Díaz-Canel, apaga y vete
¿Piensa Díaz-Canel que con sus repetidas visitas de inspección, Cuba podrá resolver las viejas deudas y desarrollarse económicamente?
LA HABANA, Cuba. – De nada vale que determinados periodistas oficialistas se esfuercen en repetir que a consecuencia del “bloqueo” de Estados Unidos contra Cuba, el viejo imperio comunista cubano se asfixia en sus últimos momentos de existencia. La realidad es otra. Desde un principio, el imperio castrista reveló su precaria existencia.
¿A quién quieren engañar estos pobres “soldados” harapientos, armados de repetidos sinónimos que ni el más bobo de los humildes cree a estas alturas?
Basta un poco de historia y como un castillo de naipes caen sus argumentos delante de un auditorio que conoce bien su arte de mentir.
Dice uno de los más tercos que cada vez y en mayor medida, los gobiernos del mundo se alzan a favor de la Isla, experta en promover limosnas, llamadas eufemísticamente donaciones. Según las páginas de Granma, esos gobiernos son los amigos de Rusia, Venezuela y Nicaragua.
¿De qué le ha servido al régimen, nos preguntamos, sus 7 000 fusilados, las prisiones con 15 000 presos políticos durante todos estos años, los miles de hombres, mujeres y niños muertos en el mar, el cacareado trabajo voluntario, los cientos de “indignos” dirigentes marginados a lo largo de seis décadas, tantos discursos para adoctrinar al pueblo en demasiado papel periódico malgastado, si todo está como lo vemos: miseria por un lado y oligarquía política, bien alimentada, por otro?
¿Será esta nuestra mayor desgracia: haber vivido en el comunismo para, por último, terminar así, carentes de todo?
El pueblo cubano está a la espera de una determinación del régimen, ante la terrible situación que se vive. Los gobernantes lo saben bien. No es secreto para nadie. Acompañados de un grupúsculo de periodistas serviles, los gobernantes de la Isla hacen perder el tiempo a un pueblo, ansioso por comenzar una vida distinta, sin opresión, sin demagogia, sin más cantos de sirenas que desaparecen ante los ojos de todos.
El gobierno castrista comete el peor de los delitos: está haciendo perder el tiempo a un pueblo entero. Es imperdonable. Jamás esto podrá olvidarse a lo largo de nuestra Historia. Dicen: hay que trabajar. Pero, ¿trabajar para un régimen fracasado?
No más mentiras. No más echar la culpa de nuestras desgracias económicas al “bloqueo” ni de nuestro atraso, que crece como la espuma. Para nada se habla en la prensa de lo que es en realidad el embargo comercial que Estados Unidos le impuso al gobierno castrista desde 1960. Me refiero a las familias cubanas cuyas propiedades fueron nacionalizadas y a las empresas estadounidenses que fueron expropiadas por Fidel Castro.
Ahora que está llegando a su fin el comunismo cubano, que las relaciones entre Cuba y EE. UU. se ven más cercanas, ¿por qué no decir la verdad, en vez de seguir ocultando la historia de una gran deuda contraída, que algún día tendrá que saldarse?
¿Y cómo quedaron esas miles de familias cubanas y sus descendientes, que huyeron del comunismo y que no dejan de reclamar sus propiedades, por derecho propio, sin siquiera haber recibido compensaciones?
Pero hay más: ¿qué decir cuando se ve que la cadena de impagos del castrocomunismo se alarga cada día más entre numerosos países?
¿Piensa Díaz-Canel que con sus repetidas visitas de inspección, Cuba podrá resolver las viejas deudas y desarrollarse económicamente? Imposible. Algún día se levantará en medio de la noche y comprenderá lo que escucha en su interior: “Apaga y vete”.
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