Ecopetrol, con sus acciones en caída libre y estrechando lazos con PDVSA
La caída de las acciones llegó a 12 % en el peor momento de este viernes 11 de noviembre en la Bolsa de Valores de Colombia. Además, quedó excluida del importante indicador MSCI. Esto ocurrió horas después de que su presidente, Felipe Bayón, confirmara que ya existe un contrato con PDVSA para posiblemente importar gas venezolano
La situación de Ecopetrol, la primera compañía petrolera de Colombia, no es alentadora a pesar de que hace pocos días reportaba que sus ganancias habían aumentado 150 % en el tercer trimestre de 2022. Lo que preocupa es su situación en los mercados internacionales y lo que eso significará para el país en el mediano plazo a medida que el presidente Gustavo Petro avanza con su agenda ambientalista que ahuyenta a los inversionistas del sector de hidrocarburos.
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El escenario político bajo la actual Administración ha influido en la caída de las acciones que llegó a 12 % en el peor momento de este viernes 11 de noviembre en la Bolsa de Valores de Colombia. Además, la empresa también quedó excluida del importante indicador de fondos de capital estadounidense MSCI, lo cual socavará la confianza en la inversión.
Expertos citados por la agencia EFE aseveran que lo que ocurre con Ecopetrol es «el reflejo de la caída del precio de la acción en pesos y de la devaluación de la moneda colombiana, que hacen que el valor de mercado de las acciones en circulación ‘no cumpla con los estándares de dicha metodología para mantenerse en el índice'».
No de gratis analistas colombianos han asegurado que la insistencia de Petro de acabar con Ecopetrol es una transición a la miseria. Sumado a eso, el actual gobierno busca entregar la soberanía energética a Venezuela a través de PDVSA.
Mala señal para Colombia
Cuando la caída llegó a 12 % este 11 de noviembre, las acciones eran negociadas a 2.252 pesos (0,47 dólares), pero en el cierre de la jornada tuvieron «una ligera recuperación» y la caída se frenó a 7,77 %, al subir a 2.397 pesos (0,50 dólares). Un respiro en medio de la incertidumbre.
Las expectativas en los mercados no son las mejores. Caso contrario no hubiera salido del índice MSCI, el cual refleja el desarrollo de empresas en capitalización bursátil ubicadas en una veintena de países. En palabras más simples, lo definen como un «faro de luz» que guía a los fondos de inversión. Pero Ecopetrol ya no es iluminada por dicho faro bajo el gobierno de Gustavo Petro. En consecuencia, solo las empresas Interconexión Eléctrica S.A. y Bancolombia quedaron dentro del índice en representación del país.
Al respecto, Juan Camilo Jiménez, gerente de Inversiones Renta Variable en Credicorp Capital, aseveró a La República que «no es una buena señal salir de estos índices globales». La empresa «empieza a perder protagonismo en el mundo y tanto Ecopetrol como Colombia comienzan a quedar relegados».
Depender energéticamente del chavismo
El presidente Gustavo Petro insiste con una agenda que genera poca confianza en los mercados. Lo reiteró hace pocos días durante la cumbre COP27 celebrada en Egipto. Allí, rodeado de mandatarios que pregonan la protección ambiental mientras llegaban al país anfitrión en jets privados (uno de los medios de transporte más contaminantes), pronunció un discurso ambientalista extremo con el que exhortaba a abandonar los hidrocarburos. Osó decirlo aunque Colombia basa cerca del 60 % de su economía en esta actividad. Sus palabras siempre son secundadas en territorio colombiano por la ministra de Minas, Irene Vélez, quien insiste con frenar y acabar con la razón de ser de su propia cartera ministerial.
La situación de Ecopetrol no solo alarma por su caída en los mercados. Aprovechando el restablecimiento de relaciones, el régimen chavista de Nicolás Maduro entró en escena para posiblemente vender gas a Colombia.
El encargado de mencionarlo fue el propio presidente de Ecopetrol, Felipe Bayón, quien dijo que ya existe un contrato con PDVSA para que esta exporte gas al país vecino y que un equipo de la petrolera colombiana viajó a Caracas para evaluar el acuerdo. Es decir, todo este escenario también plantea una dependencia energética de un régimen violador de derechos humanos. Al tiempo que se le estarían aportando mayores ingresos a Maduro para financiar su dictadura. Sin mencionar que la meta ambientalista no se estaría cumpliendo, pues las emisiones que se reducirían en Colombia aumentarían en igual medida en Venezuela, y la contaminación no conoce fronteras.
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