A nueve años de sus asesinatos, persiste el recuerdo de Bassil Da Costa y Robert Redman
- En la conmemoración del Día de la Juventud, los vecinos de La Candelaria recuerdan aquel 12 de febrero de 2014, cuando Da Costa, de 23 años de edad, fue asesinado por funcionarios del Estado. Esa misma noche cayó Redman, por disparos de colectivos oficialistas. Sus casos fueron los primeros de entre muchos jóvenes que perdieron la vida en las calles exigiendo una vida mejor
Este trabajo fue publicado por primera vez en febrero de 2022.
El mural “Mártires por la libertad” volvió a aparecer en La Candelaria, en pleno centro de Caracas, luego de haber sido tapado por la Alcaldía. Vecinos y activistas se concentraron y sobre la pared gris ubicada en la esquina de Tracabordo, pintaron otra vez los rostros de los jóvenes caídos por la causa democrática. Carlos Moreno, Conan Quintana y Bassil Da Costa, quien fue asesinado a unos metros de allí, el 12 de febrero de 2014.
Mientras el régimen de Nicolás Maduro prepara para el 12 de febrero de 2022 una marcha a propósito del Día de la Juventud, el mural en honor a los mártires recuerda una gesta diferente. El día que los cuerpos de seguridad del Estado, apoyados por colectivos adeptos al oficialismo, dispararon contra una marcha de jóvenes y estudiantes que evocaba el espíritu de la batalla liderada por José Félix Ribas en 1814. Un día en el que asesinaron a tres personas. Las primeras de una larga lista que sucedió desde las protestas de ese año hasta la actualidad.
Soñaba con ir a Brasil
Bassil Da Costa nació el 7 de mayo de 1990. Vivía en Guatire, Miranda, con sus padres, siendo su único hijo varón. Como muchos jóvenes, su pasatiempo era jugar con el Playstation, salir con sus amigos y practicar fútbol. También era amante del mar y en sus redes sociales abundaban fotos con el cabello mojado y la tabla de surf bajo el brazo. Cada vez que tenía la ocasión aprovechaba de ir a la costa para remontar las olas.
Después del surf, su gran pasión era el fútbol. Era hincha del Deportivo Táchira, con quienes muchas veces salía de gira por el país como parte de su barra. Su madre, Jeneth Frías, comentó en una entrevista a El Estímulo en 2015 que el joven soñaba con ir al Mundial de Fútbol Brasil 2014. Toda la familia estaba ahorrando para comprarle el pasaje y ya había tramitado su pasaporte.
Aunque en un principio se señaló que Bassil era estudiante de Mercadeo de la Universidad Alejandro Humboltd, lo cierto es que no había podido seguir por el costo de la matrícula. En cambio, trabajaba con su papá como carpintero y con lo ahorrado pensaba inscribirse en un instituto universitario para estudiar Diseño Gráfico. Justo planeaba llevar los recaudos la semana que murió.
Como muchos venezolanos, Bassil no era ajeno a la compleja situación que atravesaba Venezuela en ese entonces. La inseguridad, falta de oportunidades y atisbos de la escasez de productos lo impulsaron junto a otros ciudadanos descontentos a manifestarse contra el régimen de Maduro, apenas con un año en el poder. Al joven le molestaba particularmente la crisis de salud, pues había vivido en primera persona la falta de insumos y el deterioro de los hospitales, durante el tratamiento de su mamá por una fibromatosis.
El día del asesinato
Ese Día de la Juventud era bastante particular, pues se celebraba el bicentenario de la Batalla de La Victoria. Fecha en que el general Ribas comandó a un grupo de estudiantes y seminaristas que resistió en esa localidad aragüeña la marcha de José Tomás Boves hacia Caracas. Para esa oportunidad, el movimiento estudiantil había convocado una marcha que saldría desde Plaza Venezuela hacia el Ministerio Público. Esto para exigir la liberación de un grupo de jóvenes detenidos días antes por protestar en San Cristóbal. El clima de descontento contra el gobierno se marcaba además como el inicio de una jornada de desobediencia civil conocida como “La Salida”, planteada por el líder opositor Leopoldo López.
La marcha arrancó con normalidad, pero al llegar al centro de la capital tuvieron los primeros encuentros con grupos de colectivos oficialistas. Fue entonces cuando en medio de una situación tensa se produjo una serie de disparos contra la marcha. En un video tomado desde un edificio se aprecia cómo entre los manifestantes que corren de las detonaciones está Bassil, quien cae tras ser impactado en la cabeza.
Mientras en el centro había un escenario de violencia, entre disparos de encapuchados y un grupo de manifestantes que arrojó piedras contra el edificio del MP en represalia, en la televisión no se informaba absolutamente nada. Solo imágenes del acto por la Batalla de La Victoria encabezado por Nicolás Maduro. Posteriormente voceros del régimen acusaron a la oposición de haber infiltrado agentes en la marcha para provocar los disturbios; sin embargo, una investigación periodística realizada por el diario Últimas Noticias mostró evidencia contundente de que los disparos que acabaron con la vida de Da Costa fueron perpetrados por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).
Aunque las pesquisas del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) habían probado que los ataques vinieron de parte de colectivos armados y oficiales, no hubo una respuesta inmediata por parte de la Fiscalía. Fue tras una fuerte presión por parte de activistas y familiares de las víctimas que en abril de 2015 se dictó orden de aprehensión contra seis agentes del Sebin, un sargento del Ejército y un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) presuntamente involucrados en los hechos. Uno de ellos, de nombre Jonnathan José Rodríguez Duarte, había sido condecorado con la orden Francisco de Miranda por la ministra de Interior, Justicia y Paz, Carmen Meléndez, justo a finales de 2014.
En 2016, un tribunal sentenció a 29 años y medio de prisión al comisario del Sebin José Ramón Perdomo Camacho, en un tácito reconocimiento de la participación del Estado en el asesinato de Bassil Da Costa y Juan Montoya. No obstante, defensores de derechos humanos señalan que con esto se ha querido zanjar el tema sin investigar a toda la cadena de mando tras Perdomo.
En la calle hasta el final
“Hoy me pegaron una pedrada en la espalda, un cascazo por la nariz, tragué bomba lacrimógena, cargue al chamo que falleció ¿y tú qué hiciste?”, escribió en su cuenta de Twitter Robert Redman, de 32 años de edad, el 12 de febrero de 2014. Había sido testigo horas antes de la muerte de Bassil Da Costa y en las fotografías tomadas del momento, aparecía llevando su cuerpo junto a otros jóvenes. Esa misma noche también fue asesinado.
Redman era piloto comercial y le gustaban las actividades al aire libre. Hacía montañismo y maratones, compartiendo en sus redes sociales sus fotos en El Ávila con su novia. También por esa vía solía hacer férreas críticas contra el chavismo, siendo un activo participante en las convocatorias de la oposición. Precisamente el día de su muerte, además de narrar lo que vivió cargando a Da Costa, había sido de los primeros en reportar la presencia de colectivos y militantes del partido Tupamaro en los hechos violentos.
Esa misma noche la indignación por los disturbios en el centro se mudó a Chacao, zona del este usada por los opositores como espacio seguro para protestar. Redman participó con un grupo trancando la avenida Francisco de Miranda cuando los reprimió la policía. “Herido en el antebrazo por perdigón de plomo en Chacao”, fue su último tweet. Poco después una moto negra con sujetos encapuchados pasó disparando. La ráfaga alcanzó a herir a cinco personas, mientras Robert cayó muerto por un impacto en la nuca.
De su caso todavía no se ha hecho justicia. El MP mantiene abierta la investigación, aunque todavía sin hallar a ningún sospechoso. No obstante, muchos dirigentes opositores han acusado del ataque al mismo colectivo que actuó ese día en La Candelaria. Redman fue enterrado en el cementerio del Este, cerca de la tumba de la modelo y actriz Mónica Spear. Ella también fue asesinada junto a su esposo el 6 de enero de 2014, pero por delincuentes en la autopista Valencia-Puerto Cabello. Su muerte, en parte, fue uno de los detonantes de las protestas.
Más mártires
En el primer aniversario de su muerte, en 2015, el mural en honor a Da Costa en la esquina de Tracabordo solo tenía una bandera de Venezuela y la frase “Prohibido olvidar”. Sin embargo, la espiral de violencia en que se sumergió el país poco a poco sumó más rostros a la pared. En mayo de 2015, asesinaron cerca de allí al líder estudiantil y consejero universitario de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), Conan Quintana. De acuerdo con la polícia, se trató de un aparente intento de robo. Horas antes, había participado en una protesta contra la inseguridad en La Candelaria.
El 19 de abril de 2017, en medio de una nueva ola de protestas contra el régimen, murió Carlos Moreno, de 18 años de edad. Recién había comenzado a estudiar Economía en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ese día salió a jugar fútbol con sus amigos cuando pasó cerca de una concentración en la plaza La Estrella de San Bernardino. En ese momento un grupo de motorizados, identificados con el colectivo Frente 5 de Marzo, abrió fuego contra los manifestantes, asesinando a Moreno.
Aunque su rostro no está pintado en la pared, también hay una placa en honor a Juan ”Juancho” Montoya. Miembro de los colectivos del sector 23 de Enero de Caracas, antiguo bastión del chavismo, acudió el 12 de febrero de 2014 a La Candelaria tras recibir una llamada. Bajo circunstancias poco claras recibió un disparo en la cara, presuntamente de parte de un funcionario, fue el verdadero primer caído de ese día. Apenas se conoció su muerte, Diosdado Cabello insinuó en televisión que había sido culpa de los manifestantes, luego los colectivos arremetieron contra la marcha. “No hay muertos azules ni muertos rojos, sino víctimas de la violencia de una dictadura”, comentó Carlos Julio Rojas este año 2022.
Recordatorio permanente
El mural “Mártires por la libertad” se ha mantenido como un monumento a la memoria, a pesar de los intentos de borrarlo. El 10 de junio de 2017 sujetos desconocidos vandalizaron la pared. Un día después, los vecinos lo restauraron e incluyeron el rostro de Carlos Moreno. También en junio, pero de 2021, la entonces alcaldesa de Caracas, Érika Farías, ordenó pintarlo de gris durante los preparativos para el bicentenario de la Batalla de Carabobo.
En Chacao, hay una placa en honor a Robert Redman cerca donde cayó, en la cancha Néstor “Látigo” Chávez de la calle Elice. Informalmente los vecinos la han rebautizado con su nombre. En diciembre de 2021 se generó una polémica en redes sociales por el supuesto retiro por parte de la placa por parte de la Alcaldía de Chacao; sin embargo, el alcalde Gustavo Duque luego aclaró que el homenaje se volvió a colocar tras los trabajos de remodelación de la cancha.
De acuerdo con la organización Foro Penal, entre 2002 y mayo de 2019 murieron 273 personas durante manifestaciones por acciones represivas del Estado. La gran mayoría en el periodo entre 2014 y 2019. Años después, crímenes como el de Robert Redman y Conan Quintana siguen impunes. Aunque hay detenidos por el asesinato de Bassil De Costa, aún no se ha juzgado a los responsables de dar las órdenes ese 12 de febrero. “La presión ha logrado que algunos autores materiales estén tras las rejas, pero faltan los intelectuales. Tal es el caso del general Néstor Reverol, quien era ministro del Interior, y sigue libre y ostentando altos cargos en el régimen”, sentenció Rojas.
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