A 84 años de la Noche de los Cristales Rotos, la génesis del Holocausto
El 9 de noviembre de 1938 comenzó la caída de los judíos en Alemania y Austria. Repasamos los antecedentes y las consecuencias de aquella fatídica noche
El terror sufrido por el pueblo judío a mano de los nazis no comenzó la Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht), ni con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Desde la llegada al poder de Adolf Hitler y su partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, el terror nazi fue incrementándose de manera gradual y progresiva. Hacía ya cinco años que los judíos que no escaparon vivían una pesadilla diaria. Los que decidieron quedarse (la mayoría de ellos terminaron en los campos de concentración), pensaron que la situación no podía ser peor y que, eventualmente, la cuestión mejoraría a futuro.
- Lea también: El error del burócrata comunista que precipitó la caída del Muro de Berlín
- Lea también: Sí, eran socialistas: cómo los nazis hicieron la guerra a la propiedad privada
Sin embargo, paso a paso, el nazismo se convirtió en la primera minoría parlamentaria, Hitler llegó a canciller, luego suprimieron el sistema democrático y finalmente terminó en una dictadura de partido único. La esvástica ya era el símbolo de Alemania y los judíos no eran parte de ella.
Claro que los perseguidos eran tan alemanes como los que los perseguían. Para poder justificar la diferencia entre los “arios” y los judíos se utilizó una estrategia de dos instancias: por un lado, las leyes de Nuremberg establecían que los indeseables eran física y biológicamente diferentes a los alemanes verdaderos. Pero, para acompañar la absurda teoría genética y racial, el nazismo complementó estas tesis delirantes con cuestiones políticas que fomentaban el antisemitismo.
Además de todos los prejuicios usuales contra los judíos que existían por esos años en Alemania, los nazis fomentaron lo que se conoció como la Dolchstoßlegende: la “leyenda de la puñalada por la espalda”. Esta tesis indicaba que la derrota militar no se justificaba en el campo de batalla. Los soldados alemanes habían sufrido una artera traición a mano de los influyentes judíos, que se desempeñaban en la vida civil del país.
El hecho que el nazismo utilizó para fomentar la noche trágica del 9 de noviembre de 1938 fue el ataque contra el funcionario alemán de la embajada en París, Ernst von Rath, dos días antes. El perpetuador fue el joven judío polaco Herschel Grynszpan, que le disparó cinco veces en su puesto de trabajo. No escapó, se quedó a esperar la detención y aseguró que su accionar fue en reivindicación de todos los judíos perseguidos por los nazis.
Von Rath murió dos días después, justamente el 9 de noviembre. Aunque las organizaciones judías europeas trataron de despegarse del hecho, criticando duramente el atentado, los nazis lo utilizaron para iniciar su política de exterminio. En la fatídica noche ocurrida hace 84 años, turbas populares saquearon los comercios judíos e incendiaron las sinagogas en Alemania y Austria. Las “fuerzas de seguridad” dejaban actuar, por lo que las víctimas no podían hacer nada más que perder sus negocios y propiedades.
A la Kristallnacht le siguió la deportación masiva a los campos de concentración. El exterminio formal comenzó en 1941, un año antes de la sistematización discutida en la Conferencia de Wannsee, que se propuso la eliminación de todos los judíos en los territorios ocupados.
El terror nazi terminó recién con la caída de Hitler en 1945, pero la libertad no llegó a toda Alemania ese día. Medio país pasó de la catástrofe nacionalsocialista a sufrir el desastre del socialismo «internacionalista» del comunismo soviético. Justamente, un 9 de noviembre, pero de 1989, cayó el Muro de Berlín, comenzando la reunificación en libertad y democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario