Descubriendo el poliamor en Venezuela: testimonios más allá del tabú
- Para los expertos consultados por El Diario, las relaciones éticas no monógamas no son una tendencia y deben su boom a la “movida” hippie que empezó en la década de los cincuenta bajo la premisa: “amar a todos”. Para comprender la dinámica del poliamor, ocho venezolanos cuentan sus historias de éxitos y fracasos viviendo bajo esta manera de relacionarse sexoafectivamente dentro y fuera del país | Diseño de portada: Mayerlyn Perdomo
Al matrimonio de Arlette Montilla ya se le estaban notando las costuras. La dinámica diaria los estaba asfixiando sin darse cuenta. Parecía que en la naturaleza de ambos no estaba la exclusividad y fue así como la infidelidad les tocó la puerta. Aunque se llevaban bien y tenían una relación fructífera en casi todos los ámbitos, con una hija, algo parecía no estar bien. Luego de conversar, ambos llegaron a la conclusión de que existía un impulso inevitable de estar con otros. Para ellos no fue traumático sincerarse, pues deseaban estar juntos, pero bajo otras reglas. Fue así como en 2005 dijeron: ¡Vamos a probar esto! Tras la decisión de probar la cultura swinger, de intercambio de parejas, Arlette, aunque liberada, seguía sintiendo que faltaba algo. Años más tarde, luego de varios fracasos amorosos, de documentarse y hacerse muchas preguntas, se halló a sí misma y se dijo: “soy poliamorosa”.
Hallarse como poliamoroso en Venezuela, en gran parte de los casos, se hace a puerta cerrada, ya que en medio de un país convulso, conservador y en el que muchas voces luchan por darle cabida a sus causas, no todos deciden afrontar la lluvia de prejuicios que conlleva tomar tal decisión. En los últimos años la situación parece estar cambiando gracias a la inclusión de nuevas narrativas en distintos ámbitos. Ahora la comunidad poliamorosa puede navegar en el mar de voces y alzar su voz para decir: “¡Existimos!”
Para entender a parte de esas voces y su dinámica en Venezuela, el equipo de El Diario entrevistó a ocho personas poliamorosas, quienes contaron sus experiencias viviendo las relaciones no monógamas éticas, como también se le conoce a las relaciones poliamorosas. De acuerdo con Layeiré Flores, psicóloga, magister en terapia sistémica, con más de 15 años en el ejercicio profesional, el poliamor se define como una manera de relacionarse entre varias personas de manera afectiva, íntima, emocional y sexual.
Además del poliamor, existen otros tipos de relación no monógamas éticas, como la anarquía relacional, en la que todas las relaciones son iguales, independientemente del sexo o el amor y existe un compromiso. Como empezó Montilla, también están los swingers y las relaciones abiertas, que abren la posibilidad de estar sexualmente con otras personas.
El poliamor y la cultura hippie
Aunque según Flores, el tema tomó impulso y notoriedad con el alcance del Internet y las redes sociales, el tema ya se hablaba en el siglo XX. La sacerdotisa del neopaganismo y guía espiritual estadounidenese Diana Moore, conocida como Morning Glory Zell Ravenheart, fue quien acuñó por primera vez la palabra “poliamoroso” en 1990 con el libro A bouquet of lovers, que llevaría luego a definir la palabra “poliamor”.
Ambos términos serían usados en textos en español a lo largo de la década de los noventa y suelen estar relacionados a la liberación femenina. Sin embargo, en la práctica, el poliamor tuvo auge y notoriedad por ser parte de la “movida” de los cincuenta y los setenta, cuando psicólogos y psiquiatras investigaron las relaciones sexuales o románticas entre varias personas de manera consentida. A ello se le sumó la cultura hippie que empezó en los cincuenta y se extendió en los sesenta y setenta.
El boom de los swinger, muy ligado a la exploración de las relaciones no monógamas, también debe sus orígenes en los años cincuenta en Filipinas, cuando los soldados estadounidenses asistían a bares en sus tiempos libres e intercambiaban mujeres sexualmente entre ellos. La cultura swinger en Europa se dio a conocer a mediados de los setenta y en los ochenta, cuando empezó a hablarse del tema en libros y revistas y posteriormente empezaron a prosperar bares con esta temática. En América también llegó a hacerse presente a través de bares o la práctica entre parejas de manera privada.
Hallarse en el poliamor
Al hablar sobre su historia, Arlette recuerda su época swinger con picardía, ya que era una dinámica que le dio un giro a su relación y le permitía “calmar los instintos” de estar con otra persona de manera consensuada. Era una aventura, algo que para ella forma parte de una etapa del matrimonio y que seguía y sigue siendo tabú, de lo que no se habla mucho. El entorno que les rodeaba era de fiestas privadas nocturnas, bares y discotecas swinger. En esos sitios las ‘canas al aire’ estaban presentes. En el caso de Montilla y su esposo se involucraron de manera light con esta dinámica.
Tras la muerte de su esposo, se involucró con una relación monógama, ya que no había internalizado que eso de estar con otras personas era parte de su naturaleza; lo vio como una etapa del matrimonio o la relación de pareja. No obstante, empezaron a surgir los mismos problemas que en su matrimonio y fue entonces cuando Arlette Montilla comenzó a revisarse y cuestionarse la manera en que se vinculaba con sus parejas, ya que no deseaba herir a otras personas, ni resultar herida. “Estuve algunos años sola y luego, cuando volví al ruedo, empecé de una vez con el poliamor, porque reconocí que soy una persona que ama mucho”, sentencia.
Una cultura que empieza y se vive de distintas maneras
En el caso de Dariana Castellano, una artista gráfica de 32 años de edad, su inicio en una relación poliamorosa surgió de la curiosidad y la exploración junto a quien fue su pareja por 10 años. Empezaron a distancia, abiertos a las posibilidades, y se mantenían en constante comunicación sobre sus gustos y fantasías. Fue entonces cuando, en medio de esas conversaciones, hablaron sobre el poliamor y empezaron a experimentar. Tras tener varias vivencias con otros, e involucrarse sentimental y sexualmente, se decantaron por tener una relación abierta jerárquica, con tendencia al poliamor, ya que la prioridad eran ellos dos. La norma se concretó una vez empezaron a vivir juntos.
Otras personas como Alexandra Sanabria, una traductora de 21 años de edad, escuchó por primera vez sobre el poliamor en Internet siendo una adolescente. La curiosidad también la llevó a darse cuenta que formaba parte de la comunidad LGBTIQ+. Su primera impresión fue de “espanto” al leer la terminología con la que se topó al cliquear en varios sitios web. Para ella, hasta ese momento, consideraba que “todos eran monógamos per sé”. Al documentarse descubrió que lo natural de sentir atracción hacia más de una persona.
Por otro lado, el poliamor llegó a la vida de Víctor Abache, de 32 años de edad, como una oportunidad de estar con un hombre por el que se sentía atraído, pero con el que no pudo concretar una relación en Venezuela. Hasta entonces, había conocido a otras personas con las que se sentía a gusto, pero siempre sentía que “hacía falta otra piel”. En 2022, cuando migró a Santiago de Chile volvió a conectar con él, ocho años después, pero se topó con que ya estaba casado desde hace siete años. El hombre siempre le habló de Abache a su pareja, que también había quedado “enganchado” con él. Al reencontrarse, surgió la idea de ser una trieja poliamorosa, porque entre los tres había atracción y en el matrimonio, aunque había estabilidad, estaban abiertos a las posibilidades.
Relaciones con altos y bajos
El navegar por los modelos relacionales alternativos también le permitió a Dariana Castellano conocerse a sí misma, y conocer su lugar en su “multiverso” en el que cada relación sexual y afectiva es distinta. A lo largo de los años se dio cuenta que cada persona despertaba una versión distinta de ella. En ese proceso determinó un concepto de sí misma, “una multiplicidad danzante”, sus “no negociables” y sus necesidades.
“Nada evitará que te topes con personas irresponsables afectivamente, que no se hagan cargo de las cosas que les corresponde. Eso nos deja a nosotros la responsabilidad de gestionar, de retirarnos y poner límites cuando vemos que estas acciones se meten con nuestros no negociables, por eso es importante el reconocimiento, para llegar acuerdos con los demás”, expresa Castellano.
Al igual que Dariana, Andrea Chourio, una redactora y content manager de 26 años de edad, se relacionó con una persona que no respetó los acuerdos. A finales de 2022, su novio le pidió incluir en la relación a quien era su mejor amigo. Ella aceptó pues existía atracción y confianza, avalada en su relación principal de cinco años. No obstante, debido a que su vínculo más largo rompió los acuerdos, tuvo que terminar su relación; ahora solo son dos. La situación exaltó en ella la depresión y ansiedad, que padece normalmente, pero también asegura que la hizo más fuerte.
“Él me ofreció abrir la relación solo por mi lado, para que pudiera despejarme y poder experimentar esa parte de mí que nunca había experimentado. Al principio no quería aceptarlo, no pensé que me hiciera sentir cómoda, que fuera algo para mí, pero al final, lo hice. Empecé con aplicaciones de citas y hablé con varias muchachas. Hubo una con la que tuve una relación breve, pero no funcionó, ella no tenía la madurez para estar en una relación. Después yo tuve una relación a distancia con alguien con quien estuve en la universidad, él sabía de mi relación con mi pareja, pero tampoco tenía la madurez para la relación. Mi problema principal es que yo siempre fui transparente con mi exnovio y él ocultó muchísimas cosas de las que yo me enteré hace poco. Ese fue mi punto de quiebre”, recordó Chourio.
El poliamor no es una tendencia
Aunque para muchos pareciera ser una tendencia, el poliamor tiene sus bases en la poligamia, ya sea en la poliginia, un hombre y varias mujeres, o la poliandria, una mujer y varios varones. De acuerdo con un estudio del ADN (ácido desoxirribonucleico) realizado a 2.000 hombres vivos de la Universidad de Ferrara (Italia), apoyado por el Fondo Nacional Suizo de Investigaciones Científicas, y publicado en la revista Journal of molecular Evolution, determinó que durante la mayor parte del paleolítico los hombres practicaron la poligamia.
El resultado del estudio determinó que la monogamia se remonta a, aproximadamente, 20.000 años, una cifra reciente, tomando en cuenta que el homo sapiens data de hace más de 100.000 años. Según un análisis de la Universidad de Waterloo publicado en la revista Nature Communications, el cambio hacia la monogamia empezó en el momento que los cazadores y recolectores comenzaron a asentarse y a vivir en poblaciones agrícolas. En ese entonces comenzaron a haber normas sociales, también empezaron las enfermedades de transmisión sexual, el estrés y la elección femenina.
Desde hace dos años, Arlette está en una relación poliamorosa no exclusiva con un hombre argentino, sin ningún otro participante, pero admiten vincularse con otras personas sexualmente y en caso de surgir algún tipo de sentimiento, o vínculo más allá de lo sexual, también está admitido, sin importar la duración. Con 52 años de edad, Montilla se dedica a la fotografía y al arte en Buenos Aires, Argentina, donde emigró en 2018.
En Argentina y en los países que ha visitado, Montilla ha descubierto que el poliamor es un tema del que se habla constantemente, sobre todo entre los jóvenes. Para ella es una cuestión de elección, aunque siguen presentes los prejuicios. “Pareciera que Venezuela sigue estando en un esquema bastante tradicional, sobre todo lo que tiene que ver con la sexualidad, el género y la manera de vincularse. Hay bastante prejuicio: lo que no se entiende, se rechaza. Puede ser una postura, pero no es la que construye ni la que nos hace evolucionar”, concluye.
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