su propuesta “mal parida”, por lo que es cómplice.
Señora Fiscal, usted misma ha develado el delito en su carta al cómplice de Elías Jaua. Usted ejerce la acción penal, proceda entonces.
Vallejobelis3@gmail.com
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