EL MERCADO DE PORLAMAR YA NO ES EL MISMO DE HACE
AÑOS
Hasta hace algunos años el mercado de Porlamar
se caracterizó por la limpieza y el orden con que se desarrollaban sus
actividades, de tal manera que además de servir de centro de abastecimiento de productos
alimenticios de la mayoría de los pobladores de la isla, constituía el sitio
obligado de concurrencia de quienes concurrían a Margarita traídos por sus
bellezas naturales o a rendirle tributo a la Virgen del Valle. La improvisación
que privó tanto en la Zona Franca como en el Puerto Libre fue destruyendo
sistemáticamente esta parte de Porlamar, testigo de su reciente historia pasada
y resultado vergonzante de la falta de planificación.
UN POCO DE HISTORIA
El
10 de enero de 1905 el Gobierno de la Sección Oriental del país, con sede en La
Asunción, destinó la cantidad de mil quinientos bolívares para la construcción
del mercado de Porlamar, y dos días después designó a los miembros de la Junta
del Mercado. El 14 de junio de 1920 el Concejo Municipal del Distrito Mariño
celebró un contrato para su construcción con Santos Cova, elaborando los planos
el ingeniero Rafael Segundo Sordo. La obra quedó concluida el 7 de agosto de
1924 y el mismo mes Santos Cova traspasó
el contrato a Manuel Rodulfo Brito.
EL MERCADO HOY
Hoy
en día la característica esencial del mercado en su estado de abandono, el
hacinamiento de los vendedores y la insalubridad que campea de manera especial
hacia la parte donde se expende pescado, situación que atenta contra la salud
de los compradores y hace imprescindible la intervención de las autoridades
sanitarias, que por lo visto son las grandes ausentes del mercado.
A
todo este cuadro, que en nada contribuye a la promoción del turismo, se añade
el auge de la especulación abierta o encubierta cuyos efectos lesionan
impunemente el débil presupuesto familiar. En el mercado no rige la regulación
del Ministerio de Fomento ni para el pescado ni para otros productos de la
dieta básica. Y lo más insólito es que, conforme a una denuncia de las
autoridades de la Superintendencia de Protección al Consumidor, los
especuladores parece que están protegidos. Los delitos menores, como los arrebatones
proliferan con la relativa facilidad del movimiento y de acción que les
proporciona a los cacos la ausencia de vigilancia policial y la aglomeración de
personas.
UN PROYETO QUE NO
PROSPERÓ
El
arquitecto José Fontúrvel es autor de un proyecto que al ejecutarse iba a
permitir no sólo recuperar el mercado
sino devolverle la belleza el orden que los distinguieron años atrás. El
proyectaba contemplaba el desalojo de los buhoneros y el establecimiento
de un comedor popular para los trabajadores
de las tiendas de puerto libre, mercado artesanal, salón de reuniones cívicas y construcción de
una plaza para integrar los bulevares, Guevara y Francisco Antonio Rísquez.
Pero los adecos perdieron y Fontúrvel tuvo que archivar el proyecto urbanístico.
Mientras
tanto el mercado se ha convertido en una
especie de cáncer para la ciudad de Porlamar que de no extirparse a tiempo
provocará graves consecuencias a nuestro incipiente y mal organizado turismo,
si es que realmente esta figura existe en la mente de quienes desde los altos
niveles gubernamentales y privados les corresponde adoptar decisiones que conlleven al desarrollo insular.
(La Tarde, Porlamar, 23 de junio de 1981)
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