- Por Perla Arellano
- 7 octubre, 2020
Esta es la segunda parte de un artículo que aborda el racismo y la cobertura de la violencia racial de las redacciones en América Latina. Para leer la primera parte, haga clic aquí.
La cobertura reciente sobre el racismo y violencia racial en América Latina ha resaltado no sólo la necesidad de esta cobertura, sino la necesidad de tener a más periodistas negros e indígenas en las salas de redacción. Algunas revistas alternativas digitales han problematizado estos temas de racismo de maneras diferentes a los medios tradicionales -- y hay lecciones que se pueden aprender de su cobertura.
Apostar por la conversación
Kaja Negra es un medio digital con sede en México y cuya mayoría de su trabajo periodístico tiene “que ver mucho de mujeres de distintos ámbitos y contextos y con personas LGBTQ”, le dijo la periodista y coordinadora Lizbeth Hernández a LJR en julio. El medio, dijo, es un proyecto cultural que integra el periodismo, una editorial y un área de aprendizaje e imaginación en forma de talleres.
Al decidir cómo el medio iba a aportar y cómo iba a participar en las conversaciones que se estaban llevando sobre el racismo a partir del asesinato de George Floyd en Estados Unidos, Hernández dijo que decidieron apostar “por la conversación, por la escucha”, algo que considera es importante desde los espacios periodísticos.
“Creemos que el periodismo no es sólo esos grandes especiales transnacionales y colaborativos”, explicó la periodista. “Podemos seguir haciéndolas, pero también se nos hace importante la escucha, la conversación, el diálogo, sobre todo cuando vivimos en un país como México que está tan polarizado”.
En junio, Kaja Negra llevó a cabo la sesión en vivo “Ante el racismo, reflexiones para desarticular prácticas e ideas colonialistas” y después en julio tuvo una dinámica con Jumko Ogata Aguilar, escritora veracruzana afrojaponesa y chicana, y en la cual se le invitó a la gente a hacer preguntas, de manera pública o anónima, sobre el racismo. En septiembre, tuvieron otra sesión titulada “Ante el racismo: Reflexiones e ideas para desarticularlo”.
Hernández dijo que en Kaja Negra buscan colaborar y experimentar con diferentes formatos que animen la participación de una persona que quizá no tenga interés en leer un texto largo, pero sí en escuchar o hacer una pregunta durante una sesión.
“Buscamos generar otras dinámicas, porque si bien las historias periodísticas aportan muchísimo, creemos que también hay un momento en el que tenemos que explorar otras maneras en que las personas se interesen en los temas”, dijo.
Es importante reconocer y no invisibilizar, recalcó Hernández, el trabajo de colectivos que ya han abordado el tema de racismo mucho antes de que detonara en los medios mexicanos. Mientras más medios problematicen el tema, las discusiones serán más relevantes y enriquecedoras, agregó. Sin embargo, estas conversaciones se están llevando a cabo principalmente por los colectivos, asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales.
“Ahí sí es donde los medios tenemos que ponernos las pilas porque hay cosas que están siendo mucho más interesantes y bajadas de mejor manera en otros espacios que no son periodísticos”, dijo.
Tener estas conversaciones en las salas de redacción de los medios más grandes es difícil, explicó, especialmente durante una pandemia en la cual algunos medios masivos no proveyeron ni el equipo de trabajo ni de salud y en muchos casos ni seguro médico necesario para que los periodistas puedan trabajar con seguridad. Además, enfatizó que para realmente ver la desigualdad y discriminación en los medios se debe analizar quienes están en puestos de poder y liderazgo, a qué familias pertenecen y la tez.
“Cuando el medio o el proyecto está problematizando algo se va a notar en la chamba [trabajo] más que en el discurso, porque uno puede echarse un discurso tremendísimo y a la mera hora venirte con las mismas fórmulas que ya están probadas”, enfatizó Hernández. “Para nosotras es eso, no queremos caer en las reproducciones de fórmulas hechas. Queremos problematizar, encarar”.
No es suficiente hablar del racismo, debe existir un periodismo antirracista
Las escritoras del medio digital Afroféminas, que tiene colaboradores en todo América Latina, Puerto Rico y España, han ayudado a visibilizar las desapariciones forzadas y crímenes cometidos contra personas negras. Tal es el caso con el artículo, “El racismo no acaba, la guerra no termina y ¿A quién le importa las vidas negras en Colombia?” que habla sobre las masacres de jóvenes y adolescentes negros en tan solo una semana de agosto de este año en ese país.
“[Cinco] chicos afrodescendientes fueron asesinados en Cali y muchas personas dentro de Colombia no asociaron [eso] como un delito de odio, como sí sucedía con el crimen de George Floyd en Estados Unidos”, le dijo Alejandra Pretel, una periodista afrocolombiana y la representante de Afroféminas en Argentina, a LJR. Se debe tener en cuenta que el asesinato de Floyd fue grabado y tuvo una difusión masiva a nivel mundial, dijo, pero esto presenta otra problemática. “[Debemos] pensar a qué nivel hemos llegado que lo único que a mí me sensibiliza es ver a una persona muriendo para entender que un sistema estructural existe y que hay personas que son violentadas todos los días por esos sistemas”.
El caso de Floyd estuvo en la primera plana de muchos medios, algo que no suele suceder con personas racializadas en los medios de sus propios países, recalcó Pretel. “También es importante pensar en eso que estamos en un mundo globalizado y que lo que pasa en Estados Unidos está en la tele de todos lados y lo que suceda en América Latina la verdad que con suerte nosotres nos enteramos”, dijo.
Pero además de darle difusión a estos casos, Pretel agrega que es importante que los medios de comunicación ejerzan el periodismo antirracista, que es uno que es más proactivo y requiere un cuestionamiento interno por parte del periodista y el equipo.
En Colombia, explicó Pretel, está muy arraigada la ideología de la trietnia, o sea que todos tienen algo de indígena, negro y blanco, pero que la finalidad es blanquear tanto a las personas como a las costumbres.
“Cuando yo hago un artículo y hablo del contexto colombiano pongo en la misma categoría a las personas blancas y a las personas mestizas porque por un montón de dinámicas históricas y sociales las personas mestizas en Colombia son personas que étnicamente tienen privilegios”, dijo.
El periodismo antirracista, explica Pretel, requiere desaprender muchas cuestiones que propagan los estereotipos y la discriminación y esto incluye el lenguaje que se usa en la redacción. En julio, la Agrupación Xangô, una organización afro compuesta por activistas con enfoque de justicia social y a la que Pretel también pertenece, denunció en Facebook una nota del medio argentino Clarín cuyo encabezado leía que Venezuela se “africaniza” y tenía una foto que mostraba a un hombre negro comiendo de la basura. La agrupación declaró que el encabezado era racista y “vinculaba África con la pobreza, marginalidad, vulnerabilidad. Racismo puro”.
Pretel reitera que es necesario revisar el lenguaje, imágenes y conceptos que se usan y cuál es su origen. Dio como ejemplos la etimología de la palabra denigrar, que es “poner más negro”, y la palabra quilombo, que en Argentina se usa para significar desorden, cuando en realidad eran espacios donde las personas negras escapaban de la esclavitud. Agregó, que es necesario integrar personas indígenas y personas negras al equipo de noticias.
“Un periodismo antirracista va más allá de mostrar la violencia que sufren las personas racializadas, sino por dejar de usar estereotipos, estigmas, lenguajes racistas en lo que escribimos o lo que podamos llegar a construir desde ese lugar”.
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