Venezuela ha pasado por problemas económicos complejos, al menos desde 1983 con el Viernes Negro, cuando el bolívar sufrió una abrupta devaluación frente al dólar. Sin embargo, nunca en el país había ocurrido que el nivel de circulación de moneda física fuese tan bajo.

    Según han señalado especialistas, en el año 2020, del 100% de los bolívares que había en el mercado, el 2.15 eran billetes físicos. Es decir, de cada 100 bolívares que hay en el sistema monetario, solo dos están disponibles en billetes.

    “Esta desaparición de los billetes está ocurriendo desde el año 2016. Hubo una situación en la cual la demanda interna que había de billetes era muy elevada y no hubo reposición. Además resulta que en la actualidad, Venezuela está incapacitada, sobre todo el Banco Central de Venezuela, para poder pagar la elaboración de nuevos billetes, como consecuencia de las sanciones económicas hacia Venezuela, impuestas por Barack Obama, en su segundo gobierno, a través de la Oficina de Activos Extranjeros de la Secretaría del Tesoro”, advierte el economista Aarón Olmos en entrevista para El Diario.

    Más de tres años continuos de hiperinflación, dos procesos de reconversión monetaria en menos de 15 años, una dolarización de facto, un sueldo mínimo que no alcanza los dos dólares en promedio y una alta distorsión económica generalizada, son algunos de los factores que han llevado a la desaparición del billete físico y han obligado al venezolano a buscar el respaldo de su trabajo en una, o varias monedas más fuertes, físicas y no físicas, que no dependan de la política económica del país.

    Dólares. Sin bolívares
    Foto: Agencias

    “En Venezuela, tenemos un proceso de co-circulación multimoneda. Si estás en los estados occidentales como Mérida,Trujillo, Táchira y Zulia circula más el peso colombiano, que quizá el dólar estadounidense o el euro. Si tú te vas al centro del país, generalmente vas a ver más operaciones en dólares. Si te vas al sur de Venezuela, te vas a conseguir más que las personas operan con reales brasileños o incluso en oro directamente. Si te vas a nuestra zona insular, Nueva Esparta, por ejemplo, básicamente eso tiene que ver con euros y dólares por la cercanía con otras islas que tienen que ver con Europa”, explica Olmos, especialista en Finanzas de Empresas, quien también resalta que hay mucha gente en Venezuela que ha resuelto su problema de medios de pago con cuentas en el exterior (Zelle) e incluso utilizando criptoactivos.

    “El venezolano se desconecta de la moneda porque no representa para él valor desde hace un tiempo para acá por la misma hiperinflación y por la distorsión monetaria. Pero también tienes un problema de producción”, agrega.

    Distorsión Vs. Necesidad

    Es tal la distorsión económica actual en el país que inclusive los euros se consideran bajo el mismo valor del dólar, aún cuando éste represente menos en el mercado interno: Mientras por un dólar se necesitan Bs. 1.800.000 y por un euro Bs. 2.300.000. 

    “A mí en una tienda en Caracas me iban a dar 10 euros de vuelto, pero no acepté y tampoco los otros clientes. Ellos tenían que darme 10 dólares de vuelto y me dijeron que tenían 10 euros. Que eran casi lo mismo. ‘Es más, este vale más’, me dijo. Pero no los recibí por desconfianza. Sé que vale y todo pero si no me lo aceptan en otra parte, salgo yo perjudicada. Además que no te dan vueltos en euros. Y tienes que gastarlo todo”, dice la ciudadana Zulvyn Díaz en entrevista para El Diario.

    Por su parte el joven Jairo Roa, habitante del estado Táchira denuncia las especulaciones que se presentan en la entidad andina.

    Aquí en Rubio el peso es casi que la moneda legal de circulación. Los bolívares ya no se ven. Todo es en pesos. Pero por lo menos en farmacias, panaderías, supermercados y tiendas que reciben una ‘supervisión’, por así decirlo, se ven obligados a cobrar siempre en bolívares, a menos que uno pida el precio en pesos. Se supone que el cambio está en 0.0020 pero para ellos (farmacia) pero ello lo aceptan en 0.0030. Me pasó recientemente al comprar unas medicinas para mí suegro que tuvo covid-19. Perdí con esa conversión unos 7.000 pesos con los que pude haber comprado harina, mantequilla y mortadela. Pero por la necesidad, teniendo el dinero, priorizas la medicina», cuenta.

    En ese sentido, Olmos resalta el cómo se impone, en escenarios de hiperinflación, el valor sobre el costo de un producto.

    “Por ejemplo, digamos que un agua tiene un precio de un dólar. Vienes de correr, súper cansada. Y viene alguien y te la quiere vender en cinco dólares. Y sabes que te están queriendo vender el equivalente a cinco aguas. Pero tú tan sedienta, tienes esos cinco dólares porque generas esos dólares, para ti es más valioso tomarte el agua, independientemente del precio que te están colocando, que el hecho de saber que de alguna manera te están especulando”, explica.

    En la actualidad, Venezuela está muy cerca de convertirse en el segundo país del mundo con el mayor nivel de hiperinflación en tiempo, al reportar 39 meses de hiperinflación. El país líder es Nicaragua, con 63 meses, seguido de Grecia con 44 meses.

    ¿Reconversión forzada?

    La primera reconversión que se dio en el país, en enero de 2008, supuso no solamente un nuevo cono monetario sino que incluyó quitarle, nominalmente, tres ceros a la moneda. Diez años después, con la segunda reconversión, serían cinco ceros menos. Es decir, en resumen, la moneda nacional cuenta hoy día con ocho ceros menos.

    “Cuando tú recuerdas que tienes ocho ceros menos y ves, por ejemplo, el tipo de cambio más reciente, oficial o no, por ejemplo, en promedio un millón 700 mil bolívares, eso son realmente 17 billones de bolívares por un dólar, de no haberse hecho la doble conversión. Estamos hablando de miles de millones de bolívares por un dólar de otra economía”, señala el experto.

    En ese sentido, explica Olmos, que tener una economía expresada en la moneda de otro país es una forma también de reconvertir la moneda. “Te estás ahorrando cualquier cantidad de ceros, de unos precios increíblemente difíciles de decir, diciendo ‘sesenta dólares’ o diciendo ‘cinco dólares’ o ‘30 pesos’. Es una forma de reconvertir, sucia, por decir. No viene de una política económica. Y es algo que está ocurriendo de manera espontánea porque la gente está buscando una solución a un problema que el propio gobierno del país, a través de sus instituciones económicas, no está solventando”.

    dólar
    Foto: EFE

    Además del ahorro verbal también destaca la simplificación física. Para la gran mayoría, resulta mucho más sencillo pagar con un dólar el equivalente a dos millones de bolívares que andar con un bolso repleto de billetes de 50 mil, cosa que, además, es imposible.

    “Las agencias bancarias apenas te dan 400.000 bolívares diarios que no representa ni un dólar. Yo tengo que hacer una cola de al menos una hora para retirarlos por taquilla porque los cajeros automáticos ninguno sirven. Eso solo me alcanza para dos pasajes, y dependiendo de la ruta. A veces me ha tocado  caminar trayectos largos porque no tengo efectivo”, señala Miguel Fuentes, de 43 años de edad.

    Un corralito financiero

    El señor Fuentes es uno de los miles de venezolanos que desde tempranas horas del día se apuesta a las afueras de las agencias bancarias para, a granier, retirar los bolívares que tiene en su cuenta, pues en Venezuela, aunque co-circulen monedas de otros países, hay ciertos servicios o actividades que estrictamente se deben pagar en bolívares.

    De los 20 millones de bolívares que asegura Fuentes hoy tiene en su haber (unos 10 dólares en promedio), apenas puede retirar diario el 2.5%.

    Eso es una restricción al consumo por parte del gobierno que se conoce como ‘corralito financiero’. Porque el gobierno a través del BCV y en manos de la Superintendencia de Bancos le exige a los bancos que restrinja la cantidad de monedas que las personas puedan extraer de sus propios cuentas para así también disminuir el consumo. Es decir, el hecho de que tú no puedas sacar más de 500.000 olívares al día hace que consumas menos. Y ese consumir menos debería verse reflejado en un menor índice de inflación todos los meses. Osea, que es la peor forma que puede tener un gobierno para controlar la inflación. Prácticamente es un genocidio: estás obligando a las personas a no consumir. O si vas a consumir, es consumo electrónico”, dice Olmos mientras asegura que entre el uso de tarjetas de débito y puntos de venta lo que más se usaba en Venezuela, hasta 2020, fueron las transferencias digitales y el pago móvil, considerado este último cómo el conjunto de servicios que permiten realizar transacciones financieras a través de teléfonos móviles.

    Además de la inoperatividad de la mayoría de cajeros automáticos en el país y las restricciones para el retiro de efectivo por taquilla, se suma la inutilidad que en la actualidad representa una tarjeta de crédito que, en el mejor de los casos, cuentan con una disponibilidad de hasta los 10.000.000 bolívares (cinco dólares, aproximadamente).

    ¿Y qué viene?

    Señala Olmos que el tema de la desaparición del dinero en físico es una gran tendencia mundial por un tema de innovación y de reducción de costos de producción, de almacenaje y de transporte. Sin embargo, no es el caso de Venezuela, que lo hace por necesidad ante el escenario de hiperinflación anteriormente descrito.

    Foto: Cortesía

    A principios de 2021, el Ejecutivo Nacional aseguraba que “el dinero en físico va a desaparecer, lo que para Venezuela será una gran ventaja”. En ello difiere Olmos, pues hablar de una economía 100% digital no es viable en las condiciones actuales con la precariedad de servicios públicos.

    “Si tú quieres ser un país 100% digital tú debes garantizar energía eléctrica constante, Internet de alta velocidad constante, disposición de dispositivos electrónicos para que cualquier persona pueda utilizar esto y lo más importante la educación del ciudadano en tema digital, asegura”.

    Frente a esta panorámica, Olmos señala que la única forma que se revierta la situación actual en el país es en el marco de un reajuste económico que conlleve el incentivo para la producción, los acuerdos económicos y un consenso político.

    Aunque sí identifica que el venezolano, como consecuencia de la economía actual, desarrolló un nivel de inteligencia financiera muy elevada producto de esa reinvención y adaptación sobre los medios de pago y las formas de cobro por su trabajo.

    EL DIARIO