Isaías Medina Angarita: otra vuelta de tuerca (I Parte)
El 1 de mayo de 1941 asume la presidencia de la República. En los años de su gobierno se dieron pasos importantes hacia la apertura democrática. Isaías Medina Angarita legalizó los partidos políticos, admitió una libertad de prensa efectiva y no tuvo presos políticos.
Isaías Medina Angarita nació el 6 de julio de 1897 en San Cristóbal. Su padre era un coronel de Coro llamado José Rosendo Medina, casado con una tachirense: Alejandrina Angarita García. La pareja procreó seis hijos: José Rosendo, Héctor, César, Julio, María e Isaías. El padre fallece en 1901, cuando el futuro general Medina suma apenas cuatro años; de tal modo que casi no lo conoció.
La escuela primaria la cursó con las señoritas Briceño y luego en el colegio de Don Eloy Peralta, en San Cristóbal. En 1912 llega a Caracas a estudiar en la Academia Militar. Tiene 15 años. En 1914 egresa de la Academia como subteniente y regresa al Táchira a saludar a la familia. En 1915 está de vuelta en la capital; es ascendido a teniente y destacado en el Regimiento Sucre.
A los 20 años es ascendido a capitán y se le destaca al Regimiento de Infantería Sucre. Dos años después inicia su carrera de profesor en la Academia Militar. Hasta 1927 será capitán; entonces, tiene 30 años y es ascendido a teniente coronel. Este año, además, se inicia como profesor de Castellano y Educación Física en la Escuela Normal de Hombres y en el Liceo Andrés Bello. Su interés por la literatura lo acerca a las peñas de escritores de entonces. En particular a la que animaba y presidía Pedro Sotillo: un periodista de fuste y de simpatía desbordante, que fue un epicentro de la vida periodística de entonces en El Heraldo y El Universal.
En 1928 es designado jefe de Servicio en la Dirección de Guerra del ministerio de Guerra y Marina. Como el lector ya puede advertir, Medina Angarita será el primero de nuestros militares presidentes que jamás estuvo en guerra. El país había cambiado. En 1930 su paisano Eleazar López Contreras es nombrado ministro de Guerra y Marina por el general Juan Vicente Gómez. Al año siguiente, López designa a Medina en dos cargos: jefe de Servicio del Gabinete del ministerio y secretario del ministro. En estas tareas está hasta 1935 cuando es ascendido a coronel, año de la muerte de Gómez y puente de plata para su porvenir.
El 1 de marzo de 1936 el presidente López lo designa ministro de Guerra y Marina. En 1938 inicia una relación extramatrimonial con una señora judía que se ha separado de su marido, Elías Chocrón. Se llama Estrella Serfaty. Con ella tiene un hijo al que reconoce: Isaías Medina Serfaty. En 1940 es ascendido a general de Brigada. Tiene 43 años. El 30 de abril se casa con una joven zarazeña: Irma Felizola Fernández. Hija de Girolamo Felizola Ferrari, italiano, y la guariqueña Angelina Fernández Toro. La pareja Medina Felizola tendrá cuatro hijos: Irma Alejandrina, María Angelina, Diana e Isaías. El 1 de mayo de 1941 asume la presidencia de la República, fruto de las entonces usuales elecciones de segundo grado que tenían lugar en el Congreso Nacional.
Presidencia del general Isaías Medina Angarita (1941-1945)
Una vez concretada la transmisión de mando entre el presidente López Contreras y su ministro de Guerra y Marina por parte del Congreso Nacional, el nuevo titular designó su gabinete. En él se hizo notorio que el ministro de Educación del gobierno anterior, Arturo Uslar Pietri, designado secretario de la Presidencia, tendría una influencia determinante en el gobierno que comenzaba.
Las primeras medidas causaron sorpresa en la población, ya que se creía que el nuevo presidente sería de mano dura y, la verdad, es que no fue así. De inmediato se comenzó a disfrutar de una absoluta libertad de prensa, al punto tal que un grupo de empresarios decide fundar un nuevo periódico, Últimas Noticias, y otros comenzaban a pensar en la fundación de nuevos órganos de prensa. También comenzó a ocurrir de inmediato que el presidente Medina, no siendo un simple acólito del expresidente López, se distinguió por su independencia de criterio. Estas diferencias se hicieron cada vez más hondas, pero en particular por la relación cordial, y hasta de socios, que el gobierno de Medina mantuvo con los comunistas, sector político con el que López Contreras no transigía de ninguna manera.
Los años de gobierno de Medina van a ser de paulatino distanciamiento entre uno y otro: en la misma medida en que Medina daba pasos hacia la apertura democrática, mientras López aspiraba a recibir la Presidencia de la República de manos de Medina, al final de su período. En cuanto López comprendió que esto no iba a ocurrir, la distancia se hizo absoluta y las diferencias totales. Esto tendrá importancia en lo sucesivo, ya que el expresidente López Contreras mantenía una influencia profunda en el Ejército, mientras Medina en su condición de jefe de Estado, también.
La fundación de Acción Democrática
La libertad se expresó de tal manera que el gobierno le hizo saber al grupo del PDN (Partido Democrático Nacional), capitaneado por Rómulo Betancourt, que sería legalizado si así lo solicitaba. Es por eso que el PDN decide fundar un nuevo partido político, y el 13 de septiembre de 1941 hace su aparición pública, en el Nuevo Circo de Caracas, Acción Democrática (AD), presidida por Rómulo Gallegos y con Rómulo Betancourt en la Secretaría General. La nueva organización se estructuraba a semejanza del partido fundado por Lenin en la Unión Soviética, pero con diferencias ideológicas significativas con el leninismo.
Quienes asistieron a aquel acto ignoraban que la nueva organización sería fundamental para comprender la historia política de la Venezuela contemporánea. Al año siguiente, muchos de sus dirigentes se presentaron como candidatos a las elecciones municipales, pero la mayoría de los escaños los obtuvo el partido oficial, Cívicas Bolivarianas. Meses después, el gobierno de Medina propicia la creación de un partido político distinto al que había creado López Contreras, es entonces cuando se constituye el Partido Democrático Venezolano (PDV), en donde Uslar Pietri se descollaría como la figura principal. Como vemos, los aires de la libertad democrática se respiraban sin inconvenientes. Solo faltaba que se anunciaran elecciones directas, universales y secretas, en diciembre de 1945, para que el cuadro de libertades fuese completo, pero eso no ocurrió.
La Ley de ISLR de 1942 y la de Hidrocarburos de 1943
Integrada por varios miembros de su Gabinete Ejecutivo y por otros conocedores del tema, la Comisión redactora de la nueva Ley de Hidrocarburos tuvo que negociar con carácter recio con las compañías petroleras extranjeras que operaban en Venezuela. Fue el ministro de Fomento, Eugenio Mendoza Goiticoa, quien condujo las conversaciones con las concesionarias para hacerles aceptar que era indispensable que construyeran refinerías en el país, si querían seguir extrayendo petróleo. Las concesionarias aceptaron, y así fue como se construyó la más grande refinería del mundo de entonces: el Complejo Refinador de Amuay.
La Ley, además, ampliaba considerablemente la fiscalización de la actividad petrolera por parte del Estado, fijándole nuevos impuestos y cuotas más altas a las ya existentes. El nuevo tributo se basaba en la Ley de Impuesto sobre la Renta que el Congreso Nacional había sancionado en 1942, y que venía a contribuir no sólo con una mayor recaudación por parte del Estado de la actividad económica de los nacionales, sino que incrementaba notablemente el monto de la recaudación gracias a los tributos de las concesionarias. Con estas dos leyes, el universo fiscal nacional vio incrementar sus arcas, y la industria petrolera dio un paso hacia delante, no solo por la obligatoriedad de construir las refinerías en suelo venezolano, sino por el nuevo marco jurídico que la ley creó.
Este mismo año de 1943 se expropió la Hacienda Ibarra para construir la Ciudad Universitaria de Caracas, proyecto que junto con el de la Urbanización El Silencio, ambos del arquitecto Carlos Raúl Villanueva, vino a modernizar a la ciudad capital. También en agosto de este año se fundó el diario El Nacional, con Henrique Otero Vizcarrondo y Miguel Otero Silva como propietarios y Antonio Arráiz en la Dirección. Este nuevo diario venía a ratificar el clima de apertura política que se vivía.
En 1944 tuvieron lugar dos hechos contradictorios. El gobierno clausuró el Congreso de Trabajadores de Venezuela fundamentado en el inciso 6 del Artículo 32 de la Constitución Nacional y pocos meses después, en 1945, hizo modificar la Carta Magna para que se eliminara el Artículo. De modo que sí primero deshizo la convención, pues después eliminó las razones jurídicas que lo llevaron a ello. En todo caso, al eliminar el inciso permitió que se fundara el Partido Comunista de Venezuela, que no había podido tener fachada legal dado que el inciso prohibía la actividad comunista en Venezuela. Por otra parte, este mismo año los empresarios se agruparon en Fedecámaras, completando una tríada con los trabajadores y el Gobierno, lo que hacía evidente que se estaba tejiendo una red institucional compleja y moderna.
La sucesión presidencial
El tema de la sucesión presidencial latía en el ambiente a medida que se acercaba el fin del período constitucional 1941-1946. A juzgar por los discursos de Arturo Uslar Pietri en las asambleas del PDV (Partido Democrático Venezolano), un sector del llamado medinismo se inclinaba por la reforma electoral para tener comicios directos, según lo expresado por el entonces secretario de la Presidencia de la República y factótum del partido de gobierno. En una intervención de Uslar Pietri el 18 de mayo de 1944 en la Asamblea del PDV, afirmó: “No hay sino un criterio para juzgar si estamos en presencia de una democracia o de una falsificación más o menos afortunada de ella y este criterio es simplemente si el pueblo elige a su representación directamente o si lo hace por intermedio de dos, tres o cuatro grados” (Avendaño, 1996: 279).
Queda estampado con claridad el criterio de quien entonces era el líder fundamental del partido que respaldaba al gobierno de Medina Angarita, y segundo hombre de a bordo en su administración. Era evidente que el tema de la sucesión presidencial colocaba sobre la mesa el de la Reforma Constitucional que estaba por darse en el seno del Congreso Nacional y que, finalmente, no consagró la elección directa, universal y secreta del presidente de la República sino que se admitió el voto femenino en la esfera municipal exclusivamente, sin que los legisladores dieran un paso más allá en la universalización del voto, extendiéndolo a todos los comicios para la elección de cargos.
El tema era central tanto para el Gobierno como para la oposición que se había venido formando a partir de la legalización de Acción Democrática en 1941 y, posteriormente, con la eliminación del Artículo 32 y su inciso 6 de la Constitución Nacional de 1936, que impedía el funcionamiento del Partido Comunista.
Ciertamente, el gobierno de Medina Angarita había dado pasos importantes en el proceso de democratización del país. Además de la legalización de los partidos políticos, admitió una libertad de prensa efectiva y no tuvo presos políticos, pero no es menos cierto que la demanda de reforma constitucional que consagrara la elección directa, universal y secreta, se mantuvo como una deuda pendiente y, si se quiere, de manera incomprensible porque, evidentemente, si se hubiera proclamado en la reforma de 1945, los argumentos de quienes irrumpieron con esta bandera en la mano, no habrían tenido entidad ni validez y seguramente el partido político que acompañó a los conjurados militares en la aventura del 18 de octubre de 1945, AD, no lo habría hecho, ya que su argumento central para irrumpir por la vía armada era el de las elecciones universales directas y secretas.
Entre las versiones más recientes, cuando ya han pasado décadas de los hechos y sus protagonistas han muerto o quedan muy pocos con vida, está la que nos ofreció el propio Uslar en entrevista recogida en el libro Arturo Uslar Pietri: ajuste de cuentas (2001). Afirmó Uslar Pietri, a los 94 años y pocos meses antes de morir, en 2001, que el presidente Medina le señaló en conversación sostenida, que él se debía al Ejército y este no quería que se diese el último paso hacia la democratización.
Continuará el domingo 25 de septiembre…
Bibliografía:
-Arráiz Lucca, Rafael (2001). Arturo Uslar Pietri: ajuste de cuentas. Caracas, Los Libros de El Nacional.
—Arturo Uslar Pietri. Biografía. (2006). Caracas, BBV N°27. Caracas, 2006.
-Avandaño, Astrid (1996). Arturo Uslar Pietri. Entre la razón y la acción. Caracas, OT Editores.
-Betancourt, Rómulo (1979). Venezuela, política y petróleo. Barcelona, editorial Seix Barral.
-Blanco Muñoz, Agustín (1983). Habla el general. Caracas, Universidad Central de Venezuela.
-Bustamante, Nora (1985). Isaías Medina Angarita. Aspectos históricos de su gobierno. Caracas, Ediciones Universidad Santa María.
-García Ponce, Antonio (2005). Isaías Medina Angarita. Biografía. Caracas, BBV N°5.
-Medina Angarita, Isaías (1963). Cuatro años de democracia. Caracas, editorial Pensamiento Vivo.
-Uslar Pietri, Arturo (1963). “Prólogo” a Cuatro años de democracia. Caracas, editorial Pensamiento Vivo.
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