Américo Gollo Chávez: De Hipócrates a Hipócritas
De todos los oficios la profesión de médico, que yo sepa y haya sabido desde siempre, ser médico es la de mayor cercanía, de mayor proximidad, intimidad, incluso, que la del médico. Desde la distinción de oficio de la profesión motivo es de reflexión. Diferencias hubo, la edad de la palabra oficio es vieja, quizá desde el comienzo del homo Faber, lo que ocurrió muy lejos del paraíso, allí todo estaba hecho, ni siquiera Adán sabía hacer algo, tuvo que empujarlo Eva para que hiciera, y de ese empujón nació el trabajo y, entonces, se hizo el oficio necesario. Al principio consistía en el hacer manual, fundamental, salvo el caso Adán, lo cual no implica que se dejase a las manos una secundaria “profesión”, sino que su hacer no demandaba una teoría o un modelo para ejecutarlo. Pero, desde el principio se dividían los quehaceres, de modo que se fueron especializando, así pues, el que recogía las piedras era pedrero, al cortador de leña leñador, el que atendía a las burras, burrero … y claro al que mentía, embustero.
Pero, bueno es distinguir desde el comienzo, que el leñador, el picapiedra, también el embustero, iban, sin saberlo, pensando previamente, cómo hacer mejor cuánto hacían e hicieron. Esa especialización que fue primero, es un dato importante, porque fueron proyectándose las especializaciones de los oficios y en largo proceso se fueron perfilando las profesiones. Las manos abrieron paso al cerebro, la praxis abrió los caminos al pensamiento.
En ese largo viaje, en Grecia como en todo cuanto al pensamiento se conoce hasta hoy, se crearon las bases para las abstracciones e inferencias que cubrieron el razonamiento de modo que se pudiera llevar en el “bolsillo” las teorías, formas, modelos de hacer todo y de todo, previo, eso sí, pensar y viajaron desde lo primitivo al mito, de allí al logos, y así pues se fueron distinguiendo por el modo de pensar y hacer, de teorizar e inferir, mucho más que como un oficio o concreción del hacer con las manos, que al comienzo distinguieron como tecné y a pensamiento formalizaron los “espacios,” la filosofía, la ciencia, su esencia en la geometría, la política, el arte… y sobre su hacer, mejor su cómo hacer crearon la justicia y la ética, con el fin de hacerlas parte de la vida y a sus haceres orientar hacia donde se iba.
Desde luego es inevitable reconocer lo que ellos con sus ojos vieron que otros antes otros hicieron, para dar unos pocos ejemplos, estudiaron lo que hacían los babilonios en “asuntos” de números, las momificaciones egipcias y sus monumentales pirámides, y como el ojo por ojo… era un modo de vivir en equilibrio y muy muchas más vieron, como los brujos atendían y curaban los enfermos que siempre enfermos hay, hubo y habrá, y se interrogaron de dónde salió todo esto, cómo surgió la vida, cómo estaba hecho el mundo y cómo funcionaba el universo, así pues a los griegos debemos que sobre lo que vieron hicieran abstracciones en teorías y modelos que no solo explicaran los hechos que ellos vieron cómo se hicieron y más aportaron que previeran cómo se podía crear, hacer lo que aún no está hecho, lo que nadie ha visto por completo, del átomo un universo aún inconcluso su conocimiento y del universo un átomo abierto donde poder se logre descubrir la verdad de lo ínfimo.
En ese mundo se creó la medicina que hoy conocemos, y más que un vademécum, dicho mejor no un vademécum, un señor en buen grado filósofo y político, se valió del Poder político para dar orientación filosófica al ser médico. El médico es ser ético y creó el juramento para poder hacerlo. Hipócrates su nombre. Suelen algunos médicos de oficio hacerlo visible colgado en un cuadro en un sitio, al que por razones ajenas a este texto, queda a sus espaldas, quizá para que el enfermo lea y confíe en el tratamiento y ellos para no verlo mientras y los buenos médicos que tantos y tan buenos yo conozco, lo llevan en el alma como su “padre nuestro”. Son para mí maestros, no porque yo sea médico, que nada soy de oficio ni profesión yo tengo, sino porque Maestros son y del juramento de Hipócrates los hacen realidad con sus hechos. Y más que eso son, la entrega de su vida por la vida ajena.
Y volviendo al principio, la profesión de médico, como hoy se distingue del oficio primario, su identificación así delimitada, profesión, nace con la creación de la universidad en la Edad Media. Y de allí en adelante, a gigantescos pasos se reconstruye a diario, de la física su aliada, de la biología, la química, juntas van de la mano, no sé si sea prudente decir que son aliados en su común esfuerzo de garantizar a la vida mejor tiempo, y el hombre pueda vivir en armonía consigo, con la naturaleza con el otro y más aún, uno consigo mismo a plenitud del goce en equilibrio, cuerpo y espíritu en perfecta armonía.
Pero el ser médico y el oficiante por oficio de médico, desde la Revolución industrial y la política francesa, ha corrido el peor de todos sus riesgos, eso que con un nombre se determina, el mercado, y este tiene sus leyes, así afirman, inviolables que norman el espacio único donde la libertad alcanza el paraíso de la terrena vida. El Idílico sueño griego de pensar y hacer ciencia por placer fuera, la conversión de la ciencia en mercancía y en medio e instrumento del Poder para la dominación y hegemonía la han hecho esclava. La medicina ocupa un trágico lugar o es su existencia, una paradoja, las grandes empresas productoras de medicamentos, vacunas, etc. y placebos también, no solo establecen la mercancía a consumir, sino y es lo peor, al oficio del médico convierte en mercader. Es complejo este asunto bien lo sé, quizá insuperable puede ser o es… plantea uno de los mayores problemas que el ser médico tiene que atender. Nadar contra la corriente, les aconsejaría Isais Berlin. O aquí la duda acercaría Manuel León.
A ese Poder que en cierto modo hace un Sísifo a cada ser médico, aquí en esta RBV, la política del régimen les ha impuesto una enfermedad que es de compleja cura, si la hay, convertir al oficio de médico en brujería, la ignorancia en sabiduría, el oficio de médico en médium del vudú y la santería.
La Academia de Medicina de continuar esta realidad que tanto pesa y que no cesa, en Yaracuy, en las montañas bellas que allí hay, Quibayo, Sorte tendrán con María Lionza su propio altar.
En este día del médico hemos de celebrar que las facultades de medina de nuestras universidades autónomas no se rinden, que la de la UCV, sus médicos vencen las sombras, que de LUZ en la obscuridad hallan luz y la verdad flamea con más intensidad que el incansable Rayo del Catatumbo, que de ULA sus blancas águilas no se cansan de volar, que en la UCAB la batalla de Carabobo no arria banderas, que en la UDO es decana la señora Arismendi, está en su casa, que en Coro, la Miranda los Cujies no lloran el dolor sino que los crepúsculos del coriano vuelca su gloria sin igual color…
Un día como hoy yo estoy de fiesta, qué médico no soy, porque en Manuel León, Rolando Benítez, Gustavo Pineda, Bernardo Rodríguez, Helman Serrano, mis maestros son sin que ellos lo sepan quién soy yo, pero yo sí lo que ellos son. Su ser es el ser ético y ellos son.
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