Al jefe del régimen se le ocurrió la brillante idea de ofrecerle a su homólogo ruso 500 venezolanos para probar su vacuna Sputnik V contra el covid-19. Como si se tratara de experimentos de una película de ciencia ficción, el mandamás rojito se apresta a escoger a los incautos.
Los rusos bautizaron la vacuna con el mismo nombre que le pusieron a su primer satélite artificial lanzado en 1957 cuando eran todavía Unión Soviética. Como si se tratase de la misma carrera espacial, la registraron apresuradamente, solo que con un número romano que sigue a los objetos que colocaron en el espacio.
Es como para llenarse la boca y decir que fueron los primeros en tener una inmunización contra el virus que está volviendo loca a la humanidad. Pero se saltaron algunos pasos muy importantes. Y es allí cuando entra el ilustre jefe rojito: Ofrecemos 500 personas para probar la vacuna. Como si fuera soplar y hacer botella.
La cosa no es tan sencilla. Y bien se lo explicaron la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales; la Academia Nacional de Medicina, la Red de Sociedades Científicas Médicas Venezolanas y la Alianza Venezolana por la Salud.
El prospecto de vacuna debe cumplir ciertos requisitos. Todos los avances que han hecho los rusos con la Sputnik V deben estar publicados en revistas científicas de probada credibilidad y a disposición de los científicos venezolanos, que también deberán evaluar los estudios.
No es tan fácil como escoger a 500 incautos y aplicarles la inmunización. Se debe preparar un protocolo que obviamente debe ser muy estricto. Deben estar disponibles tanto el personal como los equipos para hacer la vigilancia de los sujetos y la evaluación de los efectos de la vacuna. Hay que considerar y estar preparados por si causa algunos síntomas secundarios.
¿Estos “voluntarios” viajarán a Rusia? ¿Vendrán científicos rusos con equipos a trabajar en el país? De otra manera no es factible que este tipo de colaboración se lleve a cabo. Sobre todo, porque es una irresponsabilidad colosal poner en riesgo la vida de venezolanos sin tener seguros los mecanismos para protegerlos. Pero de eso ya el régimen tiene mucho camino andado, porque destruyeron el sistema público de salud.
Lo que las sociedades científicas deben entender es que se trata de otro cuento, esta vez ruso, de los que el régimen disfruta tanto alardear como parte del circo sin pan que tienen montado hace años. Los ciudadanos les agradecen su respuesta tan acertada y tan a tiempo ante la pretensión del mandamás de convertir a los venezolanos en conejillos de indias. Pero esperamos que, una vez más, sea pura fantasía.