LA ESPECULACIÓN LESIONA EL BOLSILLO DE PROPIOS Y EXTRAÑOS
PORLAMAR,
Marzo 1° — E. Rodulfo (INMAR) La especulación en Margarita, para
decirlo en términos populares, “juega garrote”. Y no vaya a creerse que este
flagelo económico, enemigo del bolsillo de propios y extraños, opera solamente
a nivel de pulperías, mercados populares y puestos de buhonería; no, se produce
también, y con semejantes efectos y frecuencia que en estos negocios, en los
supermercados y tiendas de Puerto Libre.
SIEMPRE ES AGOSTO
Para
los especuladores, que los hay de toda índole en Margarita, parece no existir
ningún tipo de autoridad, llámese ésta Superintendencia de Protección al
Consumidor o fiscal municipal, que ponga
cese de una vez por todas a sus odiosas
actividades en contra de los indefensos compradores. Esta fauna, integrada por
humildes y poderosos comerciantes, tanto de Margarita como de otras partes del
país, e incluso del extranjero, siempre hace su agosto con el desprotegido
consumidor, que ante lo ausencia de funcionarios capaces de defenderlo contra
esta viciada práctica, es víctima impunemente.
UNA FALACIA
La
economía para el presupuesto doméstico en los mercados, supermercados y puestos
de buhonería es upa falacia en Margarita. En estos establecimientos, por la
carencia de una efectiva fiscalización, se compra tan caro como en la pulpería de
la más remota aldea insular. Un ají, en el mercado de Porlamar, cuesta un real
Pero su valor podrí a ser más alto, según el capricho de la vendedora, una dama
generalmente mal encarada, que se niega a adquirir el producto al mayoreo a los
vendedores de tierra firme para mantener su caprichoso y especulativo precio. En CADA, la poderosa cadena de
supermercados, el queso holandés, cuyo valor es generalmente de 30 bolívares,
nunca baja de 33, a pesar de que su adquisición en grandes cantidades, hace
suponer al ingenuo consumidor que el precio debería ser inferior al existente
en abastos y tiendas de Puerto Libre Lo mismo podría decirse de la mantequilla
importada, charcutería, detergentes, etc., que en CADA el precio unitario
supera al de otros establecimientos insulares, incluso pulperías. Este
supermercado, al contrario de los similares en otras partes del país, en
ninguna época del año ofrece el sistema de oferta en algunos productos, situación
indicativa de que Margarita es zona privilegiada para la especulación.
EI
fenómeno especulativo está tan acentuado en Margarita que en una tienda de Puerto
Libre situada en el boulevard Guevara, un par de zuecos, de esos que tanto
gusta a los niños y jóvenes, tiene un precio en una vidriera y otro distinto en
la otra vidriera, a pesar de tratarse del mismo artículo respecto a tamaño,
marca y calidad.
NINGUNA DEFENSA
Es
cierto que en Margarita existe una dependencia de la Superintendencia de
Protección al Consumidor que de vez en cuando efectúa algún cierre de
establecimientos incursos en prácticas
especulativas. Pero estas acciones son tan esporádicas que no surten ningún
efecto. De todas maneras el consumidor- y esto no es un descubrimiento- puede
considerarse desprotegido ante el fenóm4o especulativo, que causa mayores estragos
en los sectores de recursos económicos muy limitados, aquellos que recurren
diariamente al mercado para adquirir los productos básicos y esenciales a su
subsistencia. Podría alegane que se
toman algunas medidas para frenar la ola especulativa, pero tales acciones se
adoptan cuando el delito contra el consumidor se ha cometido, porque no se ha
implementado hasta ahora una campaña de concientización masiva que eduque al consumidor
y amedrente a los especuladores. Ya ni siquiera se publica el Boletín de Protección al Consumidor, ese
eficiente instrumento escrito que aparecía encartado a la prensa nacional.
Mientras
tanto el azúcar, aún aumentada tres veces, continúa desaparecida de Margarita,
y si se consigue, es a un precio superior a los cuatro bolívares el kilo. La
carne aunque importada tiene el mismo precio que en tierra firme, a pesar del
ofrecimiento del Gobernador Augusto Hernández de rebajarla.
(El Pueblo de Guayana, 2 de marzo de
1982)
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