El día que saquearon ‘El Fortín’; por Helena Carpio
Por Prodavinci | 30 de junio, 2017
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La madrugada del martes 27 de junio, los saqueadores vaciaron más de cincuenta mostradores en los Almacenes El Fortín, una tienda de ropa ubicada desde hace 30 años en el centro comercial Palo Verde, cerca de Petare, la barriada más grande de Caracas. Tres camisas desarregladas, todavía dentro del envoltorio transparente, yacían regadas sobre una mesa, al fondo del local, junto a cuatro maniquíes sepultados en el piso entre vidrios, carteles con precios y restos de ganchos de ropa.
A las 7:30 de la mañana, un empleado de la tienda llamó al gerente general, José Patiño, y le contó que casi doscientas personas saquearon seis locales del centro comercial en menos de una hora. Patiño se comunicó con los demás empleados y se trasladó a Petare para constatar cómo quedó el lugar: “Cuando llegué, vi la tienda saqueada. Se llevaron todo, hasta los ganchos de ropa”.
Patiño comenzó a trabajar en El Fortín durante las vacaciones de diciembre en 1984. Limpiaba vidrios. Los talleres para confeccionar ropa iniciaron operaciones a finales de los años 60. Tres décadas después, Patiño se convirtió en el encargado de velar por el funcionamiento de los almacenes. “En los 70 inauguramos la primera tienda. Empezamos con talleres pequeños de veinte personas y llegamos a fabricar un millón de prendas al año, con talleres de casi doscientos empleados. Toda la materia prima se encontraba aquí y vendíamos barato porque podíamos fabricar todo”.
La tienda El Fortín de Palo Verde tiene 30 años en el mismo local. Nunca había pasado algo similar. “Primera vez que veo saqueos aquí. Nos habían robado, pero nada así”.
En menos de una hora, la tienda perdió todo su inventario; más de 150 millones de bolívares. Se llevaron unas 1200 unidades de ropa. “Es mucho más, porque esas eran solo las piezas que estaban en los ganchos. También se llevaron la mercancía que estaba sobre los mesones, en las vitrinas, en todos lados”, explicó Patiño.
“Siento mucha impotencia porque ese es mi trabajo. Uno vive de esto. Los trabajadores directos y yo. Esto es un acto vandálico, no de gente con necesidad. Es robo. Más nada”, lamentó mientras esquivaba las mesas vacías.
El gerente general pasó toda la mañana paseando por el comercio, barriendo, recogiendo y haciendo inventario de lo que se robaron. Cada hora descansaba apoyado sobre una mesa, viendo fijamente el piso. No había nada donde fijar la mirada. Las paredes estaban vacías, no tenían ni percheros. Parecía un local recién inaugurado, esperando que lo dotaran de mercancía. Pero las manchas negras en el techo raso, los remiendos en los aires acondicionados, los pisos rayados y las meses desteñidas, delataban la antigüedad de la tienda. A excepción de los muebles, parecía un desierto.
“Hay saqueos porque hay mucho vándalo en la calle. Una persona normal no carga bombas molotov: una señora que protesta porque no encuentra medicinas es incapaz de hacer esto. Si fuese necesidad, arriba hay un chino o un automercado Bicentenario, pero esto fue lo primero que saquearon. Estos son individuos que se infiltran y son bandidos. Más nada”, insistió.
Los saqueadores también rompieron los vidrios y puertas de El Fortín. Mientras Patiño revisaba las vitrinas, cinco empleados de la tienda pegaban una lona de plástico sobre la puerta para evitar que se viera el interior del comercio o que entraran clientes. “Imagínate que nosotros ahora no tengamos la capacidad de reponer todo lo que se robaron. El personal se tiene que ir para su casa. Se quedan sin trabajo y toda su familia queda afectada. ¿Para dónde van si no hay empleos?”.
Cuando los empleados terminaron de barrer los escombros, uno de los cajeros sacó la impresora fiscal y el punto de venta del almacén. “Después de que saquearon nuestra tienda en Guarenas, le pedí al personal que guardara esto bajo llave todas las noches. Menos mal. Sino se lo hubiesen llevado también”. Se sintió aliviado.
El Fortín tuvo ciento treinta tiendas en Venezuela durante los años 80. Hoy quedan menos de veinte. La tienda de Guarenas era una de ellas, pero Patiño no sabe cuánto tiempo permanecerá cerrada, al igual que la de Palo Verde.
El lunes 26 de junio hubo protestas en Palo Verde desde las 6:00 de la mañana. Un grupo de manifestantes sacó las tapas de las alcantarillas para evitar el paso de vehículos. La atmósfera entre vecinos estaba tensa. En el puente 5 de Julio, a cuatro kilómetros de Palo Verde, hubo enfrentamientos entre manifestantes y la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional Bolivariana.
Aquel día era la jornada 87 de protestas contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Dos sentencias emitidas por el Tribunal Supremo de Justicia que desconocían atribuciones de la Asamblea Nacional, dominada por la oposición, desencadenaron manifestaciones en todo el país a finales de marzo. Hasta ese día solo se habían registrado escaramuzas en Palo Verde.
Aunque se robaron toda la mercancía de la tienda, Patiño quiere seguir trabajando en El Fortín. “Nosotros nacimos con nuestros talleres y queremos morir con nuestros talleres y con nuestra producción nacional. Siempre apostamos por Venezuela”. Insiste en que seguirán adelante, a pesar de que pueda volver a pasar. Piensa reunirse con el personal administrativo del centro comercial para exigir mayor seguridad. Quiere abrir la tienda lo antes posible.
“Para reponer uno tiene que hacer un gran esfuerzo, sacar de donde no hay y tratar de continuar trabajando. Porque aquí lo que hay es que producir y trabajar”.
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