El servicio militar femenino: una nueva herramienta represiva del castrismo
En lugar de establecer el servicio militar obligatorio femenino, lo que debería hacer el gobierno es reducir el masculino, hacerlo voluntario, o abolirlo definitivamente
LA HABANA, Cuba.- En su discurso de despedida como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), en el marco de su 8vo Congreso, Raúl Castro propuso que todos los jóvenes, independientemente de su sexo, deberían pasar el servicio militar obligatorio si pretenden cursar una carrera universitaria en la isla. La propuesta estaría escudada en la tendencia al envejecimiento poblacional que desde hace unos años experimenta nuestra sociedad, tendencia que reduce el número de jóvenes que arriban a la edad reglamentaria para incorporarse al servicio militar.
El General de Ejército usó como ejemplo la práctica adoptada por el Ministerio de Relaciones Exteriores desde el año 2002, según la cual los jóvenes de ambos sexos que deseen estudiar en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) tienen que cumplir antes un año de servicio militar en la Brigada de la Frontera, frente a la Base Naval de Guantánamo.
“No puede admitirse la promoción a cargos superiores de compañeros que, por motivos injustificados, no hayan cumplido el servicio militar activo, que constituye la principal vía de preparación militar que deben cumplir todos los ciudadanos, en primer lugar, los cuadros”, sentenció el dirigente, quien además citó el Artículo 4 de la Constitución de la República: “La defensa de la patria socialista es el más grande honor y el deber de cada cubano”.
Y es que los cubanos nos hemos habituado a considerar inmutable el orden establecido por el gobierno totalitario. Sin embargo, la realidad no es la venda con que nos han cubierto los ojos durante más de sesenta años. El servicio militar obligatorio es una práctica que disminuye a nivel mundial. En la actualidad solo lo implementan 26 países; la propensión es al servicio voluntario. La obligatoriedad de este se da principalmente en países con una situación fronteriza potencialmente complicada, como pueden ser Irán, Egipto, Siria, Argelia, Eritrea o Israel. En estos dos últimos, así como en Noruega, Suecia y Corea del Norte, se recluta también a las mujeres, aunque esto constituye una excepción, pues en la mayoría de los países solo se recluta a los hombres.
En Europa, por su parte, una serie de países han desestimado la necesidad de un servicio militar obligatorio en estos tiempos en que la diplomacia debe primar sobre la guerra como vía de resolución de conflictos. Países de Europa del Este como Hungría, Croacia, Polonia o la República Checa han abolido la conscripción en años recientes, mientras que otros como Alemania, Francia, España o Italia suspendieron el servicio obligatorio “por tiempos de paz”. Solamente Suiza, Finlandia y Noruega, a pesar de su conocida neutralidad, tienen un servicio militar obligatorio de seis meses en los primeros dos casos y de diecinueve en el último.
En Estados Unidos el sistema de reclutamiento es voluntario desde 1975. En ese país, así como en China, la gran cantidad de individuos que se unen voluntariamente a las Fuerzas Armadas hace innecesario aplicar la obligatoriedad. En el caso de Rusia, el servicio obligatorio data de la época imperial, aunque desde 2008 fue reducido de 24 a 12 meses de duración.
En la región son Colombia, Venezuela y Bolivia los tres países que obligan a los jóvenes a un servicio militar. En Brasil, Chile y Paraguay el régimen militar se puede evitar por motivos de estudios, orfandad, objeción de conciencia, “tiempos de paz” o simplemente sustituirlo por el servicio en otra rama de las Fuerzas Armadas.
Hasta ahora, en Cuba el servicio militar femenino es voluntario, mientras que para los varones que cumplen 18 años es obligatorio durante un período de dos años, o un año en el caso de que el joven haya obtenido una carrera universitaria.
Aunque desde hace más de un siglo Cuba no está en guerra con ningún país, Fidel Castro desangró la isla en su afán de jugar a la guerra por el mundo. Así, numerosas familias vivieron durante décadas el terror de que al ser llamados al servicio militar los adolescentes fueran enviados a morir a las guerras de África, una pesadilla que para muchos se hizo realidad.
Para evitar que sus hijos sirvan como carne de cañón, los padres cubanos han acudido y acuden a disímiles artimañas, como llevarlos al psicólogo desde niños o pagar sobornos. Los chicos, por su parte, emplean desesperados ardides bastante más radicales, que involucran generalmente variadas maneras de automutilación o intentos de suicidio.
Incluso no han faltado padres e hijos que han cumplido prisión, pues el gobierno cubano no reconoce el derecho de los objetores de conciencia, que son tachados de “desafectos a la revolución”. En este sentido, han sido particularmente castigados los Testigos de Jehová. Según atestigua el expreso Luis Cueto, residente en Matanzas, esto le sucedió a su primo Leonardo Otero Echemendía, quien fue condenado a prisión tres veces, una por cada hijo varón que se negó a enviar al servicio militar. Cada uno de los jóvenes fue asimismo encarcelado.
La amenaza del servicio obligatorio es otro motivo para emigrar, con la premura de hacerlo antes de que el joven alcance la edad militar, pues de lo contrario correría el riesgo de que no lo dejen salir del país.
En lugar de establecer el servicio militar obligatorio femenino, lo que debería hacer el gobierno actual es reducir el masculino, hacerlo voluntario, o mejor aún, abolirlo definitivamente. De hecho, en tiempos de COVID-19 corresponde suspenderlo como parte de las medidas necesarias para evitar la propagación de la pandemia, así como se suspendieron las clases. Al fin y al cabo, los estudiantes becados (internos) fueron enviados a sus casas por la misma razón, y las condiciones de convivencia en el servicio militar no son diferentes a las de un internado.
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