Encajar el golpe… y ¡cambiar!
Así que va a ser mejor que reconozcamos que en adelante no sólo será con Maduro que hay que dialogar y negociar sino también con esta ANC que repulsamos con toda la fuerza de nuestras convicciones democráticas
La Constituyente espuria y fraudulenta… y ahora sangrienta, ha sido consumada. Es decir, el auto-golpe de Estado ha sido consumado. Estamos en presencia de una neo-dictadura del siglo XXI, como la ha llamado recientemente Nícmer Evans, que no es la dictadura sólo de una persona sino, a la usanza de las sociedades regidas por los Partidos Comunistas, la de una élite burocrática sobre el resto de la sociedad. Si la clase política que ejerce el poder cree que se ha salido con la suya, se equivoca. Si Maduro y sus conmilitones quieren engañarse con sus números, que les vaya bonito. Esta ANC no resolverá ninguno de nuestros problemas reales; la crisis política, económica, social y moral seguirá profundizándose, para sufrimiento en particular de los más pobres; la violencia de calle continuará; y Venezuela se aislará aún más del concierto de naciones del mundo. Pero no debemos ver sólo la paja en el ojo ajeno sino la viga en el propio, según dicen las escrituras.
¿Dónde quedó el anuncio de la hora cero? ¿Dónde la aseveración de que entrábamos en una etapa decisiva? ¿Se cumplió la promesa de derrocar a Maduro durante estos meses de lucha callejera? ¿Sólo se ofrecerá como alternativa la calle del no retorno? ¿Nadie va a dar la cara y admitir la derrota luego de cuatro meses de sangre, odio y represión? Todas estas sandeces del radicalismo infecundo, del extremismo oposicionista que no lleva a ninguna parte, han quedado desnudadas como lo que eran: por una de sus caras, un acto de impúdica demagogia; por la otra, como uno de esos delirios propios de la inmadurez política. Malo es engañarse y aún peor engañar a los demás.
La declaración de la MUD en la que por toda reflexión en esta hora aciaga de la patria propone seguir en la lucha (lo que nadie discute, claro), pareciera indicar que al menos los partidos VP-PJ-VENTE, hegemónicos a su interior, insisten en mantener la misma estrategia de los últimos meses: la del "maduroveteyaísmo" (según el original concepto de Ricardo Ríos), la estrategia maximalista del todo o nada, la desobediencia civil, el rechazo al diálogo y la negociación como salida real a la crisis nacional. En todo contraria a la ruta democrática que en la oposición nos dimos luego del desbarrancadero extremista 2002/2005: golpe de Carmona-paro-abstención. Estrategia de la ruta democrática definida por la acumulación progresiva de poder electoral, político, social e institucional, por la aceptación del diálogo y la negociación, y por colocar en el centro del discurso más la defensa de los derechos económicos y sociales del pueblo que sólo los derechos políticos y civiles. Y que, bajo la conducción de un liderazgo político de políticos y con más experiencia, que se encarnaba en la tríada Petkoff-Rosales-Borges, en 2006 constituyó un golpe de timón que nos llevó a una escalera ascendente de victorias de diez años (se dirá que mucho tiempo, lo que es obviar que se enfrentaba a uno de los tres o cuatro fenómenos populares más extensos e intensos de la historia venezolana, con Boves, la independencia, la guerra federal y AD): una primera, en el referendo constitucional de 2007 (frente al Chávez más poderoso de todos); otras, al reconquistar gobernaciones y alcaldías; una política aunque no electoral, al casi ganar la presidencia; y esta última política y electoral al conquistar la mayoría de la AN. Todo se echó por la borda primero con las guarimbas de 2014, luego en 2016 con el inmediatismo de “los seis meses”, y ahora con toda esta estrategia descocada de la calle no sólo sin sino contra el diálogo, en vez de entender la riqueza conceptual de lo que organizaciones como el Foro Cambio Democrático propusieron una y otra vez: que la clave era la calle pacífica combinada con el diálogo y la negociación.
La MUD debería encajar el golpe, reconocer que su estrategia del todo o nada no funcionó, y, en vez de anunciar que insistirá en la misma lucha, anunciar una profunda reflexión y redefinición de su visión estratégica y de su liderazgo. Habría sido refrescante por una vez escuchar el sábado 29 a un liderazgo que asumiera enteramente su responsabilidad y dijera con éstas u otras palabras: “El objetivo que nos trazamos de derrocar al gobierno desde la calle no ha sido alcanzado, tampoco el de impedir la convocatoria y elección de una ANC, nos equivocamos al rechazar tres ofertas formales de acuerdo, sólo hemos demostrado que ninguna de las partes tiene con qué imponerse a la otra, erramos en nuestro análisis de correlación de fuerzas al sobrevalorar la nuestra y subvalorar la del adversario, ahora nos sale una amplia convocatoria (como la que debimos haber postulado como bandera principal al conquistar la mayoría de la AN) a un diálogo nacional integrador que incluso vaya más allá del gobierno y de la MUD”.
Más allá de las cifras oficiales, escuché a Freddy Guevara informando que la MUD espera tres o cuatro millones de votos para la ANC. ¿Será que en realidad cree que es poco? Tres millones o cuatro allá (un 20 o 25 %) y siete millones aquí (un 36 %), pero aquéllos atribuidos de armas y presupuesto… y de muy pocos escrúpulos, sin contar que de acuerdo a estos números, alrededor de un 45 % del electorado no se expresa ni a favor del gobierno ni a favor de la MUD. Si el gobierno aún en la situación calamitosa que vive la nación tiene tal respaldo popular, ¿se puede hablar como si de aquel lado sólo hubiese una pequeña camarilla que ejerce el poder y de este todo un pueblo, según suelen decir los voceros de la MUD? ¿No es más inteligente admitir que allá existe un factor político que no puede desconocerse y con el que debe dialogarse y negociar por más repulsa que nos cause?
La correlación de fuerzas real es: 25 % (3.600.000, que a mi modo de ver es la cifra más creíble: encuestas UCAB y Torino) con el gobierno + FA (por ahora) + presupuesto; 36 % (7.500.000) con la MUD + apoyo internacional; 39 % disperso y sin referencia ni identidad políticas (¿será posible una tercera opción?) que no se identifica con la MUD pero creo que votaría por ella (si no aparece una nueva referencia fuerte, coherente y confiable) contra el gobierno (no por la MUD) aunque seguramente una parte se abstendría (abstención natural). En fin, dos actores políticos fuertes ninguno de los cuales quiere negociar con el otro ni tiene fuerza suficiente para imponerse y exterminar al oponente, una gran masa en el medio sin protagonismo político (por ahora) y el país cada vez más deshecho, convertido en un campo de batalla.
Sugiero a la MUD que, como digo, encaje el golpe y se disponga a una gran renovación de su pensamiento y de su liderazgo, permitiendo que su conducción sea ejercida por quienes creyendo en el diálogo y la negociación, estén en la mejor condición de reasumir a plenitud la ruta democrática, en cuyo primer acto, by the way, debe incluirse la inscripción de candidaturas a todas las gobernaciones la semana arriba.
Quienes nos colocamos en una postura de clara oposición al gobierno pero de deslinde con la MUD que no debe excluir coincidencias y eventuales encuentros, eso que algunos han bautizado con el cognomento de despolarizados, debemos estar atentos a este proceso. Tanto como al que en el seno de gobierno y de sus futuras disidencias tenga lugar una vez la ANC (espuria, fraudulenta e inconstitucional, nunca está de más recordarlo) se instale y comience a deliberar.
Por último: pretender silbar al cielo y desconocer la existencia de la ANC; confundir el señalamiento de sus atrofias políticas y constitucionales de origen, con la ilusión de poder borrarla de la faz de la tierra, es no darse cuenta de que uno no suele elegir al adversario ni al interlocutor que históricamente le toca en gracia… o en desgracia, pero a veces, por hórridas que sean su faz y su condición, es mejor al menos constatar su existencia que suele ser más tangible de lo deseable. Allí están los socialistas y demócrata-cristianos chilenos viéndose la cara con Pinochet, a Mandela con sus carceleros racistas, o a los vietnamitas con los gringos invasores, por sólo mencionar tres casos emblemáticos. Así que va a ser mejor que reconozcamos que en adelante no sólo será con Maduro que hay que dialogar y negociar sino también con esta ANC que repulsamos con toda la fuerza de nuestras convicciones democráticas.
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