Apertura total de la frontera: vía libre para el castrochavismo
Gustavo Petro y Nicolás Maduro acordaron en su segundo encuentro en Caracas "culminar el proceso de apertura de todos los pasos" limítrofes. Con el giro del mapa político a la izquierda, la dictadura chavista ha encontrado más que un respiro. Ahora no solo cuenta con mayores ingresos por el intercambio comercial y el reconocimiento de sus vecinos sino también con el impulso para retomar el proyecto regional que Chávez pretendió expandir sin disimulo por toda la región
El disimulo durante la campaña quedó atrás. Gustavo Petro consiguió los votos para ganar la Presidencia de Colombia simulando un distanciamiento con el llamado castrochavismo. Desde su coalición política se llegó incluso a negar y ridiculizar su existencia. Pero una vez en el poder se cayeron las caretas. Justo al cumplirse cinco meses de su llegada a la Casa de Nariño, Petro viajó sorpresivamente a la capital venezolana para un segundo encuentro con Nicolás Maduro bajo el pretexto de «facilitar y promover las inversiones directas transfronterizas». El resultado de esta «reunión extraordinaria» fue la apertura total de la frontera. Pero aunque el foco se haya centrado en lo económico, es inocultable la alianza política e ideológica que se está conformando entre Bogotá y Caracas.
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Luego de la reunión este sábado en el Palacio de Miraflores que se extendió por casi tres horas y terminó sin declaraciones, se divulgó un comunicado conjunto en el que se anunció que Venezuela y Colombia acordaron la apertura total de la frontera para el transporte internacional de mercancías y de pasajeros, tanto en transporte público como en vehículos particulares.
Tras este encuentro se acordó «dar instrucciones a las autoridades locales y regionales fronterizas» para que se «culmine el proceso de apertura de todos los pasos» limítrofes. Con este propósito se fijó el 27 de enero como plazo para que los equipos técnicos de ambos países se reúnan y den continuidad al trabajo iniciado por Petro y Maduro, que incluyó la revisión del «Acuerdo de Alcance Parcial», que rige el comercio bilateral, y el «Acuerdo Marco de Complementación Económica», así como el avance tras la apertura de los puentes fronterizos, fase que culminó hace una semana con la puesta en operaciones del puente binacional Atanasio Girardot, también conocido como Tienditas, que une el estado venezolano de Táchira con el departamento colombiano de Norte de Santander; y el puente internacional José Antonio Páez, que conecta Arauca (Colombia) con Apure (Venezuela).
Maduro con vía libre por el norte, por oeste y por el sur
Como «muy fructífera» calificó Nicolás Maduro la reunión con Gustavo Petro en Miraflores. No es para menos. Si bien muchos ciudadanos de ambos lados de la frontera puede verse beneficiados con el intercambio comercial, el régimen chavista es el que ha sacado más provecho político y económico del giro que ha dado la región con la elección de gobiernos de izquierda y el cambio de estas administraciones en su política exterior hacia Venezuela. En el pasado quedó el acorralamiento diplomático impuesto en conjunto por los principales vecinos. Con Petro en Colombia, Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil y Joe Biden en Estados Unidos, la dictadura venezolana ha tomado más que un respiro. Ahora goza de libre tránsito y reapertura económica por el oeste, integración comercial con la eventual reincorporación al Mercosur por el sur y alivio de sanciones por el norte.
Este escenario, que hoy suma un nuevo capítulo con la apertura total de la frontera entre Colombia y Venezuela, no solo favorece al chavismo a lo interno, al conseguir mayores ingresos y reconocimiento internacional, sino que además permite la reconfiguración de un proyecto regional que sin disimulo el fallecido Hugo Chávez pretendió expandir desde Caracas con el lema: «Alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina». Y no es otra cosa que el castrochavismo, la nueva cepa de un virus llamado socialismo.
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