La represión vivida desde Argentina
“No sé qué es mejor, si estar lejos y presenciar que los tuyos están pasando por esa situación, donde no sabes qué les pueda llegar a pasar, o estar ahí y vivirlo para saber que ellos están bien”
Buenos Aires.– Una treintañera que decidió emigrar hace unos meses a Argentina cuenta cómo experimentó la represión a través de lo que su madre le contaba vía WhatsApp. Ella no quiere que su nombre sea mencionado, pues teme que le puedan hacer daño a sus familiares.
“Estaba en mi trabajo y empecé a ver las noticias por Twitter a las 8 de la mañana de allá y me enteré de lo que estaba pasando. Inmediatamente le escribí a mi mamá y me dijo que sí. Ella vive en la Torre 7 de las residencias de OPS; está alejada de la avenida, para llegar allí hay que subir seis torres primero.
Desde donde estaban no venían mucho, pero sí escuchaban detonaciones en las torres de más abajo. Mi primo que vive en la torre cuatro avisó a esa hora que las tanquetas habían entrado a las residencias.
Como a las 8:40 de la mañana de allá, mi mamá sube a casa de mi hermano que es un piso más alto y me empieza a mandar fotos del Conas. Están vestidos de negro, con capuchas negras y están en la montaña, muy cerca de los apartamentos, disparando bombas lacrimógenas y perdigones hacia un colegio que se llama Los Picachitos. También disparan hacia unas casas que están detrás y hacia las torres de abajo. Me mandan notas de voz con los vecinos gritando ‘asesinos’, ‘vienen por ahí’. Se escuchaban muchos gritos y cacerolas también. Muchas detonaciones y muchos disparos.
Poco a poco comenzaron a subir. Duraron más o menos desde las 8:40 hasta las 10:30 con eso. A las 10:30 am me mandan un mensaje que dice: ‘ya entraron a la torre 7’. Durante unos 15 minutos no me contestaron. Viví mucha angustia, porque uno no sabe si se están metiendo a los apartamentos.
Después de ese mensaje pasaron como 15 minutos sin que me contestaran. Muy preocupada le preguntaba a mi vecina si me podía contar qué había pasado. Me imaginé muchas cosas. Por lo menos que entraban a los apartamentos o que estaban tirando bombas. Pensé que mi abuela que tiene 92 años o mi vecinito que tiene tres se podían asfixiar. Fueron unos minutos muy angustiantes hasta que mi hermano mayor me empieza a mandar notas de voz y me dice que sí, que efectivamente entraron, que hay muchos gritos y ruidos en planta baja. Él vio a efectivos del Conas y de la Guardia Nacional saliendo con unos carritos de mercado que estaban en planta baja (unos cuatro carritos para los vecinos que llegaban con el mercado).
Mi vecina, la mamá del niño, me escribió y me puso que fue horrible, que subieron por las escaleras, que la gente gritaba, que lanzaron bombas lacrimógenas en la escaleras, que el humo empezó a entrar a los apartamentos. Luego los vieron salir del edificio, pero no querían bajar porque no sabían si habían salido todos. Después empezaron a decir por Twitter que estaban en la azotea y yo les decía que no salieran al pasillo. Fue horrible de verdad.
Mi mamá metió a mi abuela en el cuarto y le dijeron que le subiera el volumen al televisor para que no escuchara tanto las detonaciones y no se pusiera tan nerviosa por la edad. A mi vecinito le decían: ‘Esos son muchachos que están echando broma’, pero igual estaba muy asustado por todos los gritos y por todo lo que pasó en ese tiempo.
Más o menos 20 minutos después me empiezan a confirmar que ya se fueron. Pudieron bajar a planta baja. Todos los carros los destrozaron, tumbaron las motos y en la planta baja del edificio rompieron vidrios. A las tres de la tarde permanecían en la casa, no podían salir. Lo que se veían eran tanquetas en la avenida. Mi mamá dice que siente mucha zozobra, porque no se sabe qué pueda pasar. Todavía no hay lista de detenidos, aunque sabemos que se han llevado muchísimos. Estamos con mucha incertidumbre y muy preocupados.
Los mensajes de allá son de ‘quédate tranquila’, ‘estamos bien’. Pero en las notas de voz se escuchan detonaciones, se escuchan gritos y ese ‘estar bien’ uno sabe que no es tan así. Es muy frustrante que tengan que pasar por todo esto. Así lo viví hoy y lo he vivido todos estos días desde que San Antonio ha estado así. Donde hay mucha incertidumbre. Donde mi familia sale en la mañana a ver qué encuentra para comprar, para comer y donde, por supuesto, se preocupan que si no hay más comida qué van a comer.
No sé qué es mejor, si estar lejos y presenciar que los tuyos están pasando por esa situación, donde no sabes que les pueda llegar a pasar o, de repente, estar ahí y vivirlo para saber que ellos están bien.
Trabajar en este momento es imposible. No hay manera de concentrarse. Desde otro país es muy jodido, porque uno está aquí viviendo una vida rodeada de personas ajenas a la situación que está pasando en tu país. En estos momentos tan fuertes que le pasan cosas a personas tan cercanas uno tienen que seguir trabajando y es muy jodido estar en dos lugares al mismo tiempo”.
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