Venezuela sin parlamento: una asamblea sin trascendencia y otra sin legitimidad
Chavismo y oposición juramentaron las nuevas directivas de sus asambleas nacionales enfrentando la falta de legitimidad de la una y la escasa trascendencia de la otra
Las incoherencias que caracterizan a la política venezolana parecen no tener un fin, un punto de inflexión, un quiebre ni nada parecido a la vista cuando en el país dos asambleas nacionales vuelven a juramentarse para funcionar un año más en paralelo sin legitimidad –la chavista– ni trascendencia –la opositora–.
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Es un dilema que le cuesta explicar hasta a quienes conforman ambos parlamentos, cuyos periodos de sesiones ordinarias para el ejercicio 2023-2024 quedaron instalados este jueves. Por un lado, el diputado del régimen de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, presidirá por tercer año consecutivo el hemiciclo del legislativo oficialista que derivó de los comicios espurios de 2020 que organizó una directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) designada por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) afecto al chavismo, y no el Poderl Legislativo, como manda la Constitución.
Mientras, en la otra plenaria, la elegida en 2015 en un proceso reconocido por la ciudadanía y la comunidad internacional, Dinorah Figuera, de las filas de Primero Justicia, será la responsable de conducir desde Madrid, España (donde está exiliada) una instancia cuyo periodo venció hace tres años y que hace pocos días liquidó al gobierno interino que lideró Juan Guaidó desde 2019. La nueva junta directiva la completan la primera vicepresidente, Marianela Fernández, del partido Un Nuevo Tiempo (UNT), radicada en Estados Unidos, y la segunda vicepresidente, Auristela Vásquez, de Acción Democrática (AD), también desde España.
Una escogencia con maniobras
“Tengo la convicción de que este parlamento va a levantar las banderas de la fe, la esperanza y la justicia», dijo ante su designación que se hizo sin el voto nominal. Así lo señaló la diputada de Vente Venezuela, Dignora Hernández, en contacto con PanAm Post.
A pesar de rechazar la maniobra defiende la extensión del órgano, alegando que “la Asamblea no fue concebida por el estatuto cómo la presidencia interina sino a través del voto popular y su permanencia está atada a una nueva elección, pero al no existir se alarga”.
Bajo ese argumento insiste en aclarar que “las motivaciones que le dan legitimidad a la AN no son las mismas que le dan legitimidad al interinato. La primera emana del voto, y el segundo de la primera”.
Sin embargo, la decisión de finalizar el interinato es concebida como “nefasta y desastrosa”. Si bien propició su eliminación por la ineficiencia, la falta de objetivos, de estrategia y la poca respuesta ante los casos de corrupción, la medida adoptada por Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia también demuestra la falta de visión. De esa manera lo describe a PanAm Post el presidente de la organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex), José Colina.
“Básicamente benefician al régimen porque hay acuerdos extramuros entre los partidos que acabaron con el gobierno interino y Maduro”.
Sin sentido
La existencia de dos asambleas nacionales además de casi inexplicable jurídica y políticamente es un problema para la ciudadanía, ya que “al final del día la de la oposición no hace absolutamente nada porque no tiene ningún planteamiento serio, ni ninguna estrategia para desarrollar y está igual de ineficiente como la elegida por el régimen que tampoco goza de reconocimiento, dejando al venezolano sin una institución legislativa, una plataforma o un aparato legislativo que pueda realmente solventar la crisis y buscar un mecanismo que pueda brindar legitimidad para resolver los conflictos los venezolanos”.
Nadie puede extrañarse. Colina lo atribuye al resultado de «pactos y las negociaciones entre las diferentes organizaciones políticas para contener investigaciones en su contra». La única forma de tener otro escenario es un cambio de liderazgo que no esté manchado, ni comprometido ni señalado y no tenga ningún tipo de hilo comunicacional con quienes son los culpables de la desgracia que vive el país.
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