El Nacional: la voz de un país
El periódico fundado por Henrique Otero Vizcarrondo y Miguel Otero Silva cumple 80 años en las circunstancias más complejas de su historia. Innovador y escuela de periodistas por décadas, El Nacional mantiene su compromiso con los lectores y con la defensa de la libertad ahora a través de su página web y las redes sociales. Diez figuras de distintas áreas del país ofrecen sus opiniones y experiencias con el medio, al que definen como un defensor de la democracia y los derechos humanos, así como un difusor importante de la cultura
Hace 80 años entró en circulación un diario que en su primera página ya daba cuenta de su impronta innovadora con noticias de interés nacional e internacional distribuidas en distintas áreas temáticas.
Aquella portada, hoy día icónica, tenía como informaciones principales dos noticias sobre la Segunda Guerra Mundial, una era el avance de los Aliados en Sicilia y otra el hundimiento del buque holandés Rosalía, atacado en el Caribe por los nazis, quienes emprendieron una operación para impedir que el petróleo venezolano siguiera llegando a sus enemigos.
El Nacional, fundado por Henrique Otero Vizcarrondo y su hijo Miguel Otero Silva, ha sido testigo y registrado la historia del país y del mundo desde entonces, de las tragedias más terribles o los cambios en el poder venezolano a los logros inolvidables en disciplinas como la cultura, el deporte o la ciencia.
Eleazar Díaz Rangel, en su libro La prensa venezolana en el siglo XX, cuenta que el origen del periódico se encuentra en un cablegrama que envió Otero Vizcarrondo desde Nueva York a Otero Silva, el cual indicaba: «¿Te gustaría editar un diario? Puedo adquirir aquí todo lo necesario». El escritor, tras consultar a amigos como Jóvito Villalba o Pedro Sotillo, dijo que sí.
El primer director de El Nacional fue Antonio Arráiz y el diseño y su tipografía lo distinguieron desde la edición número uno, con las páginas clasificadas por contenido y la eliminación de los pases de la primera a las páginas interiores. En sus primeros 50 años, subrayó Díaz Rangel, fue el diario que más innovaciones introdujo en el periodismo venezolano y el más influyente en las capas medias.
El historiador Rafael Arráiz Lucca destaca que el periódico nació justo en el espíritu de apertura del gobierno de Isaías Medina Angarita, que vació las cárceles de presos políticos y estableció libertad de prensa absoluta. Luego enfrentó dificultades de censura durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y después, en democracia, se convertiría en un factor fundamental.
«Hay un hecho que te lo revela, muy importante: Miguel Otero escogía al director de El Nacional siempre de oposición al gobierno de turno. Para que hubiese un equilibrio de poderes entre el gobierno de turno y el director del periódico, que dictaba pautas importantes en Venezuela», explicó el escritor, quien menciona, entre otros, a directores como Arturo Uslar Pietri, Ramón J. Velásquez, José Ramón Medina, Óscar Palacios Herrera o Alberto Quirós Corradi.
«Eso te da una idea de cómo se manejaba el periódico atendiendo los equilibrios democráticos», agregó.
El Nacional, que en toda su historia sufrió presiones, intentos de censura, ataques institucionales o campañas de descrédito, ha vivido, sin embargo, su peor época con el chavismo en el poder, sobre todo durante el gobierno de Nicolás Maduro, reconoció su presidente editor, Miguel Henrique Otero, en un artículo publicado el año pasado.
«No volveré a repetir aquí la cadena de ataques y violaciones de nuestros derechos sufridos, especialmente desde 2014. Nos han asfixiado y despojado de nuestra sede. Varios de los directivos de El Nacional, entre los que me incluyo, permanecemos en el exilio desde 2015. Por mucho menos que eso, cualquier otro diario o medio de comunicación habría puesto fin a sus operaciones», dijo.
La estocada final fue en 2021, cuando la jueza Lisbeth del Carmen Amoroso Hidrobo le adjudicó la sede del diario en Los Cortijos al primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, luego de un largo proceso judicial por supuestos daños morales que comenzó en 2015 tras la transcripción en este periódico de una noticia del rotativo español ABC en la que se informaba que funcionarios estadounidenses investigaban al líder oficialista por presuntos vínculos con el narcotráfico, a partir de una denuncia de su exescolta Leamsy Salazar, quien fungía como testigo protegido en Estados Unidos.
Tal información fue publicada después por el diario The Wall Street Journal, objeto de una demanda judicial por difamación que Cabello perdió en 2018. Por el caso, el político también demandó a los medios Tal Cual y La Patilla.
El ataque más reciente de Cabello al periódico ocurrió en 2022, cuando advirtió que iría tras la web y, entonces, la página fue bloqueada por las principales operadoras del país, como ha ocurrido con medios como Efecto Cocuyo, Crónica Uno, El Pitazo o La Patilla.
Pero El Nacional sigue sorteando las más duras circunstancias nacionales, con periodistas comprometidos con la noticia y acompañado de la solidaridad de los lectores dentro y fuera del país.
“El periódico más importante de la historia de Venezuela”
Diez figuras entrevistadas a propósito de los 80 años de su fundación ofrecen sus opiniones acerca del periódico y señalan cómo ha sido su relación con él, entre ellas el Premio Cervantes Rafael Cadenas, quien celebra el aniversario aunque la edición impresa no exista actualmente, pues, considera, El Nacional es el diario «más importante de la historia de Venezuela».
El poeta tiene una relación de larga data con El Nacional. Lo lee desde que tenía 14 años, cuando comenzó a comprarlo en su natal Barquisimeto, y después, al regresar del exilio, trabajó como corrector de pruebas en 1956.
Cadenas recordó unas palabras que dijo durante la presentación de la edición publicada por Libros El Nacional de su ensayo En torno al lenguaje, en las cuales indicó que hubo momentos en los que hizo guardias nocturnas en la sede del centro de Caracas, de Puente Nuevo a Puerto Escondido, de las que salía a las 12:30 am o cerca de la 1:00 am.
«Cruzaba el centro de Caracas para tomar el autobús a San Bernardino, donde vivía. Eso se podía hacer tranquilamente, hoy sería demasiado peligroso. La ciudad es otra con sus calles muertas en la noche», expresó el también ganador del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca.
Hoy día, subraya el poeta, El Nacional sigue siendo vocero de la democracia, «amenazada por los totalitarismos que cada vez se extienden más».
Para la nutricionista Susana Raffalli, especialista en asistencia en emergencias humanitarias y pediatría, El Nacional es un patrimonio venezolano que se ha consolidado a lo largo de los años y por eso, afirma, no lo han podido sacar de la memoria del país: «No nos lo pueden quitar porque tiene un valor simbólico enraizado en nuestra identidad. El Nacional somos nosotros y nosotros somos El Nacional».
Desde su posición como trabajadora humanitaria, Raffalli dijo que encontró en este periódico uno de los primeros espacios para darle voz y rostro a las personas más afectadas por la crisis.
Mencionó un par de momentos imprescindibles en la historia de El Nacional. Primero, cuando le dieron a ella y su equipo el primer espacio para publicar el boletín de la desnutrición infantil y, segundo, cuando vio a personal del diario salvaguardar, antes de que fuera allanado el edificio de Los Cortijos, los archivos que son parte de la memoria del país. «Eso fue sacar y preservar nuestra memoria. Era blindar y proteger el país. Jamás lo voy a olvidar. Persistan. Lo celebramos. Larga vida a El Nacional», expresó.
La defensora de derechos humanos Liliana Ortega, cofundadora de la ONG Comité de Familiares de Víctimas del Caracazo (Cofavic), afirmó que El Nacional marcó la vida de una parte importante de la sociedad venezolana, en su caso lo recuerda como un aliado fundamental para visibilizar la masacre del Caracazo, en 1989.
En un momento en que la violación de derechos humanos no solía ser un tema visible, el diario, aseguró la abogada, fue visionario porque publicó trabajos de investigación sobre el tema, destacó en su primera página la denuncia de la existencia de fosas comunes como La Peste y dio a conocer los reclamos de las víctimas del Caracazo.
«Distintos periodistas como Aliana González o Elizabeth Araujo, y tantos otros, pusieron el tema de los derechos humanos en el centro de la noticia. Eso hoy día parece normal porque ahora el tema de los derechos humanos está en la agenda global, pero en aquel momento no era un tema visible, no era un asunto que la sociedad venezolana conociera», dijo.
En la actualidad, continuó, El Nacional sigue vigente en la medida de sus posibilidades; sin embargo, consideró que ha dejado un vacío importante al no tener posibilidades reales de funcionamiento, sobre todo tomando en cuenta la calidad del periodismo que hacía El Nacional: «Creo que hay un vacío en ese sentido. Fue una escuela. Mucho de lo que existe hoy día en las redes sociales, en los nuevos modos de comunicación, son de personas que de alguna manera se formaron en la escuela de El Nacional».
La presidenta de la ONG Control Ciudadano, Rocío San Miguel, contó que El Nacional ha sido parte de su historia porque, de niña, al despertar había un ejemplar debajo de la puerta gracias a un servicio que su papá contrató. Un hombre a quien conocían como «el Chino», dueño de un puesto de periódicos, les entregó el diario durante más de 20 años. «Recuerdo que lo tocaba, lo manoseaba, era ir a la puerta directamente a buscarlo».
Más adelante, recordó, El Nacional le brindaría acompañamiento cuando fue despedida por José Vicente Rangel, fallecido en 2020, junto a otras dos empleadas, Magally Chang Girón y Thais Coromoto Peña, del Consejo Nacional de Fronteras por firmar en el referéndum revocatorio de 2004, luego de la divulgación de la lista Tascón, la cual expuso a las personas que respaldaron el mecanismo para destituir al entonces presidente Hugo Chávez; también derivó en el despido masivo de trabajadores del Estado y sirvió para promover la persecución política de quienes adversaban al gobierno.
En 2018, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado venezolano por la violación de los derechos políticos y la libertad de pensamiento y expresión de San Miguel, Chang Girón y Coromoto Peña.
«Nunca olvidaré el acompañamiento que nos dio El Nacional en nuestra denuncia en contra de la lista Tascón. Fue el primer diario en Venezuela que reveló cómo José Vicente Rangel nos despidió a tres empleadas del Consejo Nacional de Fronteras en aplicación de la lista Tascón. Lo demás es historia. 14 años después ganamos el caso en la Corte Interamericana», indicó la defensora de derechos humanos.
Para ella, El Nacional hoy día es un ejemplo de dignidad en medio de la adversidad: «Mantenerse en las circunstancias que han enfrentado es más que admirable. Es épico. Creo que no cabe otra palabra».
Opinó de manera similar la poeta Yolanda Pantin, ganadora en 2020 del Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, quien consideró que El Nacional es un emblema de resistencia a pesar de lo difícil que es sostener un medio en las circunstancias actuales. «Es arduo y El Nacional está ahí», expresó la escritora, que tenía el hábito de leer el periódico todos los días y publicó en el suplemento Papel Literario sus primeros poemas.
«El Nacional desde hace 80 años ha sido emblema del pensamiento libre y democrático, un periódico que recogió el pensamiento de personas de todas las ideologías. Ese es el espíritu de la democracia», afirmó.
Alimentar el debate
El director de Espacio Público, Carlos Correa, tuvo a El Nacional entre los primeros periódicos que leyó en su casa. Como lector, cuenta, ha visto las distintas etapas por las que ha pasado el medio, desde su versión más clásica hasta la renovación que hizo Miguel Otero Silva.
«Una cosa importante para los lectores era la edición aniversario. Y todas sus implicaciones y distintas aproximaciones. Hay unas que uno puede considerar o valorar más, considero que hubo excepcionales y otras regulares, pero sin duda siempre esperadas», recordó.
Mencionó asimismo el Concurso de Cuentos de El Nacional, que por años hizo un aporte fundamental a ese género narrativo en el país: «Era un periódico que renovó sin duda la prensa de referencia en el país».
El rotativo, dijo Correa, ha sido también un espacio para dar a conocer información sobre los derechos humanos y temas acerca de la libertad de expresión, con la que, asegura, el periódico ha tenido un compromiso muy claro.
Uno de los problemas en Venezuela, continuó el activista, es que los medios impresos siguen siendo catalizadores del debate público, lo que en la actualidad se encuentra en orfandad. «Creo que hay una disgregación muy grande de la agenda y eso tiene unas consecuencias en el debate y, por supuesto, consecuencias en otras dimensiones sobre qué debate la sociedad venezolana o cómo jerarquiza lo que debe debatir», dijo.
Consideró que en la actualidad la web de El Nacional es un medio distinto, pero señaló que lo importante es que sigue alimentando el debate en el país y es de los medios no nativos digitales que tienen una presencia significativa: «Eso hay que agradecerlo, el papel es el de seguir alimentando ese debate, por supuesto, en una cualidad y términos distintos, porque también el contexto del país es distinto».
El cineasta Carlos Oteyza definió a El Nacional como la puerta del conocimiento de la realidad venezolana en distintas áreas. En su casa, el director se acostumbró desde pequeño a acercarse al país a través del periódico: «Por supuesto, no empecé con política, empecé con lo que llamaban ‘hechos diversos’, asesinatos, secuestros; luego deportes, cultura, después pasé a política y por último a economía. Fue una ventana personal a las diferentes áreas del mundo».
Una de las cosas que más echa en falta Oteyza es leer el periódico impreso, tanto El Nacional como otros diarios. «Es una carencia», afirmó.
Destacó que para saber lo que estaba pasando en el ámbito cultural era obligatorio leer El Nacional. Otros periódicos cubrían la fuente, pero a su juicio El Nacional era el diario cultural más importante. «El cuerpo cultural y el cuerpo de opinión te abrían a una pluralidad, que es uno de los valores más importantes, una cultura diversa en la que encontrabas debates, gente que opinaba de diferentes temas. Evidentemente El Nacional tenía un sesgo, quizás un tanto más izquierdoso que otros», señaló.
El Nacional también, explicó Oteyza, está íntimamente ligado a la defensa de la democracia por haber nacido durante el mandato de Medina Angarita, sin embargo, el cineasta indicó que el rotativo, sobre todo a finales del siglo XX, adoptó una línea antipolítica que criticó de manera exagerada la democracia.
«El Nacional y otros medios participaron, desde mi punto de vista, en una crítica exagerada a la democracia. No digo que lo hicieran intencionalmente, sino que era una época en que la antipolítica daba lectores, y la antipolítica terminó llevándonos a la autocracia», expresó.
La actriz Tania Sarabia ha tenido desde pequeña una relación cercana con El Nacional porque su mamá trabajó en el Ateneo de Caracas con la activista, periodista y exdiputada María Teresa Castillo, quien fuera esposa de Miguel Otero Silva, y además solía ir a la sede del periódico en el centro de la capital. «Yo veía las rotativas y veía todo el periódico. De hecho, yo estudié Periodismo pero no terminé. Fue una cosa de conocer los periodistas, cómo se hacían las caricaturas, conocer a (Pedro León) Zapata. Fue muy especial para mí ese periódico», dijo.
Sarabia destacó no solo la importancia de El Nacional en el periodismo y el país, también su relación con la cultura, pues allí se podía encontrar sabiduría intelectual y críticas en ramas del arte como el teatro: «Uno decía ‘vamos a ver qué dijo fulano de tal del trabajo que hice’. Cosa que no existe ahorita porque no hay críticos de arte. Como el arte estaba en El Nacional, entonces era una guía para entenderlo, apreciarlo, conocerlo. El Nacional dio mucho en ese sentido».
El historiador Rafael Arráiz Lucca señaló que El Nacional ha defendido tanto la libertad de expresión como los derechos humanos, y destacó que históricamente ha sido un periódico completamente demócrata. En su casa, cuenta el también poeta, se compraban El Nacional y El Universal, dos versiones del mundo. Pero la versión con que se familiarizó fue la de El Nacional, entre otras razones porque el director fundador, Antonio Arráiz, era primo hermano de su padre, así que había un vínculo familiar.
«Es un periódico que visito con frecuencia. Siempre leo el Papel Literario los fines de semana. Sigo sus informaciones a través de las redes, por supuesto, porque ya todo cambió. No hay papel. Ahora son las redes y es un medio que sigo con una frecuencia diaria, por supuesto», afirmó.
La cantante Soledad Bravo, que en noviembre cumple también 80 años, definió a El Nacional como una representación para los venezolanos y una certeza de identidad y de país. En su caso, fue una guía para comprender a lo largo de su juventud la realidad política, social, científica y cultural venezolana: «En este diario encontré siempre los mejores reportajes y artículos de grandes figuras del periodismo nacional e internacional, las opiniones de los intelectuales más brillantes y las disertaciones de los grandes baluartes de nuestra cultura».
«La libertad de pensamiento fue su norte. A veces me asalta la nostalgia por todo ese increíble mundo de conocimiento y de información que ha quedado en mi memoria como referente idealizado de lo que alguna vez fuimos», agregó.
Los domingos, subrayó Bravo, extraña cuando su esposo, Antonio Sánchez, y ella leían gran parte de la prensa nacional «con la seguridad tácita de tener el derecho inalienable de ser informados de manera eficiente y clara. No pensamos nunca que alguien podría amenazar y hasta privarnos de ese derecho que por más de 40 años en democracia sentíamos como indispensable, seguro y esencialmente nuestro. Hoy sabemos que no era así», dijo.
Con la ausencia de El Nacional, continuó la artista, echan en falta la Venezuela de antes. Sin embargo, manifestó su deseo de que el medio tenga una larga vida y que siga «acompañando la esperanza que muchos tenemos de que algún día en Venezuela volveremos a comunicarnos sin miedo, con pluralidad, y con la paz que solo dan las libertades plenas».
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