POR LA DIGNIDAD
DE LAS MIGRANTES VENEZOLANAS
Una migrante venezolana con sus hijos.
En su día a día, mujeres y adolescentes migrantes venezolanas encuentran a
través de los programas del UNFPA, una respuesta humanitaria. Así mejora su
calidad de vida en medio de la travesía que enfrentan en la frontera
colombo-venezolana. Crédito: Tomer Urwicz/UNFPA
De la autoría de
Tomer Urwicz y Liliana Arias Salgado, del medio Inter Press Service, es el
despacho que sigue:
-CÚCUTA,
Colombia, 17 jun 2019 (IPS) - Nelsmar tiene 15 años y ya conoce
la desesperación. Nadie está preparado para ello, menos a esa edad. Hace nada
asistía a un colegio de clase media alta en Valencia, una ciudad en el centro
de Venezuela, ahora duerme en un barrio de Cúcuta en una cama compartida con
sus hermanos.
Antes
soñaba con ser azafata de avión o psicóloga; hoy el afán por sobrevivir copa
sus días.
En
el desarraigo, Nelsmar ha tenido que ser fuerte y con coraje enfrenta cambios
todos los días.
Se
ha inscrito en un nuevo colegio, debe cuidar de sus hermanos mientras sus
padres trabajan y ha tenido que aprender a cuidarse en una comuna que tiene
problemas de seguridad.
Sin
embargo ha aprendido a entender su condición e incluso se ha unido los sábados
a un grupo voluntarios que trabajan con temas juveniles.
Así lo confirma Dildar Salamanca,
coordinadora en terreno del programa del Fondo de Población de Naciones Unidas
(UNFPA). “La mujer adolescente y migrante es un ser infinitamente resiliente,
fuerte, capaz de sobreponerse a la hostilidad de la vida”, explica.
Luego señalaron:
-A diario se evidencian largas filas
de personas que acceden a Colombia sin control migratorio y cruzan el río
Táchira pensando que el Edén está del otro lado de la frontera.
La crisis en Venezuela golpeó
a Nelsmar, y a más de 1,2 millones de venezolanos que han migrado a Colombia,
según cifras registradas en la página web sitio oficial
que recopila información sobre la respuesta humanitaria que presta la
Plataforma de Coordinación Interagencial de Naciones Unidas para Refugiados y
Migrantes de Venezuela.
Nelsmar, migró hace menos de dos
años desde Valencia, la capital del Estado Carabobo. Tras ocho días caminando y
el resto en autobús, llegó a la frontera con Colombia.
Y aunque pensó que aquella travesía
era lo peor, recién luego, ya en Cúcuta, tomó consciencia de los peligros de la
migración no planificada. O simplemente sintió el peso de ser venezolana.
Durante varias semanas de recorrido,
durmió en la calle y en una pensión que sus padres pudieron pagar, tuvo
dificultades para asearse, encontrar un baño, acceder a un champú, a unas
toallas sanitarias o a una linterna para las noches de caminata.
Es en ese momento de tránsito, donde
los suministros sanitarios se vuelven importantes para preservar la
dignidad, el bienestar y la movilidad de las mujeres, y más si son migrantes o
viven situaciones de emergencia que les impide acceder a sus necesidades
cotidianas.
Sucede así cuando “no tienes los
medios para asearte y cambiarte” o cuando el dinero no alcanza, “algo tan
natural como la menstruación se convierte en una dificultad”.
Más adelante especificaron:
-En este contexto los “kits de
dignidad” actúan como herramienta primaria de protección porque brindan
condiciones dignas (de ahí su nombre) para el autocuidado de una población que,
en la vorágine del desplazamiento, ha perdido lo esencial para sobrevivir.
Esos kits también son la primera
puerta de entrada a la respuesta humanitaria integral que UNFPA dirige para
resolver las necesidades de salud de las mujeres y adolescentes migrantes;
desde las más inmediatas relativas a la higiene, hasta las de salud prenatal
como complicaciones del embarazo y el parto, que pueden amenazar sus vidas.
Otras líneas de la respuesta
humanitaria son la entrega de anticonceptivos que en las ciudades fronterizas
de Cúcuta y Maicao, llegaron a más de 2.600 mujeres en 2018 y la realización de
talleres de prevención de violencia basada en género, que también hacen parte
de las acciones estratégicas de apoyo técnico que brinda UNFPA a la población
migrante.
Se trata de promover enfoques
integrados y transfronterizos dirigidos a mujeres y niñas no sólo en Colombia
sino también en Ecuador, Brasil y Perú, donde se evidencian las consecuencias
del éxodo masivo.
“El objetivo del trabajo de
capacitación es proporcionar espacios para la discusión sobre los derechos
sexuales y reproductivos, prevenir la violencia de género y la violencia
sexual, y dejar en claro dónde están los lugares para recibir la atención si
son víctimas de agresiones”, explica Salamanca.
Nelsmar no imaginaba que iría a
compartir un aprendizaje así. Al menos no lo pensaba cuando tuvo que cambiar
aquella maleta que pensaba usar cuando se convirtiera en azafata por un
equipaje lleno de miedos, como el que acarrea hoy.
“La mujer migrante es elevadamente
valiente, puede cargar las hieles de la migración y al mismo tiempo las mieles
de tener su familia unida, no se rinde ante un ‘no’ y mucho menos ante un ‘tal
vez’”, agrega Salamanca.
Nelsmar podría haberse rendido y
sumergirse en la ilusión perdida de lo que una vez fue, o encerrarse en el porqué
de la situación compleja que ha vivido. Pero prefirió abrir ese equipaje para
contar su historia y volver a emprender vuelo. Ella misma lo deja en claro.
-¿Cómo te sientes?
-Bien, con los sueños intactos.
(Este artículo fue
publicado originalmente por el Fondo de las Naciones Unidas
para la Población (UNFPA). IPS-Inter Press Service lo reproduce
por un acuerdo general con la Organización de las Naciones Unidas para la
difusión de sus contenidos.)
El 25 de noviembre de 2021 TalCual reportó:
-Amnistía Internacional se asoció
recientemente con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR) en un proyecto de dos años para apoyar la protección de
mujeres, niñas y personas de diversa orientación sexual e identidad de género en
Colombia, Perú y Ecuador, respondiendo a las necesidades urgentes de las
personas venezolanas que buscan protección.
La fuente agregó:
-La
Organización No Gubernamental (ONG) Amnistía Internacional advirtió este jueves que las
mujeres y niñas huyen de Venezuela, como consecuencia de la grave crisis que
vive el país sudamericanos desde hace unos cuantos años, “se ven afectadas en
mayor medida por la violencia de género”.
Así
lo dio a conocer Érika Guevara, directora de Amnistía Internacional para las
Américas, de acuerdo con el último informe de la ONG en el marco del Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
La
declarante destacó además que, “Aunque los países de todas las Américas tienen
la obligación de proteger a todas las personas venezolanas que buscan seguridad
en sus territorios, son las mujeres y las niñas las que corren un riesgo
desproporcionado de sufrir violencia y discriminación”.
De
igual modo apuntó que los Estados tienen el deber apremiante de “garantizar una
respuesta que tenga en cuenta el género para quienes buscan protección”, al
tiempo que sostuvo que el principio internacional de la responsabilidad
compartida, demanda que “toda la comunidad internacional debe responsabilizarse
de la segunda crisis de movilidad humana más grande del mundo”.
La
vocera de Amnistía Internacional también aseveró:
-Los
Estados deben garantizar que se protegen los derechos humanos de estas
personas, especialmente las más vulnerables a la violencia y la discriminación,
como las mujeres y las niñas.
TalCual indicó después:
-De
acuerdo con el informe de Amnistía Internacional, Perú, uno de los principales
países de acogida para la población venezolana, demostró que las mujeres
refugiadas y migrantes se enfrentan a diario a violencia de género y
discriminación, en una situación reforzada a menudo por el hecho de encontrarse
en situación irregular en el país, en algunos casos con solicitudes de asilo
pendientes que parecen paralizadas indefinidamente.
El
reporte señaló, tras entrevistar a sobrevivientes de violencia de género, que
las mujeres venezolanas en la nación incaica “sufren acoso en el lugar de
trabajo, en las calles y en los centros educativos”; a lo que agregaron que
también sufren chantaje sexual para mantener sus empleos o sus casas, y sufren
abusos físicos y psicológicos, así como un temor constante a ser devueltas a
Venezuela.
Asimismo
registró que aunque la violencia de género afecta a mujeres de todas las
nacionalidades, “las mujeres refugiadas y migrantes, principalmente de
Venezuela, se enfrentan a dificultades adicionales para acceder a la justicia,
la protección y el apoyo”.
La
fuente digital citó después:
-La
discriminación por razón de su nacionalidad; comentarios estereotipados que las
hipersexualizan por parte de los agentes estatales que se supone que deben
protegerlas; falta de información; y miedo a represalias, como la deportación,
que a menudo las disuade de denunciar la violencia de que son objeto, se lee en
el documento.
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