Sin atajo en el laberinto
El régimen cruel e insensato es hoy la peor amenaza que tenemos los ciudadanos. Sin embargo, este pueblo no se doblega, mucho menos después del fraude anunciado y consumado el pasado domingo en la elección de los constituyentes; por el contrario, arreciará aún más su lucha por la libertad, que será cruenta, hasta conseguir que el gobierno se vaya.
El régimen ha podido aguantar los discursos de rechazo y hasta desprecio de los políticos, organizaciones no gubernamentales, de gobiernos democráticos de la comunidad internacional, pero el día que el ciudadano de a pie empezó a salir a la calle, el día que los muchachos se lanzaron con sus escudos de latón o de cartón piedra a enfrentarse con los esbirros desalmados de los cuerpos represivos, ese día descubrieron que no solo eran muchos más, sino que eran mucho más valientes.
El panorama social ha cambiado radicalmente, el país se le ha vuelto ingobernable al pranato enquistado en Miraflores, por eso sé que la movilización ciudadana, a un costo tan alto como es la privación de la libertad, el aislamiento y la tortura de miles de venezolanos, los allanamientos, robos y destrozos a mansalva de la propiedad privada, de la sangre derramada por los caídos en las manifestaciones, conseguirá que el narcorrégimen, determinado a no dejarnos en paz, sí desaparezca para siempre.
El diálogo como coartada
El régimen secuestra al líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, y saca empijamado de su cama al líder de Alianza Un Bravo Pueblo, Antonio Ledezma, presos en sus casas, para confinarlos a una prisión militar; lo hace horas después de haber convocado a una reunión con la oposición para hablar sobre las elecciones regionales, cuyas inscripciones fueron anunciadas por el Comando Zamora para el 7 de agosto.
La jugada es perversa, claramente divisionista. Coloca al liderazgo opositor ante la disyuntiva de aceptarlo y ganarse el desprecio de un electorado cada vez más consciente, que no aceptará más traiciones ni complicidades por parte de una dirigencia entreguista que todavía no ha tomado nota de que en los laberintos no hay atajos.
No sabemos si esos dirigentes opositores que han saboteado la constitución de un gobierno transitorio sean capaces de digerir el mensaje de Antonio Ledezma, que los llama a la reflexión por haber trastocado en derrota lo que han sido grandes triunfos y reclamarles no haber cobrado la victoria del 16 de julio, con el mandato de más 7 millones de venezolanos, para que se conformara un gobierno de unidad nacional que facilitara la realización de elecciones generales. Se trata de un tema que no puede ser negociable por unas elecciones regionales, como quiere el gobierno y esos pillos de la vieja política, que lo único que les importa es financiar los cascarones vacíos de sus partidos con los presupuestos de las alcaldías y gobernaciones.
Como afirma Ledezma, “nadie que sea leal a la lucha que ha dado el pueblo estará haciendo fila para inscribirse en el CNE” en las elecciones regionales. Acaso, en esa “feria de vanidades en que han convertido la unidad” –Ledezma dixit– ¿serán capaces de hacer un acto de contrición y propósito de enmienda? Quién sabe, pero lo que sí sabemos es que, a pesar de ellos, no es el momento para la desesperanza. Conseguiremos finalmente que el gobierno forajido de Nicolás Maduro deje de ser una amenaza para los venezolanos, ahora que ya ha sido descubierto como narcodictadura, desconocido y hasta sancionado por la comunidad internacional. Vamos a estar claros, la lucha que comenzó el 1° de abril no era por la constituyente, sino por el modelo político encarnado en la desgraciada revolución bolivariana que arrasó con el país.
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