¡Arriba Cadenas!, por Laureano Márquez
TCD @laureanomar
El poeta Rafael Cadenas ha cumplido 92 años y como reconocimiento a su trayectoria literaria y humana, el Instituto Cervantes de España le ha organizado un hermoso homenaje en el que se han dado cita diversas personalidades de la literatura hispanoamericana: editores, escritores, poetas, libreros, así como Paula Cadenas, hija del homenajeado. Este participó desde Caracas, en la librería El buscón. Un emotivo acto que puede ser visto en diferido en esta dirección de video de YouTube: Celebremos a Rafael Cadenas – YouTube.
Escuchando la intervención de su hija Paula, quien afirmaba que, de niña, la invadía una sensación de tener un papá holgazán porque se quedaba en casa leyendo y escribiendo, mientras los otros papas salían a trabajar de paltó y corbata, me surge la pregunta: ¿para qué sirve la poesía?, ¿cuál es su utilidad en un mundo en el que las palabras no se cotizan en la bolsa? ¿Tiene sentido, incluso, la pregunta? En Dichos, Cadenas, inquieto por el peligro de que en las universidades la literatura “deje de ser lo que es”, afirma que esta constituye “la manera más entrañable de habla”, hecha para ser vivida, más que algo que ha de ser “viviseccionado”.
En su poema Disyuntiva, que comienza con un epígrafe del poeta sueco Göram Palm: “La naturaleza de la poesía es inintencionada”, agrega:
Yo quería escribir
un poema,
luego tuve la intención
de no tener intención
y el poema
se quedó allí
detenido,
atrapado,
carbonizado entre la chispa
de las dos intenciones
y aquí
lo dejo.
Y en Ars poética, escribe:
Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.
La poesía es astrolabio del espíritu, para orientar a todo aquel que es capaz de conmoverse con este inexplicable viaje sin límites que es el universo. Es indefinible, intangible, pero allí está el malabarismo de las palabras, ese ruido que nos quema por dentro. Celebramos la vida de Cadenas, cada verso que nos ha dado, su quehacer honesto y silencioso, la trasparencia de su alma en tiempos de tantas oscuridades. Qué bueno que sea de Venezuela, que sean nuestras sus letras; que nuestro nombre brille asociado a la expresión certera, al poema esclarecedor; que tenga vida y lucidez para disfrutar de los reconocimientos que recibe, como este del Instituto Cervantes y antes el premio de poesía Iberoamericana Reina Sofia y tantos otros. Y qué emblemático el hecho de que nuestra tierra, donde las cadenas, símbolo de opresión, tanto que nuestro himno clama perpetuamente por su caída, tenga en Cadenas, el poeta, toda la fuerza liberadora de la palabra.
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