Precedentes de la agenda de crisis para Venezuela, por Ángel Monagas
Twitter e Instagram: @AngelMonagas
Rafael Poleo es una de las poquísimas personas que aún tienen acceso a «tubos» de primera línea en algunas movidas políticas en Cuba y Estados Unidos.
Sobre el particular escribió en Twitter: «De la mal llamada cumbre convocada por el presidente de Colombia no podía esperarse más de lo que dio. Sobre todo cuando se atravesó la salida de Guaidó, incidente que alteró los ánimos. Se la puede borrar y no se pierde nada. Las negociaciones importantes no se publican».
En otro comentario en la misma red señala: «La negociación es el único camino para restablecer la salud política de Venezuela. Obviamente, reforzada con un frente opositor unido ahora y después. En ella, ser firme pero flexible. Al final, es libertad a cambio de impunidad. No hay alternativa, para ninguna de las partes».
La salida de Guaido no se atravesó. Fue una movida imprudente de Leopoldo Lopez para imponer de arrocero —como se dice en Caracas— a Guaidó en una reunión secreta de alto nivel.
Es importante resaltar que aun cuando Manuel Cristopher Figuera está en los Estados Unidos, no tiene inmunidad ante la Corte Penal Internacional. Cristopher Figuera es responsable por haber formado parte del sistema de represión que presentaba recomendaciones a Maduro, y recibía las instrucciones que les competía. Él fue director del Cesppa. y es uno de los futuros acusados en la Corte Penal Internacional por haber participado en la comisión de delitos de lesa humanidad contra el indefenso pueblo venezolano.
La CPI trae de cabeza a Maduro y es lo único que le pidió a los cubanos, que lo saquen de allí…
El juego de la Cuba actual es claro, preciso y contundente. Si se comprometen a sacar a Maduro, como ya lo hicieron para negociar con los Estados Unidos, lo van a hacer. Así sea en un saco. Maduro está como Bin Laden y lo único que los diferencia es la altura entre ambos. No sé si lo van a lanzar al mar.
En el libro Contubernio maligno de José Gabriel Carrasco, se insiste con la Corte Penal Internacional como núcleo de este nuevo intento por salir de este suplicio. Su autor lo escribió en un momento en que todo el mundo estaba desanimado porque no le veían la salida al chavismo. Así lo explica en el libro.
¿Qué pasó en realidad con Juan Guaidó en Bogotá?
El tema de Juan Guaidó llegando a Bogotá el 24 de abril, y su posterior salida hacia Estados Unidos el día siguiente, ha tenido muchas lecturas, versiones, interpretaciones. Hagamos un breve análisis.
Detrás de la reunión de los 20 países en Bogotá había un trasfondo con reuniones secretas de los tres funcionarios de la Casa Blanca que fueron al evento.
En el lobby de Leopoldo López en Washington, de algo se enteró que lo hizo ordenar la jugada de forzar que Juan Guaidó irrumpiera autoinvitándose. Nadie de Venezuela estaba citado al evento. Mas sí hubo contacto con los personajes y actores.
El canciller colombiano. Álvaro Leyva, siente mucho desprecio por la oposición venezolana, motivado por ello perdió los estribos, acto impropio de un diplomático.
Los funcionarios de Estados Unidos también fueron sorprendidos y no les quedó más remedió que sacar de manera precipitada a Guaidó de la escena. Incluso, la torpeza del exembajador del norte para Venezuela, probablemente por su ignorancia manifiesta sobre la realidad política, lo llevó a ser cómplice de Leopoldo López, quien da muestras de su evidente obsesión política por el poder.
Sin anunciarse. Allí había funcionarios cubanos. Con un mensaje claro en su propósito. Se dice que hubo reunión de los funcionarios en cuestión con Maduro, Cilia y Delcy.
El daño que causó la presencia impropia de Guaidó en Colombia, reiteramos, es el daño causado por Leopoldo López, quien no mide las consecuencias inmediatas y de largo plazo.
La agenda de crisis para Venezuela
En febrero de 2012, un respetable conglomerado empresarial venezolano encomendó a un grupo de profesionales expertos en planificación estratégica, un estudio de análisis de escenarios para Venezuela sobre la base de la incertidumbre que planteaba la enfermedad de Hugo Chávez.
El planteamiento fue que ese estudio tenía como destinatario al Departamento de Estado de los Estados Unidos y que sería discutido previamente por unas selectas personalidades de la oposición. Por esa razón, la tarea se desarrolló bajo un acuerdo de confidencialidad debidamente firmado.
Este equipo de profesionales, bajo la coordinación de un experto en seguridad y defensa, fue más allá de lo que les fue encomendado. Elaboraron un plan de acción prospectivo, denominado Agenda de Crisis para Venezuela. De este documento se hicieron dos versiones, en inglés y en español. El curso de los eventos ha demostrado que, efectivamente, este documento llegó a los altos niveles de evaluación del gobierno de los Estados Unidos.
En fecha 13 de abril de 2012, en una alocución desde el Palacio de Miraflores, Hugo Chávez anunció la creación de una estructura de configuración cívico militar denominada «comando antigolpe», bajo la premisa de que era necesario derrotar los planes golpistas y neutralizar los intentos desestabilizadores que ,supuestamente, estaba emprendiendo la oposición venezolana con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos.
Hugo Chávez explicó que la primera función de ese «Comando Antigolpe» sería elaborar un plan especial antigolpe, un plan integral, sin ofrecer mayores detalles sobre el tema.
El 29 de abril de 2012, José Vicente Rangel insistiría en la existencia de un plan de la oposición para desconocer los resultados de las elecciones del 2012, lo cual se traduciría en un conjunto de acciones que catalogó de tramoyas y aventuras de otro tipo.
Lo cierto es que, a comienzos de abril de 2012, un líder opositor compartió con José Vicente Rangel una copia del documento Agenda de Crisis para Venezuela y, curiosamente, fue la versión en inglés.
Después de mostrársela a Hugo Chávez el 12 de abril de 2012, el presidente tomaría la decisión de crear el comando antigolpe para elaborar un contraplan basado en la Agenda de Crisis para Venezuela.
El 18 de abril de 2012, algunos elementos de esta Agenda de Crisis para Venezuela fueron publicados en el semanario La Vanguardia, lo cual ratifica no solo la existencia de ese documento sino también el hecho de que sus conclusiones habían sido filtradas al gobierno de Hugo Chávez.
El 26 de octubre de 2013, después de haber creado el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa), Nicolás Maduro anunció la reactivación del Comando Antigolpe, denunciando que su régimen estaba siendo asediado por un golpe continuado.
El 5 de enero de 2017, Nicolás Maduro nombró a Tareck El Aissami vicepresidente ejecutivo de su gobierno.
El 9 de enero de 2017, la Asamblea Nacional declaró el abandono del cargo de Presidente en Venezuela, negando que Nicolás Maduro tuviera la legitimidad para ejercer esa función.
Luego de esto, el 10 de enero de 2017, Nicolás Maduro juramentó el Comando Antigolpe, por la Paz y la Soberanía, cuyo máximo responsable sería el entonces vicepresidente ejecutivo, Tareck El Aissami, siendo los demás colaboradores, la Almirante Carmen Meléndez; la entonces canciller Delcy Rodríguez y los ministros de Defensa y de Interior, Vladimir Padrino López y Néstor Reverol.
Todas las acciones del Comando Antigolpe se basaron en el Plan Estratégico Antigolpe que fue desarrollado en contrapeso de la Agenda de Crisis para Venezuela.
El 21 de febrero de 2017, en las operaciones del Comando Antigolpe fue detenido el profesor de la Universidad de Carabobo Santiago Guevara —economista, con postgrado en la Universidad de la Sorbona en Francia— debido a que era uno de los pocos especialistas en prospectiva que vivían en Venezuela.
Fue señalado de ser uno de los autores de la Agenda de Crisis para Venezuela. Fue acusado y procesado ante los tribunales militares por traición a la patria. Sin embargo, tras largas pesquisas, los agentes de inteligencia del gobierno de Maduro comprobaron que no tenía nada que ver con el documento en cuestión, sobre todo porque carecía del conocimiento necesario en materia de seguridad y defensa, perfil que describe al responsable de coordinar el equipo de profesionales que elaboró el documento en cuestión. Fue liberado 10 meses después, el 24 de diciembre de 2017.
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¿Quién activó la Agenda de Crisis para Venezuela?
Para finales de julio de 2017, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, considera que la secuencia de eventos que habían ocurrido en Venezuela daban argumentos suficientes para una intervención militar, algo que se discutió en los espacios de valoración de situaciones en la Casa Blanca.
John Bolton explicó, posteriormente, que Donald Trump insistiría en varias oportunidades en una opción militar para Venezuela y que le explicó al presidente que la fuerza militar no era una opción, sobre todo por la oposición en el Congreso de los Estados Unidos. Donald Trump indicaría que necesitaba un plan de acción concreto.
Por alguna razón desconocida —bien porque algún dirigente opositor lo entregara, bien porque la carpeta fuera desempolvada en el Departamento de Estado— lo cierto es que la Agenda de Crisis para Venezuela se convirtió en la hoja de ruta para apoyar la democratización de Venezuela.
La diplomacia norteamericana se puso en marcha de inmediato, impulsando uno de los lineamientos de la Agenda de Crisis para Venezuela, que se basaba en «impulsar la conformación de un grupo de países amigos de Venezuela, para facilitar el tratamiento preferencial de los intereses de los Estados Unidos en el hemisferio». Es así cómo aparece el Grupo de Lima.
El 8 de agosto de 2017, un grupo de países americanos firman la Declaración de Lima, luego de lo cual se conformarían los que apoyarían dar seguimiento y acompañar a la oposición venezolana a buscar una salida pacífica a la crisis en Venezuela.
Lo primero que es necesario entender es que la Agenda de Crisis para Venezuela fue diseñada para un contexto temporal distinto. Este documento fue elaborado a comienzos del 2012.
Como se puede leer en el Informe del semanario La Vanguardia, la hipótesis central de la Agenda de Crisis para Venezuela era que Hugo Chávez sería separado de su cargo en el año 2012. Algo en lo que acertó, porque eso ocurriría el 8 de diciembre de 2012.
Pero ¿por qué retoman este plan en el 2017?
En el informe de La Vanguardia se indica la frase «una conmoción social puede ser esperada como resultado de la remoción del presidente Hugo Chávez».
Se explica que la Agenda fue diseñada para establecer la ruta de acciones que deben llevar a cabo los factores asignados a las tareas de interrelacionarse con el entorno vinculado a Venezuela para responder al probable surgimiento de un conflicto social multifocal interno en nuestro país.
Para los responsables del informe, redactado en inglés, «las amenazas a la estabilidad interna del país son reales, con posibilidad limitada de control por parte de las agencias de seguridad del Estado», y cuyo impacto en el entorno latinoamericano pudiera ser devastador e impredecible.
Las acertadas predicciones indicadas en la Agenda de Crisis para Venezuela generaron de inmediato algún tipo de confianza en su implementación, por lo que fue asumida como una opción más viable frente a la intervención militar que rondaba con fuerza en la mente del presidente Trump.
Los contactos de las autoridades de los Estados Unidos con los representantes de la oposición venezolana desembocaron en una comunicación fluida, con un permanente intercambio de información.
Sin embargo, el gran error de los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos fue confiar en la información que les brindaban los interlocutores de la oposición. Esto es ratificado por Bolton, quien explica que en la víspera de la juramentación de Guaidó, Trump no veía posible que Maduro cayera, ya que lo consideraba un enemigo inteligente y fuerte. Ante lo cual, para apaciguar los temores del gobierno norteamericano, los voceros opositores señalaron que tanto Vladimir Padrino, ministro de Defensa, como Jorge Arreaza, ministro de Exteriores, se habían acercado a la oposición, tentativamente explorando cuál era la propuesta de amnistía de la Asamblea Nacional.
El primer bluff
La decisión de apoyar a Juan Guaidó nunca fue del agrado de Donald Trump y así lo dice Jhon Bolton.
Los asesores le habían tratado de explicar que no era relevante que no fuera un dirigente conocido, porque lo que se buscaba era concretar un liderazgo colectivo, representado en la Asamblea Nacional, y que Juan Guaidó era la fórmula escogida por la oposición para asegurar una transición.
Al apoyar esta hipótesis, se cumplía entonces un lineamiento estratégico de la Agenda de Crisis para Venezuela, referida a «conformar un Consejo Nacional de Transición, con interlocutores válidos, para implantar la ruta de acuerdos nacionales». La figura del Consejo Nacional de Transición sería sustituida por la Asamblea Nacional, con el presidente de la misma como presidente interino.
Sin embargo, Donald Trump llamó a Bolton el 23 de enero para decirle que no le gustaba nada donde se habían parado. Explicó que nadie en absoluto sabía quién era ese Guaidó. Eso se resuelve, dijeron los asesores. Entonces comenzó el desfile de las vanidades.
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