García Márquez: de Aracataca a El Laguito
¿Cuál fue el turbio camino que llevó al inestimable talento de Gabriel García Márquez de Aracataca a El Laguito, pasando por el Nobel, para terminar su vida como cortesano de una cruel tiranía insular?
LA HABANA, Cuba. — ¿Quién no navegó con García Márquez por el río Magdalena, se estremeció al ver el hielo por primera vez, se sintió envejecer lleno de amor, supo que Santiago Nassar iba a morir o se sintió preparado para un secuestro? ¿Quién, sin ser coronel, esperó la llegada de su pensión cada viernes? ¿Quién comprendió que la desmitificación del General, cuando está en su laberinto, es la gloria?
La magia del escritor y el artista está ahí, en abrir las entendederas al mundo, en hacerlo plural… Entonces, ¿por qué algunos notables escritores y artistas aman a tiranos y dictadores, sociópatas y narcos, y rendidos ante ellos, se convierten en sus correveidiles, en alcahuetes sin alcoba? ¿No son responsables de sus amores personales? ¿No se pueden contener?
El 6 de marzo se cumplen 96 años del nacimiento en Aracataca, Colombia, de Gabriel García Márquez.
García Márquez marcaría el mundo nuestro con su prosa y su imaginación. Selló el boom de la literatura latinoamericana con lo real maravilloso que introdujo su antecesor, el cubano Alejo Carpentier, y trascendió a partir de elevar las más humildes historias al infinito.
Como otros pocos artistas y escritores, Garcia Márquez aprovechó y prolongó sus momentos de felicidad exhibiendo sus fotos sonrientes con el dictador Fidel Castro, un cacique abusador, destructor de la nación cubana. García Márquez aprovechó el instante de inmortalidad prometido por Andy Warhol al lado del demiurgo de las tiranías de izquierda del continente.
Las fotos donde aparecía con el Comandante, el autor de Cien años de soledad las exhibía junto a las de su familia en un lugar preferente de su hogar, como su escritorio o el librero; o fueron guardadas en el cajón donde tiró las hechas en Varadero, durante sus días de pesquería juntos.
La admiración de García Márquez por el dictador cubano la compartieron también las modelos Kate Moss y Naomi Campbell, que expresaron su satisfacción por encontrarse con un tipo estupendo, que ni siquiera les hizo la corte. También el actor Jack Nicholson, quien capituló ante los encantos de un dictador, yéndose a adormir tan tarde como él, y calificando luego a la Cuba de Fidel como un paraíso. Y el extraordinario músico Jean-Michel Jarre, que se entusiasmó con la idea de dedicar un concierto frente a la imagen de Ernesto Guevara en la Plaza de la Revolución, en 1989, por el 40 aniversario de la instauración de la dictadura castrista. Y también cayeron rendidos Kevin Costner y Arnold Schwarzenegger, que coincidían en que un dictador con un país con tan buenos tabacos no debía ser tan malo… ¿Se puede ser más indecente?
Una noche, sentado frente a los restos de un pantagruélico banquete navideño, en su casa de El Laguito, al oeste de La Habana, García Márquez recordaría su estirpe de fabulador al asociar al dictador Fidel Castro con un joven que pateaba una máquina de escribir en medio de los disturbios del Bogotazo el día que mataron a Gaitán y se estremeció Colombia y el continente.
En esa noche de ingesta en El Laguito García Márquez convirtió en heroica la insulsa participación en el Bogotazo del “joven caudillo de Iberoamérica”, como definiera Francisco Franco, otro dictador, a Fidel Castro.
Intelectuales de izquierda como Atilio Boron, Pascual Serrano, Ignacio Ramonet y Miguel Bonasso se pusieron de hinojos ante dictadores como Fidel Castro, Omar Torrijos, Daniel Ortega y Hugo Chávez, y criticaron a escritores como Mario Vargas Llosa, Milán Kundera y Arthur Koestler por defender la democracia y los derechos humanos.
¿Cuál fue el turbio camino que llevó al inestimable talento de Gabriel García Márquez de Aracataca a El Laguito, pasando por el Nobel, para terminar su vida como cortesano de una cruel tiranía insular?
¡Pobre Garcia Márquez, tanto talento invertido en una estirpe de tiranos condenada a mil años de soledad!
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