Elon Musk confirma interferencia rusa en campaña que llevó al triunfo a Petro
El apoyo digital de Rusia a Petro demuestra que la popularidad del líder del Pacto Histórico no es espontánea. De ello había sospechas y datos durante los comicios de la primera vuelta en mayo, así como en la segunda vuelta en junio.
Rusia está detrás de los mensajes que circulan en Twitter a favor del presidente colombiano, Gustavo Petro, desde su campaña. Así lo confirman archivos secretos desclasificados por el nuevo dueño de la compañía, Elon Musk, difundidos por el periodista estadounidense Matthew Taibbi, editor de Substack.
Con el despliegue de bots, que son conocidos como los programas que ejecutan tareas repetitivas, predefinidas y automatizadas, la creación de cuentas falsas y etiquetas intencionales, Moscú impulsa el posicionamiento de Petro en la mencionada red social.
El mandatario colombiano no puede negar esta injerencia de Rusia, especialmente ahora, cuando existen documentos que sustentan la indebida participación rusa en el debate público en el país cafetalero durante la contienda electoral del año pasado.
Con evidencia
Taibbi expuso la evidencia en su cuenta personal de Twitter. Allí se identifican los perfiles que operan para proyectar al mandatario. Entre los perfiles que se destacaron estuvieron: @yesid70202528; @alonso15922455, @willj84753699; @esperanzaprie16; @fernandohinca01; @jaime528629; @nanderas3; @cegatalisman2; @edwinpa81364652.
También hay etiquetas identificadas con fines estratégicos. Destacan la de #PactoHistorico, #PetroPresidente2022 y #PetroPresidentedeColombia2022.
Ahora, los cuestionamientos por el respaldo mediático de Rusia a Petro crecen. El senador Jota Pe Hernández, condena la “#CeroLíneaÉtica” que prima en este caso mientras que el abogado, Alejandro Bermejo concluye después del hallazgo que “Petro es un presidente ilegítimo”.
Una tendencia confirmada
El apoyo digital de Rusia a Petro demuestra que la popularidad del líder del Pacto Histórico no es espontánea. De ello había sospechas y datos durante los comicios de la primera vuelta en mayo, así como en la segunda vuelta en junio, tras el especialista en Social Media y Comunicación Digital Política de la Universidad de Medellín, Juan Sebastián Delgado publicar que si bien Petro figuraba con cinco millones de seguidores en Twitter también arrojaba que el 57% correspondía a ‘fake followers’ (seguidores falsos o inactivos).
Es el mismo periodo en el cual Twitter detectó un inusual comportamiento de bots en medio de un monitoreo de rutina centrado en Venezuela, Cuba y Colombia. Para la empresa de Musk, la irregularidad corresponde a un comportamiento no auténtico coordinado.
Es posible. Petro contó durante la campaña con Amauri Chamarro, un brasileño experto en crear cuentas falsas conocidas como “troll center” y Sebastián Guanumen, otro estratega digital que incitó a “correr la línea ética” para desprestigiar a los adversarios de Petro.
Otro antecedente que resalta es la arremetida de Rusia contra Colombia a través de un gran entramado criminal para desestabilizar el orden público y la democracia del país cafetero mediante la entrega de recursos a grupos que han liderado los disturbios desde 2019. Una investigación de la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF), la inteligencia de Ejército y la Policía y agencias de Estados Unidos constata que hay rusos en Colombia con cédula de extranjería desde 2017 inmersos en actividades irregulares que incluyen lavado de dinero.
Un escenario sospechoso
Además, un reporte de RCN en abril del año pasado divulgó que la inteligencia colombiana registró la presencia del coronel ruso experto en ciberespionaje, Dmitry Vladimirovich Tarantsоv, quien salió de Estados Unidos en 2015 por presuntamente haber estado interviniendo en los comicios del año siguiente.
Su nombre aparece en un informe de inteligencia del Senado de EE. UU. sobre la supuesta interferencia del gobierno ruso en las elecciones presidenciales de 2016, donde Tarantsоv es señalado de dirigir actividades de espionaje desde 2014 hasta 2017 contra la infraestructura electoral de los Estados Unidos a nivel local y estatal mediante métodos convencionales para obtener información clasificada, como “el reclutamiento de personas por canales no autorizados y el uso de maniobras de contravigilancia durante reuniones”.
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