La Constituyente, políticamente muerta
La única opción disponible para la feligresía chavista ante una circunstancia que los contradice por completo, consiste en el disimulo. Simular consultas, contenido, debate fértil
Algunos expertos de derecho han desaconsejado el empleo de mayores recursos argumentales, para intentar rebatir los fundamentos de la Constituyente Comunal que pretende llevar adelante el Gobierno. Se supone que sus inconsistencias son lo suficientemente notorias; que son demasiados los principios constitucionales vulnerados al mismo tiempo como para andar divagando con matices que nos confirmen lo obvio.
Podríamos ejercer una interpretación algo más política, desprovista y natural del tema. A cualquiera le podría quedar claro que la Constituyente chavista ha sido recibida, como era previsible, con enorme rechazo, dentro de los parámetros mismos del entorno postchavista, y que, como idea, ha nacido muerta. No colecciona simpatías. No pudo ser comprendido por la sociedad independiente ubicada allende de la MUD, aquella a la cual el chavismo estaba buscando seducir.
Antes bien, lo que colecciona la Constituyente Comunal, dentro de las filas rojas, son crecientes pronunciamientos en contra. Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio, Jorge Giordani, Nicmer Evans, Miguel Rodríguez Torres. Juan Barreto, Rafael Ramírez, Mari Pili Hernández, Eustoquio Contreras. La Ex Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, y, al menos, tres Magistrados activos del TSJ. Luisa Ortega Díaz, y tras de ella, con mucha probabilidad, sectores consolidados del Ministerio Público. Los ecos del desacuerdo se escuchan, de acuerdo a reportes cada vez más insistentes, dentro del propio seno de las Fuerzas Armadas.
En torno a la Constituyente, los números que vienen saliendo de los últimos sondeos de opinión son demoledores y elocuentes. Estaría siendo rechaza por un porcentaje muy cercano al 80 por ciento de la población, dígito superado sólo por los escalados índices de rechazo y desaprobación que ofrece la propia Presidencia de la República.
La única opción disponible para la feligresía chavista ante una circunstancia que los contradice por completo, consiste en el disimulo. Simular consultas, contenido, debate fértil. Simular consecuencia, honestidad y coherencia institucional. Simular normalidad, e imaginarse una Constituyente masiva, que dé al traste con la sociedad burguesa, como probablemente habría debido ser. Un sitio del cual emerja, desde las raíces mismas de lo popular, una auténtica República Bolivariana y Socialista.
Jaua sabe que esa aproximación no es compartida por casi nadie en Venezuela. La Constituyente comunal se va a encontrar de frente con la sociedad organizada y de lo que se trata es de imponerla. Para eso, Jaua se coaliga con Tibisay Lucena, Tanya D´Amelio, Elvis Amoroso, Cilia Flores, Maikel Moreno, Tarek El Aissami, y Vladimir Padrino, entre otros cabecillas complotados, en el desarrollo del Golpe de Estado iniciado en enero de 2016, para dejar sin efecto el contenido y el carácter moralmente obligante del voto.
Un golpe cuyos contenidos, recién ahora, vienen quedando completamente claros, y que sale a la escena cuando toda la sociedad despierta.
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