¡Judío, judío, judío, judío, judío, judío!
En el programa de espectáculos más popular de Argentina, una participante dijo una frase que debería haber pasado desapercibida. Sin embargo, generó un escándalo nacional y la presionaron para pedir disculpas. ¿Ya no se puede decir “judío”? ¿Nos volvimos locos?
No tengo idea quién es Mar Tarrés. No sé si es cantante, famosa, actriz, cómica…no tengo idea. Tampoco miro ShowMatch, ya que me interesa hacer otras cosas en el poco tiempo que tengo libre. Sin embargo, una declaración de la participante abrió un fuerte debate en la televisión y las redes sociales. En una nota publicada en Infobae, que encontré mientras me informaba sobre otros asuntos, leí el titular: “El repudiable chiste antisemita de Mar Tarrés”. La sangre tira, y es muy de judío dar clic al instante a ver qué pasó. De chusma nomás y para saber si hay algún otro judeofóbico en los medios, que merezca perder la eventual simpatía que le podamos tener.
No encontré ningún “repudiable chiste antisemita”. El personaje en cuestión, que por estas horas el progresismo hipócrita casi equipara con Hitler, solamente dijo, en broma, que buscaba un novio “judío con plata”, haciendo referencia al exitoso productor del canal, Adrián Suar.
La susceptibilidad extrema del pensamiento políticamente y correcto la crucificó. La chica, que en un principio aclaró que no quiso ofender a nadie, tuvo que salir a pedir disculpas con los judíos que se pudieran haber sentido “discriminados” u “ofendidos”. Sin embargo, Tarrés tuvo el buen tino de dejar una reflexión, en medio del calvario que le hicieron pasar. “Parece que no se puede decir judío”, lamentó. Y, lamentablemente, valga la redundancia, parece que tiene razón.
Los que tendrían que pedir disculpas son los dirigentes de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, como la directora de Estudios Sociales de la entidad, Marisa Braylan. Para ella fue necesaria una referencia al genocidio y al holocausto. La funcionaria dijo que no se puede justificar a Tarrés tratándola de ignorante, ya que los nazis eran “gente culta”. También dijo que la asociación del judío con el dinero es una de las típicas versiones del antisemitismo.
¿Será que soy un judío pobre que no me siento afectado? ¿O será que todo esto es una locura y que la picadora de carne del pensamiento políticamente correcto le está haciendo pasar un pésimo momento a una pobre mujer? Lo peor es que, sinceramente, ni creo que la chica quiso ofender a nadie y que se trate de una persona antisemita.
La DAIA, si se preocupa por los judíos argentinos y por el Estado de Israel, debería abandonar el progresismo infantil, que no representa a muchos de nosotros, y darse cuenta que, con estas actitudes, les hace el caldo gordo a los enemigos de Israel. Detrás de todas las causas semejantes y los absurdos pedidos de “cancelación”, está la izquierda antisemita de siempre disfrazada.
Esa que no tiene reparos a la hora de empatizar con las teocracias islámicas y el terrorismo, mientras que cuestiona al Estado de Israel por el mero hecho de defenderse. Si hablamos de conspiraciones absurdas, ese monstruo políticamente correcto parece que “domina más los medios de comunicación” que nosotros, que tenemos fama de eso.
Como dijo Tarrés, parece que no se puede decir “judío”. Como judío, esto no me gusta nada. Ya vimos como los relatores de fútbol, en los países de mayoría blanca como argentina, le dejaron de decir “negro”, como se les dijo históricamente a los jugadores negros, de manera afectiva y cariñosa. El “morocho” o “moreno” forzado al que apelan, no hace otra cosa que llamar la atención sobre un absurdo, que parecería sugerir que es malo ser negro.
El antisemitismo existe y existirá y los judíos tendremos distintas posiciones sobre cómo lidiar con el odio y la ignorancia. Pero que esta situación haya generado casi más repudio que el comunicado de Cancillería, donde se equipara a Israel con Hamas, y se cuestiona el incuestionable derecho a la defensa, es patético. Más antisemita que esta chica, parece ser el Gobierno nacional, cooptado por el kirchnerismo.
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