La muestra de sanidad mental de Mauricio Macri y Patricia Bullrich
El expresidente y su exministra de Seguridad, dejaron en evidencia que están más sanos emocionalmente que la mayoría de los políticos.
En la creencia popular, el dinero y el poder es lo que mueve las ambiciones de los políticos. Sin embargo, sobre todo en los que más arriba están, hay otra cuestión que merece ser parte del análisis, a la hora de comprender los movimientos. Es el amor propio, el autoestima y el ego. En muchas oportunidades, estas motivaciones son las que explican a la perfección las acciones de importantes dirigentes políticos. Claro que todos los seres humanos tenemos todo eso. Sin embargo, en las últimas semanas, Mauricio Macri y Patricia Bullrich demostraron que tienen sus niveles de egocentrismo y egolatría en un buen lugar. Una rara muestra de sanidad mental y emocional para la clase política argentina.
Luego del 22 de octubre, tras una primera vuelta que proclamó a Sergio Massa y a Javier Milei como finalistas del balotaje, el expresidente y su exministra de Seguridad no dudaron en alinearse detrás de La Libertad Avanza, para evitar que el presidente de facto oficialice, como mínimo, cuatro años de extensión de mandato.
Vayamos a los contextos de cada uno de ellos para tratar de analizar los procesos más psicológicos. Macri viene de dos sinsabores consecutivos: el fracaso en lo económico de su gestión y la derrota electoral ante los Fernández en 2019. Sin embargo, en todo momento se mantuvo como referente indiscutido para la gran mayoría de los votantes de Juntos por el Cambio. Aunque tenía todas las de ganar, decidió abrir el juego a Patricia Bullrich y a Horacio Rodríguez Larreta, que se disputaron la candidatura en las primarias de este año.
Esta actitud ya es bastante curiosa para la política argentina. Algo absolutamente inimaginable para el universo peronista, donde los dirigentes se aferran hasta que las realidad los jubila en la cara. El Macri de hoy, que ha reconocido la importancia de su terapia ante las cámaras, está pidiendo el voto para Milei y colaborando con la fiscalización del domingo. Asume en televisión que la juventud eligió otra cosa y que toca acompañar, en lugar de liderar. Sin que se le caigan los anillos, el expresidente de Boca, el exintendente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el expresidente de la Nación, competirá por la vicepresidencia de Boca Juniors en las próximas elecciones del club.
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En el caso Bullrich, el shock del renunciamiento personal fue mucho más violento, rápido y traumático. Ella, que nunca se pudo poner la banda presidencial, a diferencia de Macri que al menos se dio el gusto, se preparó toda la vida para el cargo. A pesar de algunas diferencias del orden ideológico, casi irrelevantes para hora que transita el país, sin dudas ella tiene dos cualidades fundamentales y necesarias para estar a cargo del Poder Ejecutivo: es una mujer valiente y decente.
¿Con qué tuvo que lidiar Bullrich en este proceso, que resolvió en menos de 48 horas y sin terapia de por medio? Con que un outsider, que irrumpió en la política hace dos años, le arrebate en competencia la chapa del candidato a presidente del antikirchnerismo, lugar que parecía predeterminado para ella.
Sin embargo, ayer estuvo en Córdoba, en calidad de invitada estrella, pero a su vez de oradora más importante. Sin titubeos ni medias tintas, le dijo a Milei que era su turno. Para el que considere que este proceso es fácil de realizar, solamente hay que reparar en la lista numerosa de liberales que cuestionan y boicotean a Milei, por un celo no resuelto y una negación del libre mercado que defendieron toda la vida. El público lo eligió a él, pero muchos liberales históricos tienen serios problemas de amor propio para digerirlo.
Aunque no se ha discutido, ojalá que sea ministra de un eventual Ejecutivo libertario. Aunque todavía tiene años por delante, ella ya reconoció ante las cámaras que le toca acompañar y no liderar. Pero debe saber en su fuero íntimo, como lo sabemos los que analizamos la política, que si Milei se impone por un escueto margen, de no haber intervenido Bullrich, Massa hubiera sido el presidente electo sin lugar a dudas.
Aunque sea una cuestión que parezca alejada de la política, es muy probable que si Argentina llega a tener una oportunidad, mucho tenga que ver la sanidad mental y emocional de dos personas que hicieron lo que tenían que hacer, como los patriotas que parecían extintos en los libros de historia.
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