La hipocresía castrista en torno a las protestas populares
El castrismo exalta las protestas populares en las naciones no afines a su ideología, pero les niega esa posibilidad a los cubanos
LA HABANA, Cuba.- La propaganda oficialista cubana suele ofrecer una gran cobertura mediática a las protestas populares que tienen lugar en las naciones no gobernadas por las fuerzas de izquierda. Es como si sintieran placer al contemplar a las personas, en especial a los jóvenes, lanzando piedras y otros objetos contra las fuerzas del orden. Y con independencia del motivo que diera lugar a las protestas, los castristas terminan expresando que esa es la reacción del pueblo contra las medidas neoliberales aplicadas por los gobernantes de esos países.
Así sucedió con las protestas escenificadas no hace mucho en Chile, y también con las que sacudieron a Perú en aquellos días en que el país andino cambió en varias ocasiones de presidente. Y por estos días las protestas que se han producido en Colombia ocupan los primeros planos de la prensa oficialista cubana. El énfasis de ese tratamiento mediático se pone en lo que consideran como “la gran represión policial contra el pueblo colombiano”.
En cambio, otra es la actitud de la prensa castrista con los problemas que se originan en los predios de sus aliados. Aquí observamos la casi nula cobertura que se le brinda a las protestas del pueblo venezolano contra el gobierno de Nicolás Maduro, y a las actividades de la oposición en esa nación. De igual manera, el cubano de a pie apenas tuvo acceso, por medio de la prensa oficial, a las protestas que estremecieron a Bolivia durante los días finales del gobierno de Evo Morales. Pero, eso sí, el periódico Granma y sus adláteres abrieron sus páginas con entusiasmo cuando algunos grupos indígenas marchaban en contra del gobierno de Jeanine Áñez.
Por supuesto que ese manto de silencio se extiende también a los trapitos sucios que exhiben los aliados del castrismo fuera de la región latinoamericana. Por ejemplo, muy poco se publicó en Cuba acerca de las protestas que tuvieron lugar en Hong Kong contra las autoridades comunistas chinas. Y el mundialmente conocido opositor ruso Alexei Navalny es prácticamente desconocido para el público cubano que se informe únicamente por la prensa oficialista de la isla.
El derecho que el castrismo reclama para que los chilenos, peruanos y colombianos salgan a las calles a manifestarse contra sus gobiernos, se lo niegan tajantemente a los cubanos. Y, en verdad, si un pueblo tiene motivos para protestar, ese es el cubano. Entre otras cosas, no se ve la salida de una situación tan tenebrosa en la que una moneda a la que no accede la mayoría de la población es la que abre las pocas puertas adonde adquirir los bienes necesarios para la vida.
Sin embargo, el vocero del régimen, Humberto López, presenta en la televisión como un hecho vandálico la supuesta organización de una protesta que saldría por céntricas calles de La Habana. Para el señor Humberto, tal protesta afectaría la seguridad y el orden interior en el país. Seguridad y orden interior que a los castristas les importa un bledo cuando se trata de naciones no afines a su ideología.
Y a propósito de las recientes protestas en Colombia, resalta el hecho de que, aún después de que el gobierno colombiano accediera a la principal demanda de los que se lanzaron a las calles —la eliminación de la reforma tributaria anunciada por el presidente Iván Duque—, la agitación continuaba en las principales ciudades de esa nación. La prensa oficialista cubana ya hablaba de “continuar exigiendo el establecimiento de una sociedad más justa”.
Por supuesto que no sería difícil imaginar una conexión castrista y chavista con esos manifestantes colombianos. Una conexión que, hasta ahora, se ha puesto de manifiesto con la expulsión de un funcionario de la embajada cubana en Bogotá.
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