División Palermo: hasta Netflix tiene que abandonar el humor «políticamente correcto»
La miniserie argentina fue la sorpresa de febrero en la plataforma. El éxito inmediato evidenció el hartazgo total de lo políticamente correcto en el mundo del espectáculo.
El mundo del espectáculo corroboró en los últimos años de la peor manera que el público en general no está demasiado interesado en productos «políticamente correctos». Aunque hay grupos de lobby y un temor descomunal a los cuestionamientos en este ámbito, cuando se empieza a perder dinero es momento de repensar y replantearse las cosas. Al fin y al cabo, las productoras y las plataformas son un negocio que necesitan de los ingresos que les da un mercado, al que ignoraron por demasiado tiempo. Netflix no es la excepción y el gran éxito de División Palermo deja en evidencia algo que resultaba bastante obvio: que la gente quiere divertirse sin prejuicios y en libertad.
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Esta serie es la consagración del joven Santiago Korovsky, que está por cumplir 38 años. El guionista, director y actor de esta desopilante historia tiene el sello del clásico humor judío-argentino, que hasta podría haber quedado a contramano de los tiempos que corren y de la impronta progresista monocorde imperante. Sin embargo, el producto de Netflix fue realizado y lanzado casi que ignorando este contexto. Incluso se mofa de él, con las permanentes bromas de la brigada «inclusiva» que sale a patrullar por Buenos Aires.
Pero además de las permanentes bromas del equipo disfuncional, formado por el protagonista, que es acompañado por una transexual, un enano, una mujer en silla de ruedas, un ciego, un boliviano y un anciano «gagá», en División Palermo hay otro condimento interesante: las constantes referencias a la inutilidad de muchas dependencias del Estado, al desastre de la dirigencia política y a la corrupción policial estructural. Por momentos que la miniserie parece hasta una crítica libertaria a una gestión municipal, que tranquilamente podría ser la de Horacio Rodríguez Larreta.
Claro que se trata de una historia con buenos y malos y todos los elementos tradicionales de las series y películas. Pero el humor desprejuiciado (que no cae en ningún momento en el mal gusto) resulta una bocanada de aire fresco, en medio de tantas producciones edulcoradas. Por todo esto, División Palermo voló durante el último día en el boca en boca y las redes sociales, convirtiéndose en lo más visto de Netflix en Argentina. Seguramente, el éxito acompañará a la producción de Korovsky a las preferencias de otros países.
¿Habrá secuela? El público que la devoró en un día y de corrido quiere más. El tema es que la vara quedó alta.
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