martes, 17 de enero de 2023

Carlos Delgado-Chalbaud Gómez: el hombre-enigma (I Parte)

 RAFAEL ARRÁIZ LUCCA  LA GRAN ALDEA

| 09 OCTUBRE 2022

Carlos Delgado-Chalbaud Gómez: el hombre-enigma (I Parte)

“Se trataba de un hombre con una cultura superior al promedio, políglota y viajado como ningún otro de sus compañeros de armas. Además, se había graduado de militar en Francia. Se distinguía con naturalidad y, también, se abría paso en los salones caraqueños con facilidad familiar”. Carlos Delgado-Chalbaud y su habilidad para moverse entre dos aguas.


Carlos Delgado-Chalbaud Gómez era hijo del merideño Román Delgado Chalbaud (1882-1929) y la caraqueña Luisa Elena Gómez Velutini (1890-1984). Esta era hija del ganadero upatense Eleuterio Gómez Rodríguez y Elisa Antonia Velutini Ron, descendiente de corsos. Las hijas Gómez Velutini fueron muy famosas en la élite caraqueña por su belleza, y varias de ellas casaron con señores principales de la época. De la unión de Román y Luisa Elena nacieron dos hijos: Carlos (1909-1950) y Elena (1911).

En 1913 Román Delgado inició una conspiración para evitar la reelección del general Juan Vicente Gómez. Este lo supo y lo tuvo preso en la cárcel de La Rotunda entre 1913 y 1927. Elena Delgado Gómez en entrevista sostenida con Jairo Bracho Palma (Los sueños rotos. La historia de los Delgado-Chalbaud) en 1997, afirma que se fueron a vivir a París en 1920. Entonces, el joven Carlos sumaba once años. Su padre, al no más salir de La Rotunda en 1927 viajó a París a encontrarse con su mujer y sus hijos, después de catorce años de cautiverio. Estuvo presente en la graduación de bachiller de su hijo en el Liceo Lakanal, en 1928, de dieciocho años. Ambos hijos, Carlos y Elena, conocieron a su padre en 1927, asombrados con el personaje legendario, héroe de la resistencia contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.

En 1929 Carlos participa con su padre en la aventura del Falkeen julio-agosto (proyecto fallido, ampliamente documentado por la historiografía y la literatura), y no desembarca en Cumaná por indicaciones expresas de su padre. Se queda abordo y salva la vida, junto con José Rafael Pocaterra. Es un muchacho de 20 años que ahora, por si fuera poco, pasa a ser huérfano de padre. Regresa a París en septiembre junto a su madre y a retomar sus estudios.

Carlos Delgado-Chalbaud Gómez: el hombre-enigma

“Al no más llegar a Caracas es incorporado al ejército como capitán adjunto al Servicio de Ingeniería Militar (1939) y como profesor de la Escuela Militar. Luego, es designado capitán comandante de la segunda compañía del batallón de ingenieros Francisco Avendaño (1941)”

En 1930 pasa unos meses en Nueva York y regresa a París. Estudia ingeniería en la Ecole des Travaux Publics y se gradúa en 1933. Entre tanto, tiene unos morochos con Juliet Jouneau, en 1932, con quien no se casa (ella diez años mayor que él) y tampoco se hace cargo directamente de sus hijos. Juliet integra una familia noble francesa de impronta derechista y, por motivos desconocidos, cría a los gemelos hasta los dos años y los entrega a unas monjas para ser adoptados. La tía Helena Delgado-Chalbaud Gómez al enterarse los rescata del orfanato y los educa como hijos propios. Entonces, Elena está casada con un francés: Pierre Lambert, quien encarnará para los niños la figura paterna. Los morochos se llaman Carlos Román y Román Carlos. El primero pasó casi toda su vida en Venezuela y tuvo descendencia en el país, el segundo no tuvo descendencia. Ambos tuvieron a Pierre y Elena Lambert como sus padres, mientras su padre biológico los visitaba con alguna frecuencia.

En 1933, Carlos Delgado-Chalbaud Gómez se casa con quien será su compañera hasta el desenlace trágico: Lucía Levine, hija de una familia rumana adinerada, izquierdista y judía. Además, Lucía se llamaba Ludbow Berliand y no he podido determinar por qué se hacía llamar de otro modo. Sus padres fueron User Berliand y Ester Barbalat. Con Lucía tiene una hija: Elena Delgado Levine (1936), quien no tuvo descendencia y falleció en París de muerte natural. Su madre (Lucía), por su parte, dispuso de su vida en la misma ciudad en fecha que no hemos podido precisar.

En 1935 el joven caraqueño pasa un año en Barcelona en el piso de Rómulo Gallegos y Teotiste Arocha. El cariño entre el maestro y el hijo del mártir del gomecismo crece sin límite. Busca trabajo en la ciudad condal. No lo logra. Se vincula más con los venezolanos en el exilio. Al año siguiente regresa a Venezuela buscando futuro. Tiene doce años sin venir. Pide una audiencia con su pariente el general Antonio Chalbaud Cardona y este, a su vez, se reúne con el presidente Eleazar López Contreras a referirle el caso. Este le dice al general Cardona que le ofrezca una beca para estudiar en Francia y el joven Delgado acepta y regresa a París a estudiar en la Ecole Militaire et d’Application de Genie de Versailles. Se gradúa en 1939. Tiene 30 años y regresa definitivamente a Venezuela, donde ha vivido apenas once años de su vida. Viene, además, a devolver con trabajo la beca del Estado venezolano que lo ha favorecido.

En la patria y en la Academia Militar

Al no más llegar a Caracas es incorporado al ejército como capitán adjunto al Servicio de Ingeniería Militar (1939) y como profesor de la Escuela Militar. Luego, es designado capitán comandante de la segunda compañía del batallón de ingenieros Francisco Avendaño (1941). Los testimonios de sus alumnos como profesor son enjundiosos. Dictó en estos años, entre 1939 y 1945, las asignaturas de álgebra, fortificación, balística, empleo de armas, física y electricidad.

En 1942 se ganó una beca para estudiar dos meses en el Arsenal de Edgewood en Maryland (EE.UU.) y regresó a principios de 1943. Este año importante en su trayectoria es designado jefe de la Quinta Sección del Estado Mayor General y jefe de Estudios de la Escuela Militar. Esto último, evidentemente, lo puso en contacto con toda la oficialidad en formación, y le granjeó un ascendente importante. Obviamente, se trataba de un hombre con una cultura superior al promedio, políglota y viajado como ningún otro de sus compañeros de armas. Además, se había graduado de militar en Francia. Se distinguía con naturalidad y, también, se abría paso en los salones caraqueños con facilidad familiar.

Carlos Delgado-Chalbaud Gómez: el hombre-enigma

“Los testimonios de sus alumnos como profesor son enjundiosos. Dictó en estos años, entre 1939 y 1945, las asignaturas de álgebra, fortificación, balística, empleo de armas, física y electricidad”

En 1944 el trabajo en el seno de las Fuerzas Armadas es intenso para Delgado. Integra Comisiones, imparte asignaturas, sigue creciendo su prestigio de trabajador dentro de la institución. En 1945 los conjurados de la UMP (Unión Militar Patriótica), comandados por Marcos Pérez Jiménez, dudan si incorporarlo al movimiento secreto. Finalmente, se suma tarde, faltando un mes para el 18 de octubre de 1945. No obstante, el gobierno de la Junta Revolucionaria de Gobierno, encabezado por Rómulo Betancourt, lo designa a él (no a Pérez Jiménez) ministro de la Defensa. Fue el primero con esta denominación moderna.

Su participación en el gobierno se enfocó particularmente en la modernización de las Fuerzas Armadas y en acompañar las políticas que Acción Democrática (AD) adelantaba desde el poder. Abundan los testimonios de su respaldo. No asomó públicamente disidencia alguna. Cuando Rómulo Gallegos asume en febrero de 1948, nada más lógico que ratificarlo en el Ministerio de Defensa.

El golpe del 24 de noviembre de 1948

Las tensiones entre el factor militar y el civil son advertidas desde mucho antes de la toma de posesión de Gallegos, al menos así lo señala el Embajador de los Estados Unidos en Venezuela, Frank Corrigan, en carta enviada al Secretario de Estado el 24 de febrero de 1947, un año antes de la transmisión de mando. Luego, el mismo Corrigan en conversación con el ministro de la Defensa, referida en carta del 8 de marzo, afirma que Delgado-Chalbaud admite “el odio que sienten por Acción Democrática la gran mayoría de los oficiales del Ejército que la llevaron al poder” (Consalvi, 1991:78). Este párrafo fue añadido a mano en la misiva, quizás por su extrema gravedad, no lo sabemos.

Hacia finales de 1947 el Embajador Corrigan fue sustituido por el Embajador Walter Donnelly. El 5 de enero de 1948, encabeza su informe confidencial al Secretario de Estado el nuevo Embajador, afirmando: “Tengo el honor de reportar que, a medida que se acerca el momento de la proclamación de Rómulo Gallegos como próximo presidente de Venezuela por parte del Consejo Supremo Electoral, circulan rumores de que el nuevo presidente ya enfrenta la oposición de elementos dentro del Gobierno y del Ejército” (Consalvi, 1991:129).

El 8 de junio el Embajador Donnely envía un memorándum originado en la conversación que sostuvo directamente con Rómulo Betancourt en casa de Chester Crebbs, de la Mene Grande Oil Company. Del informe de Donnely un párrafo es sustancial, ya que recoge el cuadro militar que traza Betancourt. Dice: “Dijo que el Teniente Coronel Delgado-Chalbaud, Ministro de la Defensa, disfruta de toda la confianza del partido Acción Democrática, que es un competente oficial pero que carece de algunas cualidades importantes, tales como coraje en situaciones de emergencia e interés en trabajos administrativos. Opina que el teniente Coronel Pérez Jiménez, Jefe del Estado Mayor Conjunto, ha capitalizado en estas dos carencias para fortalecer su posición en el Ejército, lo cual no es bien visto por el partido AD, quien lo considera un cabeza caliente”  (Consalvi, 1991: 154).

Carlos Delgado-Chalbaud Gómez: el hombre-enigma

“En 1944 el trabajo en el seno de las Fuerzas Armadas es intenso para Delgado. Integra Comisiones, imparte asignaturas, sigue creciendo su prestigio de trabajador dentro de la institución”

Es evidente que en la Embajada de Estados Unidos conocían perfectamente el cuadro de tensiones y quiénes eran sus actores y factores principales. Por una parte, estaba la inquina creciente de la oficialidad en contra de AD, ya que pensaba que este partido les había birlado el Golpe Militar dado por ellos el 18 de octubre de 1945. Otro factor importante lo constituía Delgado-Chalbaud, quien no era visto como un ejemplar puro de ese descontento, dada su simpatía por AD y por el presidente Gallegos, en particular. Otro factor estaba representado por el jefe del Estado Mayor Conjunto, Marcos Pérez Jiménez quien, como afirmaba Betancourt, había capitalizado a su favor el descontento y tenía el liderazgo en el Ejército. El otro factor determinante lo encarnaba Gallegos, que no estaba dispuesto a transigir en ninguna solicitud que desmejorara la condición de AD, ni lo estrictamente pautado en la Constitución Nacional. Los factores de poder iban hacia un desenlace. Veamos ahora el desencadenamiento de los hechos.

El 18 de noviembre se dirigió el presidente Gallegos al cuartel Ambrosio Plaza en compañía de su ministro de la Defensa, lo esperaban en el sitio los tenientes coroneles Pérez Jiménez y Llovera Páez. La arenga de Gallegos se enfocó en recordarles a los oficiales que el honor y el respeto a la Constitución Nacional eran prioridades para ellos. Después del discurso ante oficiales, el primero en felicitar al presidente fue Delgado-Chalbaud. Las preocupaciones del ministro de Trabajo, Raúl Leoni, y del secretario general de la Presidencia, Gonzalo Barrios, eran ingentes, al punto que quisieron acompañar a Gallegos a la alocución, por el temor que sentían de dejarlo solo rodeado de militares, pero Gallegos no aceptó. Concluido el acto, el comandante Delgado-Chalbaud le solicitó al presidente una audiencia en unión de los comandantes Pérez Jiménez y Lloverá Páez. Se fijó para el día siguiente.

El 19 de noviembre a las once de la mañana los recibió el presidente Gallegos en su despacho del Palacio de Miraflores, en compañía de Gonzalo Barrios, en su condición de Secretario General de la Presidencia de la República. Felizmente. De los hechos ocurridos, contamos con una relación pormenorizada escrita por el propio Barrios a instancias de Lowell Dunham, quien le solicitó la versión para su biografía de Gallegos.

Barrios refiere la serenidad de Gallegos, su auctoritas, y el embarazo de los tres comandantes. Finalmente, después de que el presidente los excitó a hablar, el comandante Delgado sacó un papel de su bolsillo y dijo que las siguientes eran las solicitudes del Ejército. Por cierto, ese memorándum confesó haberlo escrito íntegro el teniente coronel Pérez Jiménez, en entrevista con Agustín Blanco Muñoz, publicada en 1983 (Blanco Muñoz, 1983:82): “Los enumeró así. 1) Expulsión del país de Rómulo Betancourt. 2) Prohibición de regreso de Mario R. Vargas. 3) Remoción del comandante Gómez Arellano, jefe de la Guarnición de Maracay. 4) Remociones y cambios entre los edecanes presidenciales. 5) Desvinculación del partido Acción Democrática” (Barrios, 1981: 173).

La respuesta transcrita por Barrios es un ejemplo de serenidad y contención, así como de embarazo para quienes la recibieron. Una pieza de pedagogía política y constitucional. Dijo Gallegos: “Quiero recordarles que de acuerdo con la Constitución que he jurado cumplir y defender, los dos únicos Poderes ante los cuales tengo que rendir cuenta de los actos de gobierno son, en primer término, el Congreso Nacional, y luego el Poder Judicial, si es que contra mi persona es incoado juicio en la forma legal. Pero de acuerdo con esa Constitución que ustedes también han jurado respetar, defender y hacer respetar, no puedo ni debo aceptar imposiciones ni rendir cuenta de mis actos ante otro organismo llamado las Fuerzas Armadas Nacionales, cuyos deberes y derechos de cuerpo no deliberante los define claramente la carta fundamental de la República y que no son, precisamente, los que ustedes en estos momentos están pretendiendo ejercer” (Barrios, 1981:174).

Luego, les explicó paso por paso por qué no podía expulsar a Betancourt; por qué no podía impedir que regresara Vargas; por qué no podía deshacerse de Acción Democrática y por qué todo lo que le estaban solicitando, en otras palabras, contravenía lo dispuesto en la Constitución Nacional. Al concluir de hablar les dijo que tomaran una decisión y salió del Despacho Presidencial dejándolos solos, mientras se trasladó con Barrios a su oficina. Al rato, refiere Barrios, entró el comandante Delgado-Chalbaud muy emocionado porque habían aceptado todo lo expuesto por Gallegos. El presidente se levantó de la silla y caminó con Barrios y Delgado hasta su despacho, lamentando que le hubiesen hecho perder el tiempo. Era viernes.

El sábado 20 y el domingo 21 los pasó el presidente Gallegos entre su casa de Los Palos Grandes y el Palacio de Miraflores, en reuniones con allegados y Ministros de su Gabinete Ejecutivo. El lunes 22 se reunió con oficiales cercanos, catando subrepticiamente los niveles de lealtad. Intuía perfectamente que lo ocurrido el 19 no había terminado allí, por más que la actuación conmovida de Delgado-Chalbaud llevara a pensar que sí.

El 23, ante la ola de rumores le ordenó a su Secretario General de la Presidencia que diera una alocución pública, al mediodía. En ella se reconocía el desarrollo de una crisis militar en marcha y se apelaba a la disposición dialogante del presidente, así como a la confianza en que las Fuerzas Armadas harían su papel.

El miércoles 24 de noviembre, en la mañana, el Presidente Gallegos, según relata el único testigo presente en el momento, Isaac J. Pardo, en el ensayo “Visión personal de Rómulo Gallegos / El hombre que yo conocí”, se encontraba en la sala de la Quinta Marisela, ofreciéndole a Pardo el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social en el nuevo Gabinete Ejecutivo que formaba, cuando su hermano, Pedro Gallegos, entró alterado afirmando que se había producido el Golpe de Estado y que varios ministros estaban presos. De aquel instante terrible para el presidente, Pardo recuerda la serenidad y la entereza con que metabolizó el hecho (Pardo, 1998: 67).

Bibliografía:

-Álvarez Juan, Aurelio (2002). Don Pedro Carlos de Ron y Tovar y su descendencia en Venezuela. Caracas, Editorial ExLibris.
-Arráiz Lucca, Rafael (2011). El trienio adeco y las conquistas de la ciudadanía. Caracas, Editorial Alfa. Biblioteca Rafael Arráiz Lucca, N°5.
-Bracho Palma, Jairo (2011). Los sueños rotos. La historia de los Delgado-Chalbaud. USA, ediciones de Ramón Rivero Blanco.
-Castillo D’imperio, Ocarina (2006). Carlos Delgado Chalbaud. Biografía. BBV N°33. Caracas, El Nacional-Banco del Caribe.
Un hombre, un dilema, un magnicidio. Carlos Delgado Chalbaud (2011). Caracas, Universidad Central de Venezuela.
-Catalá, José Agustín (1991).El golpe militar de 1948 y su secuela trágica.
Caracas, Ediciones El Centauro.
El golpe contra el presidente Gallegos (1982). Caracas, Ediciones Centauro.
-Consalvi, Simón Alberto (1991).Auge y caída de Rómulo Gallegos. Caracas, Monte Ávila Editores.
-Rojas Cabot, Ramón (2010). Julia o el fatum de los Delgado Chalbaud. Caracas, Gráficas Acea.

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