No NOPria de Castillo
El pasado domingo 6 de junio, el Perú más polarizado de su historia contemporánea se midió en las urnas de votación para elegir al nuevo presidente de la nación para el período 2021–2026.
Se trata de una elección sumamente apretada: con 94,9% de las actas escrutadas hasta la redacción de esta nota, el candidato del partido político Perú Libre, Pedro Castillo, aventaja con 50,11% de los votos a la aspirante de la Fuerza Popular, Keiko Fujimori, quien tiene 49,88% de los votos.
Ahora, ante una eventual victoria de Castillo, ¿cuál sería la situación para los migrantes venezolanos? Para el periodista peruano Diego Oré, ya el candidato del partido Perú Libre lo expresó: “Él ya dijo que iba a dar 72 horas a ‘los ciudadanos de otros países que han venido a faltar el respeto’, en una clara alusión a Leopoldo López y Lilian Tintori, quienes participaron en la campaña de Keiko. Esa declaración podría englobar una animadversión hacia la población venezolana, en general, cuya popularidad no está tan bien luego de lo del Tren de Aragua”.
Durante su cierre de campaña, el candidato de tendencia izquierdista, aseguró que de ganar las elecciones el próximo 28 de julio, día en el que se realizaría la toma de posesión, firmaría un “decreto supremo” y otorgaría 72 horas de plazo para que ciudadanos de otros países se retiren de la nación, donde se estima hay cerca de 1,2 millones de venezolanos refugiados.
El internacionalista Vicente Márquez dijo que pasa la segunda vuelta, Castillo cuidó un “poco más” sus comentarios sobre la migración: “En la primera vuelta sí tuvo un discurso un más sobre controlar y ser menos condescendiente con la migración en general, obviamente la venezolana es una de las migraciones más importante en la actualidad para los peruanos. También es cierto que para los venezolanos allá, una victoria de Castillo sería una suerte de volver a los primeros años del chavismo y yo no descartaría la posibilidad de que haya muchos migrantes que decidan salir de Perú y tomar otros destinos, no necesariamente volver a Venezuela”.
“Castillo, sigue siendo un completo enigma. En ciertos elementos mantiene matices muy conservadores. Por ejemplo, ha dado declaraciones altamente en contra de la comunidad LGBT, el aborto y aunque su agenda tiene matices progresistas, habría que ver si no se convierte en lo que fue en su momento Ollanta Humala, que al principio era un aire de cambio y luego su proyecto político se decoloró de tal manera que su popularidad y capacidad de gestión se fue a la irrelevancia”.
El analista político peruano Diego Campaña advirtió que la región está experimentando cambios y “la izquierda ha sabido aprovecharse de estas necesidades, porque la derecha y el centro no han hecho un buen trabajo”, lo que, a su juicio, podría afectar a los venezolanos que residen en su país.
Dos alas del populismo
La carrera por la silla presidencial se disputa entre dos alas del populismo. Para el internacionalista Vicente Márquez, “si triunfa Castillo, se vislumbra un cambio más profundo en el modelo político. Habría que ver en qué magnitud, porque Castillo no tiene mayoría en el Congreso”.
Agregó que, en el caso de Keiko Fujimori, si bien tampoco tiene mayoría en el Congreso, “posee mayor poder de hacer alianzas con las fuerzas tradicionales que tienen un control importante del Congreso”. Con la victoria de la candidata de Fuerza Poplar, según Márquez, “no se vislumbra mayor cambio, sino se trata de mantener lo que se ha hecho en cuanto a continuidad económica, quizás en el escenario político haya mayor contestación porque es una figura altamente polarizante”.
El panorama político peruano da cuenta de una situación compleja. “Perú se encuentra muy dividido, como es costumbre, y se debe elegir el mal menor. No soy fujimorista ni he emitido voto por ella; sin embargo, la democracia está en riesgo con un candidato que confiesa abiertamente ser una posición (comunismo) que le perjudicaría mucho al país y más en momentos de crisis”, dijo Diego Campaña, analista político internacional de nacionalidad peruana.
De los diez mandatarios que ha tenido Perú desde el fin del régimen militar en 1980, solo Fernando Belaunde Terry (1980-1985) y Valentín Paniagua (ocho meses en 2000-2001) resultaron ilesos. También se recuerda el suicidio del expresidente Alan García, tras ser implicado en el escándalo de Odebrecht, la orden de detención al expresidente Alejandro Toledo, el primer proceso de vacancia presidencial contra Pedro Pablo Kuczynski y su posterior renuncia a la presidencia. Por ahora el país es gobernado “transitoriamente y de emergencia”, por el centro republicano liberal Francisco Sagasti, elegido el 16 de noviembre de 2020, por el Congreso de la República y por sucesión constitucional, tras la renuncia de Manuel Merino.
Márquez dijo que una eventual victoria de Castillo, le podría brindar la oportunidad de “aplicar un programa económico y político, enfocado hacia lo social, con cierta posición de izquierda y hacia el populismo”. “También podríamos pensar que tendría la oportunidad de realizar una convocatoria de Constituyente, pero necesita el apoyo del Congreso, que a su vez está muy atomizado hacia el centro y centro derecha”.
“Estamos hablando de una gestión con claras implicaciones sociales, populistas. Con aplicación de programas sociales, un programa económico estatista, donde el sector privado tendrá que enfrentarse a la actitud hostil y agregarle el añadido de una reforma política, que necesita de un apoyo popular que no posee del todo”, indicó.
Sobre una eventual victoria de Keiko Fujimori en la presidencia peruana, el internacionalista detalló que “pasaría algo muy similar”. “No tendría una mayoría parlamentaria, por lo que tendría que pactar. La diferencia es que Keiko podría contar con el apoyo de buena parte de la derecha peruana para cerrarle las puertas al objetivo común que es la izquierda y a todo lo que podría tener un olor similar al chavismo, como se sospecha de Castillo”.
Puntualizó que el programa económico de Keiko es neoliberal. “No habría grandes cambios. El sector privado contaría con crecimiento económico para las medianas y grandes empresas. En el plano social el fujimorismo tiene tinte populista, sin la connotación izquierdista. Pero de igual forma existe el temor de buena parte del establecimiento político sobre que podría ser una carta blanca para volver a las etapas más oscuras de lo que fue el régimen dictatorial de Alberto Fujimori, que fue un régimen corrupto, autoritario y represivo”. HISPANO POST
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