La élite pide recortes energéticos pero viaja a la cumbre climática en jet privado
Los aviones privados contaminan de 5 a 14 veces más que los vuelos comerciales. El eurodiputado Hermann Tertsch cuestionó que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, viajara a Egipto en un Falcon mientras pide a los ciudadanos acatar sus políticas de recorte energético
La ciudad egipcia de Sharm el Sheij recibe a unos 40.000 visitantes, entre estos 120 jefes de Estado y de gobierno, para la cumbre climática de las Naciones Unidas (COP27) que comenzó el domingo y se extiende hasta el 18 de noviembre. Como ocurrió en la cita del año pasado, la élite política que pide dejar de usar combustibles fósiles se trasladó en jets privados que, por pasajero, contaminan de 5 a 14 veces más que los vuelos comerciales, de acuerdo con el grupo activista europeo Transport and Environment.
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Para hacerse una idea de la cantidad de aviones privados que llegaron a Egipto basta con recordar que en la edición anterior que se llevó a cabo del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021 en Glasgow, Escocia, se movilizaron alrededor de mil altos funcionarios en 400 jets. La COP26 contribuyó con 100.000 toneladas métricas de CO2 a la atmósfera, el doble de la cantidad de la COP25 que se celebró en Madrid.
Esto lo reprocha Hermann Tertsch, eurodiputado de Vox. El también vicepresidente del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos y de la Asociación Estratégica Birregional de la Unión Europea – América Latina y el Caribe reclama que mientras el gobierno socialista de Pedro Sánchez exige a los españoles reducir el consumo de calefacción para obedecer los lineamientos de la Unión Europea, él y su comitiva viajan en un Falcon a la COP27.
Tres de los cuatro países más contaminantes no asistirán
«Creo que es fundamental estar ahí», dijo la ministra española para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, María Teresa Ribera, en una reciente entrevista en la que agregó que le apena la ausencia de China, India y Rusia en la cumbre. Considera que son «ausencias importantes en un momento geopolíticamente tenso que lamentaremos».
De acuerdo con el portal Climate Trade, los países más contaminantes son:
- China, con más de 10.065 millones de toneladas de CO2
- Estados Unidos, con 5.416 millones de toneladas de CO2
- India, con 2.654 millones de toneladas de CO2
- Rusia, con 1.711 millones de toneladas de CO2
Entonces, a pesar de la cantidad de aviones privados que han llegado a Egipto para trasportar a las élites que reclaman acciones para mitigar el cambio climático, tres de los cuatro países que generan mayor contaminación no se cuentan en la lista de asistentes.
Auspiciado por Coca Cola
Quien sí estará, y como patrocinante, es el productor de un quinto de las botellas plásticas que terminan en los mares: Coca Cola. En teoría, la preocupación principal de la cumbre son los combustibles fósiles. Tal vez por esta razón se ha pasado por alto el resultado negativo de la compañía para el ambiente.
La corporación multinacional produce 1 millón de botellas plásticas por minuto. Esto equivale a poco más de 500.000 millones de botellas al año. Por este motivo, Coca Cola ha sido por tres años consecutivos el mayor contaminador plástico del mundo.
«Ambientalismo burgués»
En vista de que se han celebrado 26 cumbres sin resultados palpables, el portal Reason.Life señala que se trata de un «ambientalismo burgués» que se sustenta en una «ideología de cambio climático», pues se sostiene en una creencia, no en resultados. Lo denomina una forma conveniente de señalar la adhesión a la creencia de lujo/clase de alto estatus, reforzando una clara separación de la clase trabajadora.
También destaca cómo en 2019 la élite arribó a la cumbre climática en más de 100 jets privados a Sicilia, Italia. Además, 2000 súper yates con motor a diésel escoltaron a los isleños más ricos y famosos que se trasladaban en Maseratis.
Ya lo dijo décadas atrás el filósofo H.L. Mencken, uno de los principales objetivos de la política es mantener a la población en un estado de miedo perpetuo, para que sus líderes puedan actuar como salvadores. En el caso de la agenda climática, tiene además como resultado el empobrecimiento de la población, mientras los héroes climáticos gozan de lujos exorbitantes.
Desde 1995, cuando se realizó la primera cumbre de la COP, lo que pudo haber iniciado con intenciones nobles terminó siendo un derroche de lujos e hipocresía. Por eso el portal cita al científico Albert Einstein, quien decía que la definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado diferente. Parece que 26 cumbres aplicando el mismo libreto no han sido suficientes. Ahora, en la edición 27 se repite la historia: una reunión que sirve para subvencionar el ego de la élite política que se traslada en jets privados que funcionan con combustibles fósiles y contaminan de cinco a 14 veces más que los vuelos comerciales para renegar de los hidrocarburos y prometer salvar el planeta sin primera dar el ejemplo.
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