Armando Javier Ibarra Flores (35) recorrió en bicicleta más de 3.500 kilómetros desde Venezuela hasta Perú, escapando de problemas personales, en búsqueda de calidad de vida, con la ilusión de conocer el mundo y apostando por un mejor futuro, empezó los preparativos como un loco, así lo catalogó su familia  al enterarse de sus planes.

    Estudió en la Escuela de Talento Deportivo en Barquisimeto, Estado Lara y es técnico en deporte, recreación y salud, perteneció a la selección nacional de triatlón de esa entidad occidental durante ocho años consecutivos y subió al podio en más de tres ocasiones ganando campeonatos nacionales.

    Crédito: Rolly Reyna

    Su entrega y pasión por los deportes le dieron la seguridad para asumir el reto de recorrer Sudamérica a dos ruedas, como se lo había propuesto una gran amiga que lo motivó a arriesgarse y a dejarlo todo para empezar una nueva vida. Aunque llegó el día y ella desistió, Armando ya estaba decidido a salir de Venezuela así fuese solo.

    Fue así como el 6 de junio de 2016 decidió dejar su natal Duaca en el estado Lara, al occidente de Venezuela y tomó su mochila, empacó su kit de barbería para trabajar durante su recorrido, 60 dólares, un poco de ropa, alimentos, agua, valentía y mucha fe y empezó su aventura a bordo de ‘Carmencita’, así es como llama a su bicicleta en homenaje a la amiga que lo animó a emprender el viaje.

    El Chapulín
    Crédito: Cortesía

    Más ágil que una tortuga

    Para Armando el superhéroe mexicano El Chapulín Colorado es un personaje con un corazón noble que es muy querido por todos, por lo que vestirse como él le daría un sentido especial a su viaje, pues cuenta que su intención fue transmitir un mensaje de ayuda al prójimo en cada localidad a la que llegaba.

    Todos podemos ayudar a los demás, El Chapulín no tiene grandes habilidades ni poderes, es un ser humano como cualquier otro, pero él tiene la voluntad de ayudar y eso es lo que yo quiero transmitir a los demás sin necesidad de tener muchas cosas, solo basta la voluntad para marcar la diferencia y construir un mundo mejor”, explica Armando en entrevista para El Diario.

    A pesar de ir irradiando su espíritu altruista, fue víctima de la delincuencia en Bucaramanga, Colombia y perdió todo su dinero y parte de su documentación, pero no perdió las ganas de seguir en la ruta a pesar de las adversidades.

    El robo lo superó rápido, sin embargo, confiesa que la nostalgia le llevó más tiempo, pese a estar convencido de su decisión, no imaginó la tristeza durante su travesía, pues pedalear cada kilómetro significaba estar cada vez más lejos de la familia, de sus amigos y de la vida que dejó en Barquisimeto.

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    “Fue duro, pero recorrer cada pueblo, cada localidad y hacer amigos por el camino me reconfortó y me ayudó a enfrentar un dolor que es difícil de describir. Sentía alegría y tristeza al mismo tiempo. Me acompañó la soledad y la incertidumbre de saber si veré de nuevo a mi familia, uno nunca sabe qué pueda pasar”, cuenta El Chapulín venezolano, como es conocido entre sus compatriotas.

    Armando recuerda su recorrido por la Sierra de Ecuador como uno de los momentos más emotivos del viaje, es que pasar por la montaña El Chimborazo a 6.268 m.s.n.m, la más alta del país, lo hizo sentirse orgulloso de lograr su sueño. La felicidad lo llevó a cantar el himno nacional de Venezuela, momento que decidió inmortalizar en un video que compartió en su canal de YouTube.

    Más fuerte que un ratón

    Después de cuatro meses y medio, después de trabajar como barbero y de pedalear cientos de kilómetros bajo diferentes condiciones climáticas, llegó a Perú, país en el que decidió quedarse al encontrar la posibilidad de regularizar su estatus migratorio y poder ayudar económicamente a su familia que quedó en Venezuela.

    Chapulín venezolano
    Crédito: Cortesía

    Más noble que una lechuga

    Armando confiesa que sus “antenitas de vinil” aún no han detectado al enemigo, y es que en su paso por Colombia, Ecuador y Perú coincidió con cicloviajeros y otras personas generosas que se convirtieron en sus amigos. Él evita las generalizaciones, ya que la nacionalidad no debería ser una etiqueta negativa para ninguna persona.

    En todos los países hay personas buenas y malas, no todos los venezolanos son asesinos ni delincuentes. Somos muchos los que trabajamos dignamente y somos gente de bien. Debemos ser tolerantes y respetar cada cultura”, comenta Armando.
    Crédito: Rolly Reyna

    Su escudo es un corazón

    Inicialmente con el apoyo de una ONG de migrantes en Perú, después con el auspicio de venezolanos y peruanos dedicados al negocio de comida y accesorios de bicicletas y producto de su trabajo, Armando ha logrado recorrer diferentes departamentos de Perú participando en competencias deportivas en las que se ha subido nuevamente al podio. Actualmente junto a otros colectivos organiza eventos deportivos que llevará a cabo una vez que las autoridades sanitarias en Perú lo autoricen.

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    … es ¡El Chapulín Colorado!

    Aunque su “chipote chillón” no es capaz de derrotar el virus que sigue afectando a decenas de personas. Desde la llegada de la pandemia del covid-19 El Chapulín venezolano enfoca todos sus esfuerzos en impulsar un estilo de vida saludable y promover el uso de las bicicletas como un transporte sostenible, amigable, seguro y libre de contagios en la ciudad de Lima.

    Chapulín venezolano
    Crédito: Rolly Reyna

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