La oposición en su laberinto: Guaidó enfrenta el desplante de sus propios diputados
Son escasos los legisladores que están en territorio venezolano. Unos parlamentarios huyen del país, mientras otros —con menos recursos— han dado un paso atrás para evitar la ira anunciada de la dictadura de Maduro
El presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, se encuentra en una de las encrucijadas más peligrosas que debe sortear como líder de la oposición venezolana. En víspera de la juramentación que hará la nueva Asamblea Nacional en poder del chavismo —tras consumarse el fraude electoral de diciembre— el poder que ostentó en enero 2019 el parlamentario ahora se diluye poco a poco.
Por primera vez desde que llegaron al Parlamento, los líderes opositores, con Guaidó a la cabeza, están rodeados. Hoy son perseguidos y buscan con desespero un modo de sobrevivir a la dictadura. No hay inmunidad parlamentaria, ni respeto a los derechos humanos. No existe protección salvo el exilio. Nada. La verdad, tampoco existe una salida a corto o mediano plazo a esta situación sin dar una imagen de ilegitimidad a la institución que preside el presidente interino. Hoy también el escepticismo ronda cada dictamen emitido desde la AN actual, bajo poder de la oposición.
Un ejemplo de los cuestionamientos cada vez mayores sobre la extensión del período de la Asamblea Nacional y también el rol de Guaidó como presidente interino es la fricción que se evidenció tras la imposición de la tesis de la continuidad constitucional a través de la modificación del Estatuto de la Transición. Un mandato que no contó con el apoyo del principal partido opositor, Acción Democrática (AD), que se abstuvo en la votación.
La iniciativa del partido blanco de distanciarse del interinato es solo la punta del iceberg. El castillo de arena donde reposa el mandato de Guaidó ya muestra numerosos signos de porosidad. El más lapidario de ellos se refleja en el exilio de numerosos diputados hostigados por el régimen en casi cinco años.
Y es que son escasos los legisladores que están en territorio venezolano. Unos parlamentarios huyen del país, mientras otros —con menos recursos— han dado un paso atrás para evitar la ira anunciada de la revolución. Una táctica casi perfecta de la dictadura venezolana que lastimosamente gana terreno.
Y aunque no sean públicas estas declaraciones que hablen sobre un resquebrajamiento en referencia a continuar o no al frente del Parlamento, existen señales más sutiles para marcar distancia de la propuesta de continuidad constitucional a la que alude el interinato. Basta mirar con atención su imagen en las redes sociales. Varios parlamentarios han cambiado las biografías en Twitter y demás plataformas de comunicación. Ahora se definen como dirigentes mas no como diputados. Gran parte de la coalición de AD, así como algunos parlamentarios más mediáticos lo hicieron. Ejemplos sobran: Stalin González, Delsa Solórzano y Ángel Medina, así como representantes de otros partidos más pequeños, ya se alejaron de sus cargos.
Por otra parte, Primero Justicia (PJ) se mantiene incólume —o quizá sordo— ante estas demostraciones de descontento. Este martes tendrá lugar una sesión promovida por dicho partido para instalar en plenaria la continuidad administrativa. Una fuente reveló a Panam Post los inconvenientes que se avizoran en la sesión. «Nadie se quiere conectar en la plenaria y si la hacen será con un quorum engañoso», explicó.
Con estas declaraciones, se ve cómo las divisiones siguen quebrando a la coalición puertas adentro. Tal como lo afirma la fuente a Panam Post «los diputados dicen que solo son convocados y desconvocados a sesiones. Realmente no saben nada de nada».
La contrariedades de la comisión delegada
La idea de instalar una comisión delegada está por demás lejos de presentarse como algo próspero. Las reformas que ha promovido Guaidó establecen que en este período extraordinario las funciones estarán a cargo de la Comisión Delegada, una especie de versión reducida del Parlamento.
Este grupúsculo será integrado por la junta directiva y los presidentes de las comisiones permanentes que, según la Constitución, son los encargados de mantener el funcionamiento de la institución durante los recesos anuales. AD ocupa seis puestos en las presidencias y vicepresidencias de las distintas comisiones que conforman la Comisión Delegada. Los otros puestos se los reparten Voluntad Popular (VP) —partido de Guaidó— con cuatro; Primero Justicia con cinco, y Un Nuevo Tiempo con seis.
Lo curioso también en este aspecto es que casi todos los integrantes de esta comisión se encuentran fuera del país. Sesionar vía telemática al parecer será el nuevo paso en la hoja de ruta del interinato.
De igual forma, Guaidó no flaquea. El líder opositor durante la reunión telemática de la Comisión Delegada (CD) de la AN recalcó que «la defensa de la democracia no es un capricho, sino un deber ciudadano. Derrotar la dictadura es recuperar la paz y detener la amenaza del régimen al continente. Hemos resistido, pero debemos darle solución urgente al conflicto. Para eso unión y movilización son clave».
La legitimidad pende de un hilo
Actualmente Estados Unidos sigue respaldando al Gobierno interino. Los voceros principales de la administración Trump se encargan de enfatizarlo en cada oportunidad. Para muestra, el secretario de Estado, Mike Pompeo, ratificó el apoyo iniciativas como la consulta popular y el mandato del interinato en general. Sin embargo, no ocurre lo mismo con otras organizaciones internacionales.
Bruselas, por su parte, se mantiene cautelosa. Desde que se consumó el fraude electoral el 6 de diciembre se ha dado este mes para buscar consensos entre los miembros de la Unión Europea ante el nuevo panorama venezolano. El pronunciamiento será el 5 de enero.
Por ahora, Guaidó se juega el respaldo de la comunidad internacional sobre la endeble base legal de la ampliación del mandato del Parlamento y con ello el interinato. Si logra este reconocimiento seguirá con el manejo de fondos y recursos del Estado venezolano en el extranjero.
No obstante, el tablero puede tambalearse en caso de que se concrete un cambio en la Casa Blanca, puesto que los asesores de Joe Biden han sugerido en muchas oportunidades la posibilidad de hacer un trueque: elecciones por sanciones. Si este escenario se cumple, no solo las organizaciones internacionales estarán contra de Guaidó, la ciudadanía que una vez lo apoyó también puede venir a cobrar el timo que habría sido la hoja de ruta y de último, toda la parafernalia del interinato
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